Italia ha votado con el estómago. Ha ganado el hartazgo. El nuevo populismo del Movimiento 5 Estrellas (M5E) ha sido el vencedor de unas elecciones que no allanan el camino hacia la gobernabilidad, pero que despejan el futuro de esta joven formación que promete acabar con los cánones políticos preestablecidos.

Según los primeros escrutinios, el partido liderado por el joven Luigi Di Maio, de sólo 31 años, ha vencido las legislativas italianas con el 30,78% de los votos ante el Parlamento. 

Los grillini superarían el 30% que se habían marcado como objetivo y se ratifican como el primer partido de Italia, por encima del porcentaje que obtuvieron en el 2013 (25,6%). “Los datos demuestran que todos deberán venir a hablar con nosotros. Es la mayor garantía para el pueblo italiano.

Deberán utilizar nuestros métodos de transparencia, corrección y credibilidad”, dijo antes de que se conocieran los primeros resultados oficiales Alessandro Di Battista, el considerado número dos de los grillini. Con estos resultados Di Maio, el grillino moderado, puede ahora intentar presentarse ante el Quirinal como fuerza mayoritaria para pedir el encargo de un gobierno.

Durante la campaña ha repetido que su objetivo es ser apoyado por el resto de los partidos en pactos concretos.

La coalición de centroderechas de Silvio Berlusconi, el otro vencedor de las elecciones

El otro vencedor de las elecciones sería la coalición de centroderechas del ex primer ministro Silvio Berlusconi. 

Las urnas les han otorgado el 36,92% del voto total sumando los tres partidos que la integran, Forza Italia de Il Cavaliere (13,48%), la Liga de Matteo Salvini (18,57%) y Hermanos de Italia de Georgia Meloni (4,27%). Estas cifras dieron la sorpresa de la noche. Salvini ha conseguido el sorpasso ante viejo caimán de la política italiana. Se impone así como primer socio de coalición y puede reclamar el puesto de posible primer ministro que han firmado.

La reconversión de la Liga en un partido ultraderechista de alcance nacional ha funcionado muy bien para su líder, que ha cuadruplicado el 4% de los votos del 2013. Su duro discurso contra los inmigrantes ha calado muy hondo.

El gran derrotado de la noche es el Partido Demócrata de Matteo Renzi, que sólo habría conseguido el 19,72% del apoyo popular. Los italianos le han castigado por faltar a su promesa de retirarse de la política tras perder la consulta por la reforma constitucional del 2016.

Renzi, uno de los líderes peor valorados de Italia, será ahora muy cuestionado en sus propias filas pese a haber ganado el mandato de secretario del PD hasta el 2021. Para él estas elecciones italianas suponían un segundo referéndum. El PD tenía en la cabeza el umbral del 25%, el resultado que obtuvieron hace cinco años con el izquierdista Pierluigi Bersani al frente, y se habían marcado el 20% como una catástrofe.

El líder del grupo en la Cámara, Ettore Rosato, dijo que con estos resultados pasarán a la oposición. “Está claro que para nosotros es una derrota evidente”, comentó Maurizio Martina, uno de los más altos responsables del PD y ministro de Agricultura del Gobierno Gentiloni.

A las puertas del Parlamento se ha quedado +Europa de Emma Bonino, que sólo ha llegado al 2,76% de los votos, mientras que Libres e Iguales, la nueva fuerza de izquierdas de los salientes del PD, se estrenaría con el 3,41%. Los neofascistas del CasaPound, en cambio, no han conseguido entrar tras contaminar la campaña electoral.

Los italianos se han despertado así con el peor escenario sobre la mesa, sin una mayoría que pueda garantizar el gobierno y con un rompecabezas de tres bloques muy diferenciados que impiden la gobernabilidad.

Ninguna de las opciones alcanzaría el umbral del 40% que marca la nueva ley electoral Rosatellum. Al final será el presidente de la República, Sergio Mattarella, quien deberá encargar la formación de un gobierno basándose en el mapa parlamentario. No será una tarea fácil: todos los analistas avisan que Montecitorio podría quedarse en pausa durante semanas.

Todos mirar la ley electoral ante la ausencia de una mayoría que garantice el gobierno.

Las largas colas desde primera hora de la mañana no reflejaron la participación. Al final estuvo alrededor del 73%, la más baja de la historia. Por primera vez desde el 2001, los italianos votaban la composición de sus cámaras en un solo día. 

Lo hicieron durante muchísimas horas, desde las siete de la mañana y hasta las once de la noche, cuando comenzaron a salir los primeros sondeos. Italia es un país con una alta tradición de asistencia a las mesas. Hasta ahora, el récord negativo lo marcaron las pasadas legislativas del año 2013, con un 75,2% de participación. Antes siempre había rondado el 80%.


“Es un ejercicio de democracia, y también una forma de deber cívico que se ejercita. Si queremos contribuir al crecimiento del bien común debemos todos hacer nuestra contribución. Es un derecho y un deber”, explicaba un sacerdote de la curia del Vaticano, que se acercó por la mañana a un colegio electoral. Italia ha votado. Ahora es el momento del laberinto de los pactos.

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