Se trata de monseñor Emil Paul Tscherrig, que se encontraba en el país desde el 2012. Por ahora no hay reemplazante y el Gobierno, un tanto preocupado, aguarda la movida diplomática de Francisco.

El nuncio, como se llama a los embajadores vaticanos, asumirá el mismo cargo en Roma, lo que se supone un ascenso, donde tomará la diplomatura ante Italia y San Marino.

La movida política de Francisco deja un hueco en Buenos Aires, que se queda sin representante del Vaticano y en el Gobierno se espera con sigilo a quién enviará. 

Tscherrig había llegado a la Argentina a inicios de 2012 nombrado por Benedicto XVI. El diplomático suizo visitó al Pontífice el pasado jueves 24 de agosto, y se terminó de confirmar su transferencia de Buenos Aires hacia Roma. Desde ese día no se sabe quién vendrá al país.

El Papa francisco comunicó a través de Twitter “Ánimo a los líderes del mundo a que dejen de lado los intereses sectoriales, para buscar juntos el bien común de la humanidad”. El actual gobierno de Argentina, aunque lejos de pertenecer a liderazgo alguno, debe tomar muy en cuenta las palabras del Sumo Pontífice, dado a que en su corta trayectoria de gestión jamás demostró trabajar por el bien común de los argentinos.

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