VÍCTIMAS Y VICTIMARIOS
Respuesta del Grupo de CURAS en la OPCIÓN por los POBRES
No
hay reconciliación posible entre víctimas y victimarios, particularmente cuando
estos no han dado ni un solo paso en ese sentido: siguen afirmando que lo que
hicieron fue lo correcto, siguen sin dar información sobre los
detenidos-desaparecidos, siguen sin dar información sobre los entonces niños
apropiados, siguen en una cadena de silencio y complicidad cuyas resonancias
siguen día a día presente en la sociedad.
Sobre esto
quisiéramos señalar algunos elementos importantes:
No hay reconciliación
posible entre víctimas y victimarios, particularmente cuando estos no han
dado ni un solo paso en ese sentido: siguen afirmando que lo que hicieron
fue lo correcto, siguen sin dar información sobre los
detenidos-desaparecidos, siguen sin dar información sobre los entonces
niños apropiados, siguen en una cadena de silencio y complicidad cuyas
resonancias siguen día a día presente en la sociedad.
- Si de tiempo de reflexión se trata, quizás la Comisión Episcopal Argentina (CEA) debiera comenzar por revisar sus propios archivos, y convocar a los capellanes militares para conocer de propia mano las complicidades y la activa participación en un terrorismo de estado del cual varios de sus miembros fueron responsables y ejecutores. Si lo que pretenden es – a 41 años del golpe cívico-eclesiástico-militar – saber qué pasó, seguramente tendrán buen material en sus propios archivos.
- Siendo que muchos creemos que una buena parte del Episcopado de aquel entonces fue instigadora, ”bendecidora”, o al menos cómplice silencioso del genocidio, no nos parece sensato que clamen por una reconciliación o encuentro sin comenzar por pedir expreso perdón a las víctimas y esperar de ellas que por propia iniciativa decidan si quieren o no otorgarlo. La deseada reconciliación no es una conciliación obligatoria.
- La actitud episcopal llama la atención por una nueva referencia a la teoría de los dos demonios, aunque en muchos momentos pareciera que sólo están preocupados por lo que entienden como “el demonio principal”. Cristian von Wernich sigue sin ser expulsado del estado clerical a pesar de haber sido condenado por la justicia independiente por crímenes de lesa humanidad. Todavía se encuentran con vida capellanes de las fuerzas armadas y de seguridad que tienen mucho que informar y que fueron “cómplices sagrados” de la represión ilegal en nombre de una cultura occidental y cristiana, por ejemplo. Mons. Eugenio Zitelli de Rosario, Emilio Graselli y muchos otros.
- Lamentablemente no resulta sorprendente que la CEA haya esperado un gobierno negacionista y con gran cantidad de amigos o cómplices del genocidio entre sus filas. El modelo económico de la dictadura se repite en la actualidad con casi total coincidencia de acciones y principios; y – como ayer – asistimos impávidos al silencio episcopal ante sus graves consecuencias: hambre, desnutrición infantil, empobrecimiento, desocupación, represión, endeudamiento, presos políticos, sometimiento imperial, etc. El nombramiento de un nuevo obispo castrense no hace sino alentar nuestros temores.
- Mientras el actual gobierno
manipula un acomodaticio poder judicial, quita recursos, interviene en las
prisiones domiciliarias de genocidas, y –por otro lado– reprime
indiscriminadamente y quita recursos a las provincias o instituciones que
no le son “amigables” asistiendo a un revanchismo de clase doloroso y
preocupante repetimos que toda reconciliación, o encuentro empieza
posicionándonos claramente del lado de las víctimas. Quedar bien “con Dios
y con el diablo” sin duda nos dejaría bien con este y rechazando a aquel.
Creemos
que nuestra misión como seguidores del crucificado, asesinado y también
resucitado por el Padre Dios indicando de qué lado toma partido, es permanecer
junto a los crucificados, entre quienes contamos a los miles de familiares que
todavía hoy ignoran el destino de sus familiares, la identidad que les fue
negada, o la justicia que quedó cajoneada. Y junto a esos y esas crucificados,
seguir buscando y haciendo memoria, verdad y justicia.
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