La jueza federal Marta Yañez declaró: “No descarto que el submarino haya sido atacado, no descarto que el Ara san juan haya sido blanco de un ataque extranjero”
Contundentes declaraciones de la jueza a la que se suma la información aportada por Luis Tagliapietra, padre de Alejandro, tripulante del ARA San Juan, quien afirmó hoy a la prensa “que fue informado fehacientemente por fuentes de la Armada, que el submarino, antes del episodio trágico, había cambiado su derrotero ordenado por superioridad, eligiendo circular por zona de talud y había duplicado su velocidad, todo consistente con una escapatoria a un ataque de torpedos”.
Esa versión indicaba que “La nave estaba en misión de observación en una zona vedada”.
Esto determinó la aseveración de los informantes: “No hubo comunicación porque la comunicación estaba vedada para esa operación”.
La consideración, en línea con el artículo mencionado, merece credibilidad porque el padre del submarinista sólo puede resultar damnificado por su afirmación.
Valiente, y seguramente dolorido e indignado por el oscuro destino de su muchacho, se ha jugado a decir lo que sabe, contrastando con la hipótesis oficial, difundida por el diario La Nación, acerca de una “desgracia” propia de las dificultades técnicas de un país de tono menor.
Ahora bien: estamos ante una acción condenable del Estado nacional por no vertir la noticia sobre la explosión en tiempo y forma.
Nos encontramos frente a la paradoja que muestra a los Estados Unidos como el respaldo decisivo para indagar ese sonido, cuando las probabilidades de un ataque remiten lógicamente a naves de ese origen o de Gran Bretaña, si el ARA San Juan se hallaba en las cercanías de las Islas del Atlántico Sur.
Aguad, que otrora robó al Estado nacional la friolera de 60 millones de dólares, siendo condonado su grave delito por la administración Macri, y ahora como premio, devenido en ministro de Defensa, desapareció de la escena pública, no dando ninguna explicación por este grave hecho que se cobró la vida de 44 marinos argentinos.
Mientras tanto, Macri salió a balbucear viejos discursos de campaña sosteniendo ”vamos juntos con esto”, cuando en realidad son los 44 marinos los que fallecieron bajo su única responsabilidad,
Contundentes declaraciones de la jueza a la que se suma la información aportada por Luis Tagliapietra, padre de Alejandro, tripulante del ARA San Juan, quien afirmó hoy a la prensa “que fue informado fehacientemente por fuentes de la Armada, que el submarino, antes del episodio trágico, había cambiado su derrotero ordenado por superioridad, eligiendo circular por zona de talud y había duplicado su velocidad, todo consistente con una escapatoria a un ataque de torpedos”.
Esa versión indicaba que “La nave estaba en misión de observación en una zona vedada”.
Esto determinó la aseveración de los informantes: “No hubo comunicación porque la comunicación estaba vedada para esa operación”.
La consideración, en línea con el artículo mencionado, merece credibilidad porque el padre del submarinista sólo puede resultar damnificado por su afirmación.
Valiente, y seguramente dolorido e indignado por el oscuro destino de su muchacho, se ha jugado a decir lo que sabe, contrastando con la hipótesis oficial, difundida por el diario La Nación, acerca de una “desgracia” propia de las dificultades técnicas de un país de tono menor.
Ahora bien: estamos ante una acción condenable del Estado nacional por no vertir la noticia sobre la explosión en tiempo y forma.
Nos encontramos frente a la paradoja que muestra a los Estados Unidos como el respaldo decisivo para indagar ese sonido, cuando las probabilidades de un ataque remiten lógicamente a naves de ese origen o de Gran Bretaña, si el ARA San Juan se hallaba en las cercanías de las Islas del Atlántico Sur.
Aguad, que otrora robó al Estado nacional la friolera de 60 millones de dólares, siendo condonado su grave delito por la administración Macri, y ahora como premio, devenido en ministro de Defensa, desapareció de la escena pública, no dando ninguna explicación por este grave hecho que se cobró la vida de 44 marinos argentinos.
Mientras tanto, Macri salió a balbucear viejos discursos de campaña sosteniendo ”vamos juntos con esto”, cuando en realidad son los 44 marinos los que fallecieron bajo su única responsabilidad,
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