Columna de Dr. Jorge Rachid 

A lo largo de la historia de nuestro país y de Latinoamérica, los procesos políticos se dirimieron por lucha de facciones, que no expresaban otra cosa que miradas diferentes, concepciones institucionales, puja de intereses en definitiva, ideologías que confrontaron por llevar adelante sus ideas y concretarlas.
Finalmente, después de Caseros las facciones vencedoras escribieron la historia y pretendieron totalizar al país, desde una concepción liberal involucrando, desde una hegemonía consolidada, a todos los argentinos, que fuimos sometidos por décadas a un “discurso único”, héroes de bronce sin vida, ocultamientos de aquellos que existieron y fueron masacrados, escribiendo una Constitución Nacional en el siglo XlX, que siguen flameando hasta hoy, como piedra basal del país, desconociendo el conjunto del país real.
Sólo Irigoyen y Perón interrumpieron esa larga historia de hegemonía liberal, abriendo las puertas a los sectores ignorados, postergados y explotados por la lógica capitalista salvaje, que pretendía consolidar el país agro exportador, postrado a los intereses del imperio inglés en aquella época y el norteamericano en el interregno de ambas guerras mundiales, después de derrocar vilmente a Irigoyen.
Es obvio que Perón y Evita no podían ser queridos por esos sectores, que desde antes de las elecciones de 1946, intentaron borrar, encarcelar y eliminar al General, incluso deteniéndolo mientras era Vicepresidente, Ministro de Guerra y Secretario de Trabajo, lo cual originó el rechazo del pueblo y la explosión popular de las masas el 17 de octubre, que le puso apellido al Líder y nombre al movimiento nacional y popular en la Argentina.
Encima en la máxima expresión de su independencia Perón plantea la Tercera Posición ante un mundo encadenado por las potencias de la posguerra, rompiendo la lógica del hegemonismo mundial, a lo que agrega la Independencia Económica en Tucumán, la Soberanía Política y la Justicia Social, banderas que los sectores oligárquicos consideran hasta hoy, lesivos a sus intereses.
De ahí que nuestra marcha partidaria grita: “combatiendo al capital”, al cual sólo concebimos al servicio de los intereses del pueblo.
Los 12 años de recuperación y reconstrucción de la Patria que llevó adelante el peronismo desde el mismo 2001, cuando la crisis ahogaba las posibilidades de mantener al país viable, con un pueblo lastimado y su economía violada por los mismos protagonistas de hoy, originaron la misma reacción que entonces, con más persecución, más represión, más mentiras y calumnias de todo tipo, que intentan llevar otra vez a la Argentina de un punto de no retorno, que claudique definitivamente ante los poderes hegemónicos internacionales.
Eso está pasando hoy.
Sin embargo desde el primer minuto del gobierno neoliberal se enfrentó con movilizaciones al principio sectoriales por despidos, luego en defensa de los DDHH, por Milagro Sala, por Santiago Maldonado, por el 2×1 de la Corte Suprema de Justicia, las del movimiento obrero por las paritarias y la apertura de la economía que destruye industria nacional, a las cuales se sumarán ahora en la calle las protestas que intentarán frenar las políticas anunciadas, que arrasan derechos adquiridos y cultura nacional del trabajo.
Es que EEUU a través del Banco Mundial en las políticas sociales: salud y educación en especial, el FMI presionando sobre los ajustes estructurales de la economía y las bases militares que plantea, tiene un apuro especial en posicionarse definitivamente en América Latina en función de sus intereses estratégicos, ante la pérdida constante que está sufriendo en el frente bélico en donde desde hace 16 años no puede consolidarse, ni siquiera en Afganistán, perdió en Siria e Irak, no pudo expandir su escudo OTAN en Rumania, Ucrania y Polonia, perdió la guerra de las monedas con China y la Ruta de la Seda, por lo cual posicionarse en nuestra región, es su última retaguardia.
Entonces en este contexto debemos leer los avances del neoliberalismo, que en forma brutal e inhumana vienen practicando en los países en que han podido desalojar los llamados por ellos “populismos”, verdaderos enemigos de sus intereses, al defender los pueblos y sus derechos de los saqueos a los cuales los sectores hegemónicos imperiales han sometidos a los países sudamericanos a lo largo del siglo XX y principios del XXl. Esa política fue frenada por el No al ALCA, lo cual ocasionó la inserción del UNASUR al mundo multipolar, abandonando “las relaciones carnales”.
Será sin dudas un camino largo de lucha el que se abre al conjunto del pueblo argentino con su memoria aún fresca tanto de la crisis del 2001, como de los años felices de la década ganada, para ellos “pesada herencia”, ya que la calle y no sólo las urnas dirimirán el conflicto emergente de políticas agresivas al patrimonio nacional, a la dignidad del pueblo, a los derechos de trabajador, lastimando jubilados y pensionados, además de PYMES.
No hay otro escenario que luchar, impidiendo el avance de estas políticas y serán los legisladores del campo nacional, quienes deberán dar batalla parlamentaria en cada caso.
La historia juzgará a quienes dejan hoy sus bancas y a quienes llegan, ya que suele ser implacable en la memoria del pueblo.

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