Por Walter Páez
El proceso de reorganización de las fuerzas productivas y sus consecuencias que inició Mauricio Macri el mismo 10 de diciembre de 2015 está entrando en una nueva fase. Haber engañado a la población durante la campaña, repitiendo hasta el hartazgo sobre las concretas posibilidades de vivir mejor que teníamos todos los argentinos y que el kirchnerismo se resistía a llevarlas a la práctica por mero egoísmo y tozudez, le siguió la exhibición de su contracara y muestra el verdadero rostro que a fuerza de mentiras y marketing pudieron ocultar hasta las elecciones.
Desde el primer día el plan tenía como objetivo desmantelar todas y cada una de las políticas públicas que apuntaron a consolidar una sociedad más igualitaria. El poder económico, en esta oportunidad encarnado en Macri, aspira a recuperar la rentabilidad que supieron tener durante décadas sobre la base de la superexplotación para luego fugarlas del país eludiendo los impuestos correspondientes y avanzando en ese espíritu saqueador que tuvieron desde la conquista del desierto diezmando a pueblos originarios enteros. Para volver a tener esas super ganancias debían desmantelar lo que el kirchnerismo construyó en más de una década enfrentando la voracidad del capital económico y financiero nacional e internacional que a esta altura resulta imposible negar que tienen para la Argentina reservado un lugar en donde no todos los argentinos conservarán su dignidad.
Por ese motivo, para concretar el objetivo que siempre tuvo el poder económico, había que hacer hocicar a los trabajadores que después de la tragedia que generó la aventura neoliberal instalada en Argentina a punta de pistola en 1976 y concretando cada una de sus recetas harto conocidas a sangre y fuego, después de esa aventura vergonzosa que arrojó al 57% de la población a la pobreza, habían logrado recuperar no solamente el entramado productivo e industrial si no también el salario. Desde 2003 hasta el 2015 (exceptuando el año 2014 en donde el pico máximo de la crisis internacional y la restricción externa sumado a la presión jurídico internacional que nos acorralaba con los buitres del capital financiero internacional hizo imposible conservar la tendencia al alza del salario) siempre el salario le fue ganando a la inflación.
Al discurso sobre el consumo descontrolado y ficticio al que nos había inducido el kirchnerismo, le siguió el desmantelamiento de las políticas que apuntaban a cuidar el salario (precios cuidados, control de la cadena de valor, políticas para evitar la destrucción de empleo como los REPRO, los subsidios a los servicios básicos y el transporte, etc….). A este desmantelamiento, le siguió la destrucción del aparato industrial principal objetivo de los países centrales para colocar sus excedentes en nuestro mercado y derivar a la periferia las consecuencias de la crisis internacional. Todo este desmantelamiento fue ofrecido al poder económico y financiero nacional e internacional a cambio de abrir la canilla del endeudamiento en los mercados internacionales que tan feliz hace a los fugadores seriales de la Argentina. La destrucción del aparato productivo y la sindicalización de los trabajadores es el objetivo madre del modelo macrista que apunta siempre a la desorganización y fractura del movimiento obrero para pulverizar el salario y lograr la rentabilidad que se menciona en párrafos anteriores. El macrismo amparado en el blindaje mediático y judicial del que goza desde que accedió al poder, esperaba llegar con más aire a las elecciones de octubre pero el deterioro social acelerado les ganó de mano y lo que antes parecía una amenaza se transformó en hecho: comienza a partir de ahora la fase represiva de consecuencias insospechadas.
El macrismo está intentando instalar la idea de que hay una cierta insurrección, que hay actores que desestabilizan, que la protesta que ayer les sirvió y apoyaron para desgastar a CFK, hoy amenaza la paz y la unión de los argentinos. Es preciso instalar esa idea para poder desplegar la represión que necesitan para implementar el plan económico que excluye a dos terceras partes de la población y multiplica el capital del sector agrario-finaciero y el de algunos sectores industriales que viven de la exportación y necesitan salarios míseros.
Es preciso estar alertas y preparados porque el clima lo están generando, las víctimas se comienzan a registrar, la reacción popular se generará más temprano que tarde y ahí están las armas que en secreto compraron a los EEUU, para que todos los argentinos sepamos que si con las armas que hoy tienen, encarcelan, reprimen y embisten a las organizaciones sociales, qué nos espera cuando las armas que sus jefes norteamericanos les venden lleguen definitivamente a suelo argentino y el clima se haya enrarecido como consecuencia de la resistencia popular a este plan de hambre para el pueblo e impunidad para estos gerentes de empresas que se fijaron el objetivo de saquear al país.
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