Oír no es escuchar ni interpretar su dolor: 10 señales de alerta para evitar que tu hijo se quite la vida.

Por año, cerca de 800 mil personas se suicidan y muchas más intentan hacerlo. Afecta en especial a los adolescentes y jóvenes adultos: en 2015, fue la segunda causa principal de muerte entre los 15 y los 29 años en todo el mundo, después de los accidentes de tránsito.


Mientras permanece intacta la dificultad histórica de los adultos para poder interpretar los pedidos de ayuda de los chicos, los casos de suicidio o intentos entre los más jóvenes crecen año tras año. En la Argentina, la tasa de suicidios en los adolescentes aumentó más del doble en las últimas dos décadas, según un informe de Unicef.


"Pasó de 2,5 durante el trienio 1990-1992 a 6,9 durante el trienio 2013/2015 cada 100.000 habitantes", remarcó la investigación. Además, la Encuesta Mundial de Salud Escolar, que se realizó en todo el país en 2012 -último dato disponible-, reveló que el 17% de los adolescentes consideró quitarse la vida ese año, a la vez que había aumentado en un 3,5% los casos de chicos que habían realizado un plan concreto de cómo suicidarse: pasó del 12,6% en 2007 al 16,1% en 2012.
Cuando una persona se suicida, siempre lo hace por un conjunto de razones, nunca por una única causa



El suicidio es prevenible. De acuerdo a un estudio de expertos de la OMS, la mayoría de las personas que intenta suicidarse es ambivalente y no busca exclusivamente la muerte. El suicida, se supone, no quiere fallecer sino que desea parar de sufrir, y no encuentra otra salida más que la muerte. Esta premisa se complementa con la idea de que los niños de 8 a 11 años no tienen noción de que la muerte es para siempre, y muchos adolescentes tampoco; por eso, pueden llegar a pensar que cuando estén muertos, las personas que los hicieron sufrir recapacitarán y dejarán de provocarles dolor cuando resuciten.


Frente a este contexto, es vital entender que el suicidio - que jamás es por una única causa sino por un conjunto de factores- es prevenible mediante intervenciones oportunas. “Indicar que signos de alarma son por ejemplo que un chico se aísla, se encierra en su cuarto o no quiere ver a sus amigos provoca que los adolescentes se sientan doblemente atacados porque no todos los que se encierran o aíslan están cerca del suicidio, e incluso algunos se sienten muy lejos de ahí”, advierte la directora del Centro de Atención al Familiar del Suicida, Diana Altavilla.

No importa si el chico está con una familia afectuosa, si el adolescente se vive desamparado es un factor de riesgo



Para la psicóloga, cuando se observa, se siente o se percibe en un adolescente o joven el estado de desesperanza y de desconcierto permanente (y que eso no produce un pensamiento y una acción válida, sino que se instala como algo cotidiano, y genera agobio y desamparo) se está frente a un indicador del suicidio.

La desesperanza, el no saber qué recursos disponibles hay, pensar que si los hay no van a concretarse, la sensación de fracaso, dolor psíquico muy extremo, dolor físico que se supone que no va a terminarse, y la vivencia de desamparo en los adolescentes es lo más demoledor: no importa si el chico está con una familia afectuosa, si el adolescente se vive desamparado es un factor de riesgo”, explica Altavilla y completa: “En una conversación donde los padres adviertan señales de desamparo es mucho más importante que si su hijo se encierra en el cuarto o no quiere hablar”.

El suicida no quiere fallecer sino que desea parar de sufrir



¿Pero qué pasa si el joven no quiere mantener ningún tipo de diálogo? “Si no habla con absolutamente nadie, no se junta con nadie, no comenta nada, está sin lazos, sin ningún tipo de vinculación saludable ahí algo está pasando, eso sí es una alarma”, aclara Altavilla, quien forma parte de la Comisión de Expertos para la reglamentación de la Ley Nacional de Prevención del Suicidio, sancionada en marzo de 2015 pero aún no reglamentada.

De acuerdo a la psicología, buscar el aislamiento absoluto es una señal de riesgo porque los seres humanos tendemos al lazo social, a los apegos y a amistades saludables que nos hacen crecer. Por lo tanto, si un chico siente que no los tiene, por más que haya a su alrededor gente valiosa, si ese adolescente no lo siente, es uno de los signos clave para prevenir el suicidio.

Otro factor importante a tener en cuenta siempre es si el adolescente dice que las personas no lo escuchan, aunque los oiga. “En la popular serie de Netflix 13 razones para… se desliza cuántas veces alguien no escucha al otro. Y que haya alguien que oiga pero no escucha bien tapona con sus respuestas lo que le pasa al otro, le dice lo que le pasa, interpreta lo que le pasa, pero no lo acompaña a reconocer juntos qué es lo que le pasa, por lo tanto, eso no ayuda en nada”, remarca Altavilla al hablar de un error frecuente entre adultos y padres en contacto con niños y adolescentes.

“La mayor parte de las veces el chico no sabe por qué está mal. Entonces, el mejor acercamiento es tener buen diálogo, no violento, no agresivo, no terminante de los padres para que en un espacio de diálogo muestre interés real por ese chico, lo mire mirando, lo escuche escuchando, se solidarice en actos efectivos. Todo esto es mucho más importante para la emergencia”, aconseja la experta en asistencia a personas en riesgo y resume: “La sensación de presencia vale mucho más que un gran sistema de salud pero donde el chico siente que nadie lo escucha”.

TELÉFONOS DE AYUDA


Asociación Argentina de Salud Mental (011) 42000-6824
Centro de asistencia al suicida en Buenos Aires (011) 5275-1135
Centro de atención al familiar del suicida (011) 4758-2554

0 Comentarios