Columna del Dr. Jorge Rachid

La alegría boba de la oligarquía, es la contracara del dolor social que provoca el neoliberalismo.

Doble reclamo entonces de una comunidad que ha sido agredida por la mentira primero y por el incumplimiento después, seguido ahora de represión y conculcación de derechos elementales para la vida, como los medicamentos, las jubilaciones, las pensiones, los subsidios a discapacitados, las tarifas de servicios públicos, el ajuste y la devaluación, que han golpeado fuertemente la vida del pueblo argentino

Cuando una sociedad entra en crisis, el síntoma más explícito es la diáspora social que acompaña el dolor, que sumerge a los a las familias en el encierro, subsecuente al individuo que se siente agraviado por la situación de despido, incertidumbre, suspensión, desempleo, desamparo, indigencia y falta de horizontes que compromete su responsabilidad familiar con sus hijos.

Sin embargo estos síntomas sociales no son percibidos por los sectores dominantes en lo económico, que lejos de eso toman las protestas, como agravios a su condición de “ciudadanos libres”, ante los cortes de calles y movilizaciones que se realizan para visibilizar aquellos que es ocultado por la prensa hegemónica, al servicio del poder.

Esa misma prensa que saluda efusivamente los cortes patronales del campo, convoca al apoyo movilizado al gobierno, publica y saluda los cortes de calles por eventos múltiples, denigra a aquellas movilizaciones de sectores que de la noche a la mañana, vieron estrellarse sus sueños y perspectivas de vida, ante la nueva situación nacional, de pérdida de derechos conquistados en décadas, que parecían inamovibles y fueron arrasados por el neoliberalismo en forma brutal e inhumana.

Pero los análisis que realizan politólogos y sociólogos del régimen, es que se trata de una conspiración de quienes apoyamos las realizaciones de los últimos 12 años, que son protestas agitadas por usinas estratégicas del peronismo, cuando en realidad son reacciones espontáneas de muchos que votaron a éste gobierno, engañados y estafados, por las mentiras en cadena que fueron no sólo incumplidas sino que tomaron un rumbo diametralmente opuesto a lo prometido.

Que argentino o ser humano de cualquier lugar del mundo no aspira a un mejor vivir, con esperanzas de mejorar y de buena fe cree, como toda persona normal, en aquello que se le dice y promete? En esa categoría caemos todos, entre inocentes y vulnerables, penetrados por una catarata agresiva de medios de comunicación, con una denigración constante sobre las personas, desde la presidenta de la Nación, hasta las decisiones políticas que se tomaron. Creyeron y votaron, hoy se dieron cuenta y salen no sólo a protestas sino a levantar el agravio a que fueron sometidos.

Doble reclamo entonces de una comunidad que ha sido agredida por la mentira primero y por el incumplimiento después, seguido ahora de represión y conculcación de derechos elementales para la vida, como los medicamentos, las jubilaciones, las pensiones, los subsidios a discapacitados, las tarifas de servicios públicos, el ajuste y la devaluación, que han golpeado fuertemente la vida del pueblo argentino La reacción entonces, primero individual, luego sectorial, va encarrilando el conflicto social hacia escalas mayores de conflictividad.

Ese escenario, que el poder conoce y para el cual se está preparando y pertrechando para la represión, ya que planifica un escenario de fortalecimiento de su estrategia de acumulación de poder, con transferencia brutal de recursos hacia los sectores concentrados de la economía, en detrimento de los sectores trabajadores con la flexibilización laboral, de los jubilados y pensionados al calor de la reforma previsional, los enfermos crónicos que padecen la falta y el costo de los medicamentos. Esas medidas originarán nuevas protestas que la oligarquía llamará como siempre: “el reclamo de los vagos que no quieren trabajar”.

“Vagos y mal entretenidos” era la fórmula supuestamente legal para movilizar a los criollos sin ocupación, encadenados a los cuarteles de frontera, magistralmente descripto por el Martín Fierro de José Hernández, federal y combatiente de nuestra historia, que luchó como lo hicieron los obreros de la Patagonia, los de Villa Guillermina, los de los Talleres Vasena y los del mismo 17 de octubre de 1945. Siempre la reacción oligárquica preparó la represión, contra los que lucharon contra el colonialismo y la entrega del patrimonio nacional, luchas que acompañaron las masas trabajadoras.

No es casual que las épicas argentinas siempre fueron protagonizadas por el pueblo. Desde la misma guerra de la independencia nacional, ignorando los reclamos del puerto, siempre dispuesto a entregar el país a cualquier potencia imperial que asomase sus barcos al estuario del Río de la Plata. Nunca dudaron, ni cuando fusilaron a Dorrego, o antes había lapidado a San Martín el Libertador, ni cuando entregaron la Banda Oriental con tal de desterrar a Artigas, ofreciendo al nuestro país como colonia británica. Siempre fue el pueblo el que corrigió los rumbos, en la calle como la revolución de los orilleros con Campana en 1811 que el mitrismo no nombra, pero si nombra primera “tiranía” al gobierno que ordena al país: Rosas y segunda tiranía a Perón que instituye la Justicia Social. A ambos los derrotó el enemigo externo aliado al cipayaje interno. En efecto a Rosas la traición de Urquiza pasado al ejército enemigo de los portugueses en Caseros, los británicos armando la Flota de Mar que bombardeó en la llamada revolución fusiladora del 55. Por eso siempre las oligarquías sonrieron ante la represión y la muerte de “esos negros de mierda”, siempre justificaron aquello que dañaba al pueblo y permitía sus excesos. Siempre pidiendo subsidios a las empresas y mientras se los niegan a los “vagos”, eliminando impuestos a los ricos y aumentando la carga tributaria a los alimentos y artículos de primera necesidad, además de las tarifas que transformaron un derecho en una imposición. Tendrán como a lo largo de toda la historia la respuesta del pueblo argentino, “más temprano que tarde” al decir de Salvador Allende asomarán las masas trabajadoras junto a los movimientos sociales, recuperando los rumbos de soberanía y dignidad de nuestro pueblo, borrando, una vez más esa sonrisa boba.

0 Comentarios