Columna del Dr. Jorge Rachid

Las sociedades como las personas, cuando se sienten enfermas y vulnerables, sólo encuentran alivio cuando conocen el diagnóstico.

A las personas les duele la cabeza, tienen fiebre, las articulaciones les hablan mal y psicológicamente el miedo invade ante la falta de certezas.

Cualquier diagnóstico puede aparecer, desde el más benigno hasta aquello que nos cambie la vida, lo cual crea expectativas, cargadas de ansiedad, hasta que el diagnóstico nos aclara el panorama y conocemos el camino de la recuperación.

En la Comunidad sucede lo mismo.

Esos caminos, como en la medicina, nunca son únicos, lo certero es el objetivo, que es la reconstrucción del equilibrio que se ha perdido, la salud en el caso de la medicina, los derechos en la sociedad.

Esos derechos para ser plenos deben ser Soberanos, es decir contener nuestras expectativas como pueblo en la toma de decisiones autónomas.

Entonces Memoria, Derechos y Soberanía se transforman en las herramientas necesarias para reconstruir lo conocido, desde una memoria plena de los objetivos y con la herramienta de poder tomar en su momento, decisiones políticas plenas de contenidos estratégicos de Soberanía Política, Independencia Económica y Justicia Social desde una mirada Internacional de Tercera Posición Latinoamericanista.

La ofensiva neoliberal que ha enfermado de angustia a nuestra Patria y a los pueblos latinoamericanos, contiene todos los elementos contrarios a estos principios y valores, sustentados a lo largo de más de 200 años de historia en la Formación de la Conciencia Nacional (ver Hernández Arregui), en donde la cultura nacional intenta ser desplazada por el discurso colonizador y cipayo, que emanado de otras latitudes, avanza de manera imperial.

La batalla cultural entonces se transforma en una herramienta plena de la lucha política, recuperando “el optimismo de la voluntad” (ver Cuadernos de Gramsci), ya que el enemigo intenta construir nuevos paradigmas en función de una agenda que contiene la lógica de sus intereses y una construcción del pensamiento individualista, que lleva a la diáspora social, contrario a los modelos sociales solidarios que los argentinos sustentamos.

Es así entonces, cuando grandes masas de población comienzan a repetir el discurso del enemigo, atentando contra sí mismos, al avalar los mismos mecanismos que serán, como se ha demostrado en estos 18 meses de gestión neoliberal, contrarios a los intereses populares.

Es así con el neoliberalismo, se mueven de manual preescrito, sabemos exactamente que van a hacer y cómo van a terminar, lo único que no sabemos es cuando.

La pregunta del cuando, sólo la puede responder el pueblo, único protagonista de la historia que en determinado momento le dice basta a las injusticias, inequidades, saqueos y entregas patrimoniales que siempre realizan los gobiernos neoliberales y cipayos, como el actual, que ha diluido al “hombre” como eje de la política planteando sólo metas de inflación y endeudamiento, ejes macro económicos, que terminan amordazando nuestra Patria.

Algunos podrán esgrimir que el pueblo “no gobierna, sino a través de sus representantes”, en la concepción liberal de la Constitución Nacional, que la Constituyente de 1949 había superado con el constitucionalismo social, consolidado por la Comunidad Organizada, verdadera herramienta de democratización del poder.

El pueblo a lo largo de la historia ha dado muestras de su protagonismo, generando puntos de inflexión en su consolidación.

Más aún cuando la legalidad de inicio del gobierno neoliberal, de los poderosos y ricos alcanzando el poder pleno, fue basado en mentiras, traficando a la opinión pública, prometiendo lo que no cumplirían, a sabiendas del engaño, que le permite al pueblo argentino plantearse opciones de reclamo, frente a la pérdida de legitimidad de gestión de un gobierno que no ha dejado de agraviar a los trabajadores, denigrar a los extranjeros, discapacitados, jubilados, mujeres y niños desprotegidos, castigar a los pobres, producir exclusión social y un estado de estupor, miedo, confusión e incertezas, fracturando proyectos de vida y clausurando sueños.

Por eso la Memoria del pueblo, la reciente de doce años de evolución positiva de perspectivas individuales y sociales, con ampliación de derechos e inclusión en un camino que nos contenga a todos en el tiempo, sigue vigente.

También está la memoria cercana, del final neoliberal del 2001 y la crisis, que no sólo recorre el mismo camino, sino que cuenta con los mismos protagonistas. Como vemos hoy y como estudiamos la Revolución de los orilleros de 1811 con Campana, las puebladas federales, la Revolución del Parque, el 17 de octubre, la Resistencia Peronista o el masivo rechazo del 2001, el pueblo siempre es protagonista de la historia y el cuando es determinado por las coordinadas históricas favorables a la victoria El peronismo junto al movimiento nacional, acompaña esos tiempos del conjunto del pueblo, que ha elegido el liderazgo de Cristina.

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