El Papa Francisco me pidió que sonriera. El
día que lo conocí le dije a Néstor Kirchner que el Frente para la Victoria
ganaría las elecciones del 2003. Le regalé a Hugo Chávez la colección completa
de libros de Evita. Se levantó con uno de los libros en las manos, salió del
quincho, buscó en el cielo la estrella más brillante, se hizo la señal de la
cruz y dijo: Santa Eva… El verdadero motivo de mi famosa pelea con Lousteau:
contenedores de carne. Considero que la misión comercial a Angola fue un
éxito, son algunas de lps eventos claves que se destacan en la obra que
Guillermo Moreno presenta mañana en la Feria del Libro.
Guillermo Moreno fue durante
doce años uno de los más destacados
funcionarios de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner.
Ahora, revive esa época en su
flamante libro de memorias: “En Defensa del Modelo”, que será publicado este
mes por la editorial Sudamericana.
A continuación, algunas de
las revelaciones más sorprendentes del libro:
·
Moreno le
dijo a Néstor Kirchner el día que lo conoció que el Frente para la Victoria
ganaría las elecciones del 2003
En este pasaje, Moreno cuenta
cómo comenzó su relación con Néstor Kirchner, un encuentro en la Casa de la
Provincia de Santa Cruz con el entonces gobernador y candidato presidencial
para discutir sobre el plan económico que presentaría , y asegura que
inmediatamente se dio cuenta que el santacruceño llegaría lejos.
“Para obedecer la consigna de
quien nos había convocado para hablar del ítem de la economía, permanecí
callado mientras Kirchner insistía en lo pernicioso del déficit fiscal.
Hasta que no pude más y tomé
la palabra para señalar (…) que las malas interpretaciones de los problemas
económicos hacían colapsar a los gobiernos y que la prueba contundente la
teníamos en el reciente gobierno de la Alianza.
En ese momento vaticiné, por
primera vez, que el Frente para la Victoria iba a ganar las elecciones y dije
que un diagnóstico equivocado podía causar un nuevo fracaso: no era lo mismo
pensar que el problema provenía del desequilibrio fiscal, que de la falta de
dólares, por la baja competitividad sistemática”.
·
Moreno le
regaló a Hugo Chávez la colección completa de libros de Evita
De visita en Venezuela como
secretario de Comunicaciones del gobierno de Néstor Kichner, Moreno conoció al
entonces presidente Hugo Chávez durante las reuniones por la creación del
Enarsa.
El regalo que le obsequió al
líder bolivariano estaba vinculado con una mujer que ambos admiraban.
“Cuando llegué a Caracas, el
presidente Chávez me invitó a una cena privada en el quincho edificado en la
terraza del Palacio de Miraflores.
Estábamos los dos solos
disfrutando de una noche caribeña con una temperatura perfecta, ni frío ni
calor, y me pareció el momento propicio para entregarle el presente que le
había llevado desde Buenos Aires: la colección completa de los libros de Eva
Perón, que mi esposa Marta había comprado para él.
Él se levantó entonces de la
mesa con uno de los libros en las manos, salió del quincho, buscó en el cielo
la estrella más brillante, se hizo la señal de la cruz y dijo: Santa Eva, cuida
al pueblo venezolano, pero sobre todo cuida al pueblo argentino.
Emocionado, volvió al
quincho: Ahora sí, vamos a cenar”.
·
El motivo
de su famosa pelea con Lousteau: contenedores de carne
La discusión por el aumento a
las retenciones dentro del Gabinete durante el conflicto con el campo por la
resistida resolución 125, allá por 2008, se hizo visible en un acto
oficial en el que Moreno y el entonces ministro de Economía Martín Lousteau
protagonizaron una feroz discusión, que trazó una línea divisoria.
El 1 de abril, temprano por
la mañana, recibí un llamado de la señora presidenta, en el que me comunicaba
que en ese momento en el puerto de Buenos Aires se embarcaban contenedores con
carne bovina. “Señora, desconozco la situación”, le respondí.
El contrasentido era grave:
si no había carne para nuestro pueblo, producto del lock-out patronal, ¿cómo
era posible que se fletara carne al exterior?
Cristina me instruyó que
revirtiera la acción.
La respuesta de la directora
general de Aduanas -“Ya lo soluciono”- me tranquilizó.
En la Secretaría nos
organizamos para ir al acto. Como estaba planificado, subimos todos al palco, a
la espera el discurso presidencial.
Tal cual salimos en las
fotos, mientras aguardábamos la llegada de Cristina, Lousteau se encontraba a
dos ministros por medio (Juan Carlos Tomada y Jorge Taiana).
Más que informarme, me
gritaba que él había permitido el envío de carne para destrabar el conflicto
con los frigoríficos exportadores.
Hubo todo tipo de gestos.
En las fotos se advierte que
le contesto con el mismo tono que, dada la lógica del mercado, eso no
garantizaba el abastecimiento interno y que la vocación del gobierno era
proveer primero lo local y luego lo internacional.
Me responde que lo había
desautorizado.
Mis gestos transmiten mi
respuesta: que un conflicto por la comida implicaba una gravedad extrema y que
no había posibilidad de estar en ambos bandos al mismo tiempo.
No sé si el ministro era
consciente del lenguaje de sus gestos, pero doy fe por los míos: sencillo, la
mano sobre mi cuello fue la última frase de la discusión (“De qué lado estás”).
El desabastecimiento de
alimentos había trazado una línea divisoria.
Había que optar de qué lado
de la raya se estaba.
·
Moreno se entera de la muerte de Néstor Kirchner desnudo y
recién salido de la ducha
Moreno minimiza la mala salud
en la que se encontraba Néstor Kirchner en 2010, año de su muerte, y
responsabiliza a los medios de agravar su condición.
Sin embargo, reconoce que
luego el cuerpo comenzaría a pasarle factura por tanta presión y trabajo, y
comparte detalles sobre el día del fallecimiento del ex presidente.
“Ese miércoles me levanté más
tarde, desayuné y, a las ocho y media, mientras estaba en la ducha, escuché que
sonaba lo que familiarmente denominábamos “el teléfono del esclavo”, el que
solo tenían mis secretarias, la presidenta y algún cuadro importante del
gobierno.
Ni mi familia lo tenía, ya
que con ellas me manejaba con el Nextel de siempre.
La tercera vez que sonó el
teléfono salí corriendo de la ducha.
Era el compañero dirigente
Roberto Porcaro: “Loco, se nos murió Kirchner”, me dijo con tono angustiado.
Me senté como pude así como
estaba, desnudo, chorreando agua en la silla de pana del living con el celular
en la mano, completamente consternado.
Luego tomé conciencia de que
había caminado casi diecinueve metros, mojado, desde el baño hasta el living.
Reaccioné cuando vi el rostro
de mi mujer y la escuché preguntarme sorprendida: “¿Qué pasó?”.
No sé si llegue a
recuperarme.
Mecánicamente tomé el
teléfono, llamé al ministro De Vido y él me confirmó la noticia con tristeza.
Después me dio una
instrucción que lo destaca como cuadro político: “Hay que seguir con todo y lo
vamos a hacer por él”.
·
Moreno
considera que la misión comercial a Angola fue un éxito
Promocionada
en su momento como la punta de lanza para conquistar África,el ex secretario de
Comercio hace un balance completamente positivo de la experiencia.
“El
embajador de Angola en la Argentina, Herminio Escorcio, antiguo jefe de
protocolo del líder revolucionario AntónioAgostinho Neto, sugirió generar una
misión comercial de nuestros empresarios a su país.
Analizamos
los vínculos comerciales ya existentes, sus riquezas naturales y su condición
geopolítica y llegamos a la conclusión de que cumplía nuestras expectativas:
compartíamos el eje sur-sur del océano Atlántico, era un destino no tradicional
y a la vez beneficioso, y si bien su economía crecía a buen ritmo los efectos
de la guerra civil aún estaban presentes en la enorme cantidad de minas
antipersonales enterradas en los campos, cosa que durante años había impedido
el desarrollo agricologanadero.
Dado que
la propuesta que me había hecho el embajador Escorcio concordaba con la
política que nosotros habíamos iniciado, la primera misión que emprendimos fue
hacia la República de Angola. (…)
Nuestra
economía necesitaba salir en busca de nuevos mercados.
Pero ¿qué
se pretendía?
¿Que las
pymes le vendieran a Alemania?
Tanto el
clima que se consiguió en la delegación como los negocios que se iniciaron
demostraron el éxito de esta primera iniciativa; no solo por los contactos que
se generaron entre los empresarios argentinos y angoleños, sino también por las
múltiples relaciones que se originaron en el seno de la delegación argentina”.
·
Cuando conoció a Diego Maradona, Moreno supo que serían amigos “para
toda la vida”
Antes de transmitir programas
de radio en conjunto y amenazar con fundar el “peronismo maradoniano”, Moreno
era solo otro fanático más de Maradona que soñaba con conocer al Diez, hasta
que un encuentro en Dubai los unió.
“Había terminado la ronda de
negocios y la presidenta Cristina reclamaba mi presencia en Abu Dabi.
Ya durante mi viaje de
regreso a Dubái, a veces pensaba en las pocas posibilidades de que Diego
hubiese aceptado nuestra invitación y otras en que tal vez sí había aceptado y
yo no llegaría a tiempo para verlo.
De todo aquel pesimismo, lo
que más me contentaba era creer que él pudiera estar en el hotel acompañando a
nuestra comisión…
Cuando vi a Diego vi al diez,
a la mano de Dios, vi los goles de los mundiales que había seguido por
televisión en el living de mi casa.
Ahí estaba, frente a mí, en
el jardín del hotel, rodeado de las personas de la delegación y esperándome
para comer.
Desde ese momento nos hicimos
amigos para toda la vida, ya que él, con la humildad que solo los grandes
poseen, no tuvo inconveniente en esperar una hora y media que yo volviese de
Abu Dabi”.
·
El papa
Francisco le pidió que sonrieran para su foto de despedida de Roma
La primera audiencia privada
entre Francisco y el presidente Mauricio Macri será recordada por los gestos
adustos del Pontífice ante las cámaras, pero el último encuentro entre
Francisco y Moreno en el Vaticano, quien abandonaba su cargo de agregado
económico de la embajada argentina en Roma, parece haberse realizado en un
ambiente más amistoso.
“El 5 de diciembre acudimos
con mi esposa a la residencia de Santa Marta. Francisco nos recibió junto a su
secretario privado, Fabián Pedaquio.
La sala era de dimensiones
reducidas; una mesa para apoyar algo pequeño y un juego de cuatro sillones.
La sobriedad acompañó la
armonía en la que se desarrolló la reunión.
No era la primera entrevista
que teníamos con Su Santidad.
Sin embargo, ver a mi obispo
de Buenos Aires convertido en Papa en Roma me provocó un sentimiento ambiguo,
entre esa paz que él irradia y el orgullo que aguijonea, acompañado por la
tristeza de tener que despedirnos.
Pensé que tal vez fuera la
última vez que nos veríamos.
No hay despedidas felices.
(…)
Volví la mirada hacia el
Santo Padre y le pregunté si podíamos sacarnos una foto y hacerla circular.
Él accedió amablemente.
Su secretario privado nos
indicó de qué modo acomodarnos.
Tras el primer intento el
Papa Francisco comentó: “No, Moreno. Si la va a subir a las redes, al menos
tenemos que sonreír”.
Y efectivamente eso hicimos.
Volvimos a posar, esta vez
sonrientes y mirando a la cámara”.
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