Columna de Aritz Recalde
Sociólogo, docente de la Universidad de Lanús

Un nuevo liberalismo

El liberalismo clásico ofició como la ideología política de los imperios francés y británico. Dichos Estados lograron expandir su sistema social a partir de su poder militar, tecnológico y económico, y el liberalismo y la racionalidad científica moderna se convirtieron en la matriz de sentido y justificación del accionar de las potencias europeas. El colonialismo británico articuló la ideología del “progreso” liberal con el darwinismo de matriz biológico, sometiendo violentamente a razas, etnias y naciones.

El neoliberalismo es la ideología del imperio norteamericano, que vino a remplazar el esquema de dominio inglés. Su estructura lógica es similar a la del liberalismo y postula su propio modelo de sociedad como universal. Según éste, existiría un sólo camino al desarrollo mundial, y aquellos Estados y gobiernos que no se adecuen serán tildados de populistas, autoritarios o de estar anclados en el pasado. De esta manera, el resultado de una imposición transitoria de poder político se presenta como un proceso histórico natural e inevitable. En nombre del neoliberalismo se justifica la distribución desigual de la riqueza entre las naciones y se presenta como un hecho normal el subdesarrollo económico y social de los países.

El neoliberalismo norteamericano, a diferencia del liberalismo clásico, carece de una noción acabada de progreso y no postula una meta de evolución humana. Es nihilista y perdió hace tiempo los ideales de libertad, igualdad y fraternidad. Esta ideología da por hecho y convive sin contradicciones con la existencia de una masa mayoritaria de excluidos del sistema.

Estados Unidos y el capital financiero

El neoliberalismo de los Estados Unidos se exportó como resultado de que los norteamericanos ganaran la Segunda Guerra Mundial. Luego de la conflagración bélica se inició la guerra fría contra los soviéticos, que terminó con el derrumbe comunista del año 1989.

Caído Hitler, las potencias triunfadoras se distribuyeron el mundo e Iberoamérica quedó en la órbita norteamericana. Los Estados Unidos apoyaron golpes de Estado contra los nacionalismos sudamericanos, por considerarlos contrarios a su propio interés. Contribuyeron a derrocar a Perón en 1955, a Allende en 1973 y bloquearon a la Cuba de Fidel Castro, entre otros tantos casos de manifiesta violación al derecho a la autodeterminación nacional. Como ya lo habían hecho en Brasil (1964) o en la Argentina (1966), en los años setenta los Estados Unidos impulsaron dictaduras en el marco del Plan Cóndor.

En el año 1971 el presidente Richard Nixon abandonó el patrón oro, potenciando el proceso de formación del dinero fiduciario, y las empresas empezaron a tomar créditos del creciente mercado financiero. El excedente de recursos que los bancos no colocaron en la actividad productiva fue destinado a financiar préstamos de consumo de los trabajadores y las familias.

Se produjo una desregulación de los flujos financieros mundiales, que fue extendido por la enorme masa de recursos derivado del aumento del precio del petróleo de 1973.

Las décadas del setenta y del ochenta se caracterizaron por la existencia de cruentas dictaduras políticas en Iberoamérica mientras que, en paralelo, se garantizó la libre disponibilidad de los capitales financieros y la apertura comercial. La ideología neoliberal priorizó la libertad de mercado y con esa finalidad los asesores norteamericanos no dudaron en eliminar la democracia y el sistema constitucional en Iberoamérica.

La economía del descarte

Habiendo alcanzado manejo e influencia sobre los diversos gobiernos sudamericanos, los técnicos neoliberales y los Organismos Internacionales de crédito condujeron a los países iberoamericanos a aplicar políticas de desindustrialización, desregulación y extranjerización económica. Las instituciones como el FMI, que habían nacido para regular el sistema mundial y evitar las crisis, fueron los impulsores del nuevo patrón de crecimiento mundial asentado en la especulación desmedida y en la inestabilidad constante.

La única religión del neoliberalismo es la del dios dinero y en su óptica no existe otra patria que el mercado y la finanza. En base a esta ideología impulsaron un nuevo esquema de desarrollo económico mundial que puede resumirse en lo siguiente:


Punto de partida

Objetivo de política pública neoliberal

Caracterización


Economía productiva

Rentabilidad financiera

ESPECULACIÓN


Economía industrial

Primarización económica agro minera

DESINDUSTRIALIZACIÓN


Economía estatal, social y mixta

Empresas privadas

PRIVATIZACIONES


Economía de capital nacional

Empresas extranjeras

EXTRANJERIZACIÓN


Economía de pequeña y mediana escala

Grandes grupos económicos

CONCENTRACIÓN


Distribución del ingreso y derechos laborales

Flexibilización laboral y aumento de rentabilidad del capital

EXPLOTACIÓN DEL TRABAJO


Economía de bienestar orientada al mercado interno

Economía de exportación

APERTURISMO




En el caso argentino, para imponer este sistema económico y social, los grupos económicos y los Estados Unidos impulsaron dictaduras y restricciones políticas entre 1955 y 1973. En el año 1976 aplicaron el terrorismo de Estado con la finalidad de destruir el modelo sindical.

Ya sin una democracia social como perspectiva, desde el año 1983 en adelante se implementó el programa económico neoliberal con las leyes de Reforma del Estado (23.696/89) y de Emergencia Económica (23.697/89), con la extranjerización de hecho del Banco Central (autonomía formal) y con la privatización de empresas públicas y de los fondos de jubilaciones (AFJP).

Se perdieron miles de empresas en los años ochenta y noventa y, en paralelo, el país se endeudó a tasas de interés exorbitantes. El resultado culminó en la severa crisis política y social de 2001.

Deuda externa argentina:


Año

1955

1976

2001


Monto (millones dólares)

500

8000

142.000




El balance social del ciclo económico es sumamente perjudicial para la mayoría. El país socializó la deuda y no así las ganancias y, en paralelo al aumento desmedido del giro de utilidades financieras al extranjero, se empobreció al pueblo argentino. Carlos Leyba describió la terrible dimensión social del neoliberalismo cuando afirmó que “Hace 40 años los pobres eran 800 mil y hoy son 13 millones. Se multiplicaron por 16 mientras que la población total se duplicó”.


Año

Habitantes

Número de pobres


1979

27,6 millones

800 mil


2002

36 millones

20 millones


2017

44 millones

13 millones




El neoliberalismo difunde una ideología que exacerba el egoísmo y promueve la explotación laboral, al punto de postular la desaparición de los derechos sociales como requisito irrenunciable al crecimiento. El deterioro del nivel de vida de los pueblos y el empobrecimiento de los países sería el costo necesario para que se produzca la “lluvia de inversiones extranjeras”.

La confluencia de un patrón de subdesarrollo económico neoliberal, el estancamiento de la economía internacional y la desigualdad en la distribución de la riqueza, consolidan, sin solución alguna, la actual fragilidad social y laboral del 40% de los argentinos.


Trabajadores registrados

12 millones

Distribuidos entre asalariados (75%) e independientes (25%)


Trabajadores informales

4,5 millones

33% de los argentinos


Desempleados

1,5 millones

9% de los argentinos




El fin de la organización popular

El neoliberalismo es enemigo de los sindicatos y de las organizaciones libres del pueblo. La democracia popular y el neoliberalismo son antagónicos e irreconciliables. En dicha ideología, el mercado debe ser el principal asignador de recursos, lo que implica, en los hechos, la sustitución de la democracia de masas por el gobierno de los CEOs y las corporaciones.

Cambios en el proceso de formación cultural:


Ámbitos tradicionales de la formación cultural y política

La propuesta neoliberal

Situación actual de la Argentina


Sindicatos

Partidos políticos

La televisión forma la opinión pública y define la agenda política

CAMBIEMOS sancionó el DNU 267/15 y le otorgó los principales medios de comunicación a Clarín y a grupos concentrados internos y de los EUA


Familia, clubes, escuelas, iglesias, sociedades de fomento, etc.-

Desaparece la organización popular y la televisión e internet imponen los valores sociales

Internet es regulado tecnológica e ideológicamente por los EUA y un reducido grupo de corporaciones locales


Prensa gráfica

Las redes sociales y los espectáculos televisivos son los formadores de dirigentes políticos

Las redes sociales se regulan desde empresas norteamericanas. La banalización de la política, es organizada por un grupo reducido de corporaciones




El neoliberalismo pone en riesgo la sociedad

El sistema económico internacional no superó la crisis del banco Lehman Brothers del año 2008, que originó una retracción del 20% del comercio mundial y una caída del 13% de la producción internacional. Según datos de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), durante los próximos cincuenta años la economía del planeta crecerá por debajo del 2,7% anual. Investigaciones recientes dan cuenta que alrededor del 50% de las actuales tareas productivas desarrolladas por personas pueden remplazarse por máquinas y nuevas tecnologías.

El neoliberalismo conduce el capitalismo a una crisis económica y social permanente. La especulación financiera y la exacerbada rentabilidad del capital sin límites, sin regulaciones y sin finalidad social alguna, están dejando como saldo la desindustrialización y el desempleo masivo. Como producto de estas políticas, se corren varios riesgos:

-profundizar el subdesarrollo de la mayoría de países del mundo, para beneficiar a un grupo selecto de corporaciones y a una elite de naciones que controlarán la finanza, la guerra, la información, la tecnología y los recursos naturales del planeta.

-destruir el ecosistema y agotar las fuentes de riqueza naturales y vitales para la humanidad.

-insectificar al hombre en el plano social y cultural, conduciéndolo a situaciones de explotación similares a las del capitalismo el siglo XVIII.

-generar un desequilibrio en las relaciones internacionales y desatar una tercera guerra mundial, cuya capacidad de destrucción es superior a las anteriores por el avance de la tecnología bélica.

Si a los problemas estructurales de crecimiento y de generación de empleo se le suma el aumento de la desigualdad, la perspectiva de vida de la mayoría de la humanidad es poco auspiciosa. En este contexto, las organizaciones libres del pueblo serán el único límite político al neoliberalismo. Argentina tiene una estructura sindical y una cultura política y social avanzadas, sin las cuales el neocolonialismo norteamericano ya habría destruido por completo la economía y deteriorado aún más la vida de la familia. Es imperioso reconstruir todo el tejido de la sociedad civil y sus organizaciones, o el neocolonialismo de internet y la televisión va a profundizar el subdesarrollo mental de la Argentina. A nivel regional, la unidad iberoamericana es un requisito fundamental en el contexto mundial actual que se desenvuelve en bloques continentales en tensiones y disputas.



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