Daniel Arroyo conoce de primera mano el conflicto social. Le tocó
asumir la Secretaría de Políticas Sociales y Desarrollo Humano de la
nación en la Argentina..
Después condujo el
ministerio de Desarrollo en la populosa provincia de Buenos Aires hasta
2009, cuando abandonó el kirchnerismo para recalar tiempo después en el
Frente Renovador. Con esa fuerza obtuvo la banca en la Cámara de
Diputados, uno de los centros de gravitación política hacia donde
empieza a confluir el rearmado opositor.
Sobre esa construcción, el
futuro del massismo, la conformación de un “post peronismo”, la
situación social y las consecuencias del “Modelo M”
“Este año va a crecer la economía y va a crecer la pobreza, las dos
cosas a la vez. Yo creo que hay un desenganche porque va a crecer la
economía en soja, minería, sector financiero, lo que es la producción
primaria. Pero el gobierno quiere hacer competitiva la Argentina con
salarios bajos. Su idea es que se va a globalizar Argentina y va a
competir con base en salarios bajos, esa es una Argentina posible, pero
es una Argentina que deja a 20 millones de argentinos afuera”.
Es un título fuerte ¿Podría desarrollarlo por favor?
Hay tres tipos de trabajadores argentinos. Hay un argentino del siglo
XXI, que está vinculado a la soja, al mundo del conocimiento, a la
industria del Software. Que va, compite y lo hace bien. El actual
gobierno lo promueve y lo incita a globalizarse y a competir. Ese es un
argentino. Hay una segunda Argentina del siglo XX, la señora que cose
ropa en su casa, el gasista, el plomero, el carpintero, el que hace
changas. Ese mundo es el 35% de la Argentina, que está con dificultades
claras. Yo, por ejemplo, creo que la industria textil hay que cuidarla
porque tiene problemas. En China, en India, alguien hace la ropa más
barata que acá, pero en la industria textil trabajan mujeres y jóvenes
donde hay 20% de desocupación. Y después tenemos los argentinos del
siglo XIX, el pibe sin la secundaria completa perdido en una esquina.
Ese argentino necesita obra pública de pico y pala. Mi impresión es que
el gobierno ve bien a la Argentina del siglo XXI, pero no ve nada más.
Ese esquema de crecer con base en salarios bajos, ayudar a los que son
más competitivos y no cuidar el mercado interno te desengancha y te deja
20 millones afuera.
El proceso que describe no es una novedad. Argentina tiene
varias etapas históricas -la última más reconocible son los 90, pero más
atrás también- donde un gobierno compuesto por elites sociales propone
una rápida transición de un país de pico y pala a uno de punta. Esos
procesos siempre chocaron contra la mismo: la reacción de ese montón de
gente que queda afuera. Así surgieron los partidos de masas como el
radicalismo y el peronismo, por ejemplo. ¿El gobierno desconoce esos
antecedentes o los minimizan?
Es un gobierno que gobierna como si no hubiera leído nunca un libro de
historia. Es un gobierno que tiene un marco ideológico y entiende que
hay que hacer lo que no se pudo hacer. Por otro lado está cruzado con
los negocios. Los tres temas centrales en la Argentina son alimentos,
medicamentos y combustible. La pobreza de los próximos años estará
determinada por cuánto cuesta comer, cuánto sale un medicamento y cuánto
sale el combustible. Pero que tienen que regular esos mercados están
del otro lado del mostrador. Están pensando más en la rentabilidad que
en el control, y eso es una diferencia con otras épocas. En los ciclos
anteriores había algún especialista, algún técnico, alguno que creía más
en el mercado. Este gobierno es un conflicto de intereses caminando.
Arroyo, cree que la reacción popular a la actual restauración
conservadora constituirá “un tercer ciclo histórico que volverá a poner
sobre relieve la visibilidad de los invisibles”. ¿Cuáles serían los
anteriores?
El Yrigoyenismo, que le dio vida a lo que hoy llamamos
clase media a lo que antes era la chusma, lo que estaba fuera, la que
nadie veía. El segundo ciclo es el peronismo, que le dio vida a los
trabajadores, los sindicatos, la industrialización de la Argentina.
Antes de esos ciclos hubo tensiones, hubo situaciones preparatorias.
Para mí el kirchnerismo representa esa parte previa, como fue Alem en el
caso de Yrigoyen…
¿El kirchnerismo no constituyó un ciclo?
No, como no lo hizo Alem, como no lo hizo el anarquismo o el socialismo
en la previa del peronismo. Van constituyendo elementos que después se
consolidan en un ciclo.
Aquellos procesos reaccionaron frente a dictaduras o
autocracias impuestas con fraude, mientras que Macri fue elegido por el
voto popular aún a sabiendas de quién era y a qué sector representaba.
En eso también se diferencia de Menem, que llegó al gobierno con un
discurso opuesto a lo que después ejecutó…
Sí y no. El gobierno hizo campaña en modo zen y gobierna en modo
liberal. Hizo campaña diciendo “no voy a sacar el fútbol para todos, no
voy a sacar ningún derechos, etc., etc., etc.”, y después los sacaron.
Al mismo tiempo se dejaba traslucir que el núcleo central de las
política era pro mercado y liberal. La segunda cuestión es que el
gobierno encarnó una matriz cultural con cierto anclaje social. La cosa
meritocrática, la cosa de basta de los planes sociales, de que los que
reciben planes son vagos o delincuentes… Hay un esquema cultural que se
está incubando y este gobierno hizo pie en eso. Se está construyendo
sentido común y eso, a mi modo de ver, es una macana grande.
“Tenemos que ir a un post peronismo. El peronismo representa la
sociedad industrial, pero vamos a un esquema de otro tipo, que no es
solo industrial: es industrial, es de servicios, es de cuentapropistas.”
¿En qué consiste esa matriz cultural?
Que cada uno tiene que dar la vuelta como puede, de individualismo
competitivo. No me gusta, pero reconozco que hay una matriz cultural que
lo está acompañando.
O sea: hay ideología, hay matriz cultural, hay…
Hay negocio.
Y hay un esquema de negocio ¿Esos son los tres elementos que definen al macrismo?
Para mí sí.
¿Cómo ve a la oposición de cara a ese “tercer ciclo” que imagina?
Un pasito previo: en materia electoral, en el marketing y la
organización, Cambiemos está en el siglo XXI y el resto estamos en el
siglo XX. Además tejió redes sociales, económicas y políticas que
sustentan su matriz cultural. Después, hay que ser opositores. O sea,
estar en contra de la reforma previsional, estar en contra de la reforma
laboral, oponerse a procesos que esencialmente dejan a parte de los
ciudadanos afuera, y otras es construir un modelo alternativo que tenga
consensos básicos. El primero: que no se pueda robar. Segundo que
construya ideas claras respecto de qué hacemos con el mercado interno,
la industria textil, como nos encaramos frente al cambio de mercado de
trabajo que viene y ya está viniendo a la Argentina. Y representar a los
invisibles, representar a los que nadie ve. El tercero es no hacernos
los tontos con los problemas. Hay un problema de déficit fiscal. En la
Argentina el Estado gasta más de lo que tiene. No se puede construir una
alternativa sin partir de esa base. Hay un problema previsional. Hay
problemas estructurales no es tan fácil la cosa. Si logramos construir
esos consensos después cómo se lidera, y quién, se resuelve. Yo creo que
el punto clave es construir una oposición que represente algo distinto.
Una de las primeras cosas que mencionó es que debe ser
claramente opositor. ¿Es una autocrítica, teniendo en cuenta el rol de
“opo-oficialismo” que adoptó el Frente Renovador en el primer tramo del
gobierno de Cambiemos?
A ver. A mí me parece que los procesos…, que es lo que veo hoy, que no
lo veía hace cinco meses o cuatro meses que los procesos de cambio
cultural fuerte potencian blanco y negro. La verdad que en general la
verdad está en el medio, pero los procesos culturales conforman procesos
electorales más de confrontación. Entonces cualquiera que trate de
crear una alternativa, lo primero que tiene que decir es no, estamos en
contra de esto, esto está mal, este camino está mal. Ahora, decir eso
solo no alcanza, sino que hay que construir otra cosa. La sociedad me
parece que está mirando más la gestión de gobierno y eso da una
oportunidad para construir la oposición y de hecho el propio gobierno lo
está viendo. El discurso de Macri en la apertura de las sesiones
legislativas fue sobre su propia gestión. Se le terminó la excusa de
acusar por todo al gobierno anterior.
“Hay que construir una oposición muy amplia, no hay otra manera.
Este gobierno termina con más pobreza, más desocupación y con más deuda.
Y tendremos un problema para reconstruir. Eso va a requerir de un
frente bien amplio.”
¿El peronismo ya está en condiciones de constituirse en la columna vertebral de esa oposición?
Si lo pensara más en término de ciencia social, creo que tenemos que ir a
un post peronismo. Yo, que claramente vengo del peronismo, sé que el
peronismo representa la sociedad industrial, pero vamos a un esquema de
otro tipo, que no es solo industrial: es industrial, es de servicios, es
de cuentapropistas. El cambio de mercado de trabajo vino para quedarse,
hoy cualquiera de nosotros ya se ha conectado a sitios por Internet o
hace transferencias bancarias desde la casa o compra un mueble armado
del supermercado y lo lleva a su casa… Yo tengo la idea de que hay que
construir el pos peronismo, que no es el no peronismo, es el peronismo
más nuevas ideas. Ahí es donde hay una responsabilidad de los que
estamos en la política de abrirnos a las ciencias sociales, a la
academia. Cambiemos hace un análisis de la realidad, de los intereses
culturales de la familia. Hay que tomar ese ejemplo. Ninguna oposición
va a poder tener chance sin eso.
¿Qué rol imagina para Sergio Massa y el Frente Renovador?
Primero creo que el Frente Renovador hasta acá le ha hecho bien a la
política argentina, porque hemos planteado debates en un contexto que es
muy difícil hacerlo. La situación del impuesto a las ganancias, todos
los debates sobre el Código Penal, han salido del Frente Renovador. Yo
creo que he aportado al tema del empleo joven, me parece que hasta acá
tiene un valor importante en un contexto donde es muy difícil incorporar
temas a la agenda. Segundo, es un bloque que se hace notar por el
volumen que tiene, más allá de la cantidad de integrantes, eso es un
valor para construir la oposición. Y tercero Massa es una de las
poquísimas personas en Argentina en condiciones de ser presidente,
porque tiene un alto conocimiento público. Lo que está haciendo Massa, y
yo creo que está bien, es ayudar a construir un proceso de oposición.
¿La foto de diciembre en Diputados, donde kirchneristas y
renovadores trabajaron juntos para frenar la reforma previsional, fue
circunstancial, o fue un paso en esa construcción?
Quien ha acelerado la organización de la oposición ha sido el propio
gobierno, porque ha sido muy brutal. En los últimos 60 días del gobierno
redujo jubilaciones, asignaciones por hijos, pensión, subió todas las
tarifas que ya había subido, liberó el precio del combustible, aumentó
otra vez el precio del transporte, en abril vuelve a hacer otro aumento
de gas, 7000 despidos en enero. En un país donde está todo el mundo
endeudado a tasas altísimas, embargar las cuentas a sueldo es una
barbaridad. Inventan una nueva teoría de seguridad que consiste
esencialmente en vayan y tiren que después no pasa nada. El gobierno
después de las elecciones quedó muy desnudo. Eso es lo que aceleró los
procesos de la oposición.
“El discurso de Macri en la apertura de las sesiones legislativas
fue sobre su propia gestión. Se le terminó la excusa de acusar por todo
al gobierno anterior”.
¿La derogación del Mega DNU es será la primera prueba de la unidad de acción en el Congreso?
Sí, exacto. Ese DNU es una locura. En materia institucional es pasar por
arriba al Congreso y en materia social provoca daños por todos lados.
Tenemos que juntarnos e ir para atrás con eso.
Hace una semana hubo otra prueba, pero en la calle.
Sí.
Algunos de los protagonistas sindicales de 21F plantearon la
necesidad de darle formato institucional a la unidad en la acción. ¿La
dirigencia política está en lo mismo?
Lo mejor de esa marcha es que excedió a los propios convocantes. La
movilización, más allá de la tensión de (Hugo) Moyano y el gobierno,
superó a Moyano y a la propia idea que tenía el gobierno. Hay un montón
de gente que dice esto no va bien, acá estamos con problema. Yo creo que
estos procesos van acelerando la construcción.
En el “post peronismo” que imaginó Arroyo entran todos, o hay laxos
derechos de admisión. “A mí me parece que hay mucha oposición fuera de
lo partidario hoy, que son los movimientos sociales, los movimientos
autoconvocados”. La amplitud de su convocatoria contrasta con el “límite” que Massa trazó a Cristina Kirchner
Yo creo que hay que construir una oposición muy amplia, no hay otra
manera. Este gobierno termina con más pobreza, más desocupación y con
más deuda. Y tendremos un problema para reconstruir. Acá a quien le
toque gobernar, y espero ser uno de los que les toque gobernar, habrá un
problema para reconstruir. Hay una situación muy compleja, difícil, muy
desacomodada, con mucha tensión, con mucha violencia interna, con
desigualdad que se traduce en violencia, eso tiene que tener un frente
bien amplio.
“Vamos hacia un tercer ciclo histórico que volverá a poner sobre relieve la visibilidad de los invisibles”
Entiendo que no comparte con Massa que haya que trazarle un límite a CFK
Cuando uno en Argentina habla con nombres propios dura quince minutos en
política. Si hay un programa consolidado va a surgir una oposición
seria. La sociedad es más que la política en la Argentina, la sociedad
es más inteligente que la política, entonces armemos un esquema y los
nombres vendrán después.
Con experiencia de gestión y académica en políticas sociales, Arroyo
suele ser una voz de consulta en la Argentina y el exterior. En estos
días, su diagnóstico sobre la situación social de la Argentina es
sombrío pero, a la vez, “optimista”: “Los sectores más pobres de la
ciudad tiene tres situaciones hoy. Una, tiene un costo fijo más alto por
luz, por gas, por alimentos. Segundo se redujo la actividad económica,
que en esto caso hablamos de changas. Y tercero, como no le cierran los
ingresos, se endeuda en la financiera de la esquina, a tasas del 100% o
más. El fenómeno hoy, lo que describe hoy la realidad en la sociedad
argentina, es el sobre endeudamiento de la familia. Yo ahora le tengo
pánico a ese ahogo financiero de los pobres, porque eso genera caída del
consumo y tensión, y la tensión genera implosión social. Porque al tipo
no le alcanza, nos cruzamos los dos en la calle y terminamos a los
tiros por algo que sería menor, por el partido de fútbol de la canchita
del domingo”.
¿Cuál es la parte optimista de ese diagnóstico?
Que este proceso alumbra un nuevo ciclo histórico, pero en términos de vida cotidiana, es un flor de lío.
El gobierno sostiene que bate récords de inversión social
Eso era así hasta el día de diciembre que se votó la reforma
previsional. El gobierno tomó el gasto social anterior, que era muy
alto, le extendió la asignación universal por hijos a los
monotributistas y después de mucha tensión y conflicto social en las
calles puso lo que ellos llaman la Ley de Emergencia Social, que es
digamos, un salario social complementario, un complemento a los planes
sociales. Eso fue así hasta que se hizo un recorte de casi mil millones a
los jubilados, personas que tenían asignación universal por hijos y
demás. Ahora, ¿por qué aumenta la pobreza si hay más planes sociales?,
porque estamos hablando de $1500 de la asignación universal por hijos, o
de $4750 cuando es una cooperativa de trabajo. Aún habiendo más gente
con asignación universal por hijos, aun habiendo más personas en las
cooperativas de trabajo, la plata no te alcanza, porque hay un tema de
inflación.
A propósito de eso: en campaña, Macri sostuvo que la
inflación sería “algo fácil de resolver”. Sin embargo, hasta los propios
votantes de Cambiemos empiezan a reconocer que el “el mejor equipo en
50 años” no le encuentra la vuelta a la economía, que, se suponía, sería
uno de sus grandes activos de gestión…
Cierto, por no creo que el desencanto más fuerte venga por ahí. La
ruptura con la sociedad y su base electoral va a venir del lado de la
transparencia y la corrupción.
En general el reproche moral gana fuerza cuando la economía no funciona…
Cierto, aunque en este caso, el reclamo puede tener una variante: te
acepto que no endereces la economía, pero al menos no me robes.
En su mensaje al parlamento, Macri planteó una agenda que
promete meses de discusiones transversales de alto rating, como el
aborto ¿Cree que fue un modo de plantar cortinas de humo para
invisibilizar a la economía?
Creo que el gobierno está viendo que no está dando resultados y
ha decidido radicalizarse. El caso Chocobar es un ejemplo de irse al
extremo y potenciar la mano dura. Con el aborto también polariza. Con lo
de los extranjeros en las universidades y los hospitales lo intentó,
pero no le fue bien porque es muy burdo. Y la semana que viene va a
inventar otra y otra, está claro que el objetivo es inventar temas en la
agenda pública que saquen el debate económico por un lado, y por otro
volver al discurso social. Me parece que esa es la estrategia. Pero no
creo que le vaya a funcionar.
0 Comentarios