A diferenecia de lo que ocurrió en la Cámara Baja, donde se votó por la afirmativa o negativa, en el Senado aparece una tercera vía: la de las modificaciones. Si la Cámara Alta aprobara, sin tocarlo, el proyecto, la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo sería ley de manera automática, con el compromiso del Ejecutivo de no vetarla. Si el Senado rechaza el proyecto, el texto no podrá ser tratado por el plazo de un año.

La tercera posición es más compleja. Si el Senado modifica el proyecto de ley, el mismo deberá volver a la cámara de orígen, a Diputados. Si éstos quisieran rechazar los cambios, necesitarán la misma mayoría que tuvo senadores. De este modo, si los cambios se aporbaron por mayoría simple, Diputados necesitará el mismo número. Si el Senado aprueba modificaciones con los 2/3 de los votos, a los diputados que impulsan la legalización no le alcanzarán las voluntades para desesetimarlas.

El rechazo a la legalización saca ventaja con 30 votos, mientras que los votos positivos son 26. En ese marco, algunos senadores y senadoras que impulsan la legalización podrían aceptar ciertas modificaciones para aprobar el proyecto el miércoles 8. Así, se analiza la posibilidad de reducir de 14 a 12 semanas el plazo en que un cuerpo gestante pueda optar por abortar y ampliar la objeción de conciencia a las instituciones, no sólo profesionales.

El primer obstáculo a sortear tendrá lugar este miércoles 1º de agosto. Allí se firmará dictamen. Si la legalización es el dictamen de mayoría o primero de minoría, será el proyecto que el Senado debatirá en primer lugar, pero los números son ajustados.