Por Mónica Papaianni
 
Las declaraciones de Macri, inmediatamente de su regreso a la Argentina, no pudieron contar ningún logro en Europa. Simplemente porque no lo hubo.

Siguiendo las premisas futbolísticas que marcan: “la mejor defensa es un buen ataque” y lejos de dar explicaciones de su fracasado viaje, Macri lanzó públicamente el pedido de renuncia de familiares de su equipo de funcionarios, quienes fueron contratados en distintos puestos del gobierno.

Todo parecía ser un baño de honestidad, pero la realidad marca claramente que es otro engaño que viene a tapar el reciente fracaso y la caída vertiginosa de la economía en la Argentina.

Resulta ser que cada uno de los familiares de los funcionarios macristas que son “conducidos” a renunciar a sus cargos, en realidad lo hacen para entrar en una instancia superior de negociados, dado a que muchos de ellos, con dinero del erario público, constituyeron consultoras y empresas que contratan en forma directa y permanente con el Estado Nacional, pasando de esta forma, de ser empleados a empresarios, con abultadas ganancias provenientes de “servicios” que nadie controla, ni controlará, ya que la oficina anticorrupción está habitada por Laura Alonso, macrista de la primera hora, quien se encarga de manera constante de “lavar” todo hecho delictivo ejercido desde la cabecera hasta el último funcionario del actual gobierno.

Pero esta historia no termina descubriéndose esta maniobra. Las nuevas consultoras de los familiares de funcionarios macristas, van a estar dedicadas a falsear información, a desplegar masivamente y a través de todos los medios, mensajes apócrifos para doblegar al electorado y conseguir la reelección tanto de Macri como de Vidal. Este nuevo ejército, que paradójicamente, el pueblo argentino financió sin saberlo, comienza a operar para que la sociedad padezca a Macri y cia´por 6 años más. Ergo, la sociedad argentina debe estar en alerta ante publicidades, llamados, mensajes y convocatorias al país de las maravillas, porque queda más que claro que en ese país siguen y pretenden seguir habitando ellos, ellos que no respetan a la Argentina ni a los más de 43 millones que estamos adentro, cautivos de la injusticia, la represión, la pérdida de soberanía, de las libertades individuales, y puntualmente, del derecho a comer un pan que no sea duro.

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