Columna del Dr. Jorge Rachid

La violencia institucional represiva, define al gobierno neoliberal como autoritario y dictatorial.

Se ha instalado como natural que la represión de la protesta social es reprimida, no tolerada, distorsionada por un gobierno que de origen democrático, que ha dilapidado dicha condición en su gestión autoritaria en lo político, represiva en lo social, colonizando las relaciones internacionales, sometiendo al país a la sumisión y a su pueblo al miedo.

Fue así a lo largo de la historia, no necesitó un DNU Lavalle para fusilar a Dorrego, era suficiente su adhesión política a la “chusma populista” en el ejercicio del poder. Eso sólo era un delito superior para quien después fue juez de la Corte Suprema de Justicia, Salvador María del Carril, quien instrumentó, junto a Florencio Varela a la “espada sin cabeza” de Lavalle, para cometer el magnicidio.

La historia mitrista presenta el hecho como una recuperación de las instituciones como el Puerto de Buenos Aires y sus contrabandistas, los mercaderes ingleses, los financistas y todos aquellos que de espaldas al pueblo, concentraban el poder como hoy, desde sus negocios. Rosas surgió de las entrañas de esa situación colocando al país en construcción, por encima de los intereses sectoriales, así fue llamado Tirano y combatido y derrocado por los “decentes”

Estos no dudaron en subirse a los barcos franceses e ingleses que invadían el país por el Paraná, sufriendo enormes daños en la Resistencia del Coronel Mansilla y 400 argentinos que dieron su vida por la Patria, combatiendo a la OTAN de entonces, que venía a fundar la República Mesopotámica y tuvieron que retirarse rindiendo honores a nuestro pabellón. La Resistencia fue efectiva, pero el enemigo liberal, unitario, antipopular siguió operando, llegando a la mayor traición de la historia militar, Urquiza jefe del ejército argentino, que terminó aliado con los portugueses, con quienes estábamos en guerra hacía 3 años.

Entonces entendamos que la Constitución de 1853 se funda sobre la derrota de Rosas en Caseros, producto de la acción colonizadora de los ingleses operando desde Río de Janeiro, para debilitar al país en su desarrollo autonómico, que en definitiva lo llevó, como hoy a ser verdugo de sus vecinos en la Guerra de la Triple Infamia contra Paraguay, proclamada por Mitre, aplaudida por Sarmiento y apoyada vergonzosamente por Urquiza, que le costó al final su vida en manos de López Jordán. Entonces el Imperio de la época, sentó sus reales por décadas, instalando la violencia represiva.

Tampoco titubearon en la Justicia en declarar el Golpe de Estado del año 1930 contra Irigoyen, como “legítimo”, lo cual inauguró una zaga de años de dolor en la Argentina, signado por la violencia institucional, la represión indiscriminada, la persecución racista, el fraude patriótico, las instituciones doblegadas por la ingerencia inglesa, la década infame, la ley Cané de residencia expulsando inmigrantes sindicalizados y aquellos que se atrevían a luchar por sus derechos, como hoy, “palos y a la bolsa” a la protesta social..

Matanzas que conmovieron al mundo sucedieron en la Argentina, en nombre de “la libertad y la democracia”, como ahora que se quiere justificar la represión en nombre de los “más altos valores de la institucionalidad”. Esa misma que como ayer no duda en arrasar a sangre y fuego aquello que huele a populismo, desde dirigentes perseguidos y encarcelados, hasta la denigración y humillación pública de aquellos que no se dobleguen a los cantos de sirena del poder. En dictaduras con genocidios, en gobiernos ilegítimos surgidos de proscripciones con el Plan Conintes de Frondizi en adelante, fueron una constante aún con Ilia que impidió el regreso de Perón en Brasil, en un hecho internacional represivo.

Entonces no es casual que los gobernantes de ahora, hayan formado parte en su historial de gobiernos dictatoriales, desde ministros a secretarios que fueron funcionarios de esos procesos genocidas y aún más en responsabilidades financieras que replican en estos tiempos, que tendrán los mismos finales. Es que los procesos neoliberales sabemos cómo empiezan siempre: con golpes de estado, proscripciones o mentiras como en al etapa actual. Sabemos lo que harán : ajustar al pueblo eliminando derechos y concentrando riqueza en los sectores hegemónicos económicos. También sabemos cómo terminan: siempre con conflicto social creciente, lo único que no sabemos es cuando, porque ese tiempo lo define el pueblo en su conjunto.

Lo que si sabemos y sufrimos es que los procesos financieros a nivel mundial se han globalizado en mecanismos supranacionales, que eliminan las soberanía nacionales, pretendiendo enterrar las políticas de defensa del patrimonio nacional de los países, como el nuestro, sometido ahora a un proceso extractivista y de primarización de la economía que nos coloca a merced a las políticas imperiales de abastecimiento de sus necesidades, independientemente de los intereses de nuestro país. Eso sucede con el acuerdo en marcha Mercosur- UE.

Entonces entendemos que el nivel de confrontación ha cambiado, ya no es contra un adversario político ocasional, sino contra un enemigo funcional a los intereses colonizadores sobre nuestro territorio, como lo alertó el general Perón en su testamento político, Modelo Argentino para un Proyecto Nacional, quien puso en la responsabilidad de los argentinos la defensa de sus recursos naturales y el agua dulce. Por esa razón el movimiento nacional y popular no puede dudar a la hora de la confrontación, en aquello que es vertebral al futuro de nuestro país, la concreción o no de un proyecto dependiente y colonial o el de una Patria Liberada. Así fue a lo largo de la historia y el pueblo siempre venció y desde hace 34 años en democracia.

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