El apriete judicial y los riesgos de la recesión permanente dispersaron el humo proveniente de la Rosada..
Las
fábricas están trabajando a un promedio de 61% de su capacidad de
producción. Hace dos años que se mueve en ese margen. En lo mejor de
2017, cuando en plena campaña electoral la administración de Macri fomentó el consumo interno con incrementos de jubilaciones y asignaciones y fundamentalmente con créditos Argenta, llegaron a utilizar poco más de 69%.
Fue cuando el Gobierno festejaba la caída de la pobreza a 25,7 por
ciento. Existe una directa relación entre ingresos de las familias,
consumo interno, nivel de actividad económica, caída de la pobreza.
Todo
el círculo virtuoso que mantuvo funcionando a Argentina desde inicios
del siglo.
Pero "pasaron cosas" y en poco más de tres meses de arrancado el año el país desbarrancó.
Corrida cambiaria, megadevaluación del peso, disparada inflacionaria,
crisis de empleo, caída de consumo y la búsqueda de un acuerdo urgente
con el Fondo Monetario Internacional, el prestamista de última instancia
que cobra caro su asistencia.
Con la corrida contra el peso que no encuentra final pese a una tasa que roza el 50% anual, el
Gobierno encontró en las fotocopias de un cuaderno que se atribuye un
chofer que prestó servicios para un subsecretario de la gestión anterior
la posibilidad de recuperar aire político, con tanto entusiasmo
que diversas fuentes de la Casa Rosada dejaron conocer que este fin de
semana volverán los "timbreos", la salida de los principales dirigentes a
la calle para mostrarse con los vecinos.
Pero el costo del aire político se está pagando muy alto en términos económicos. Este
miércoles mientras el Senado definía la suerte del proyecto de ley de
aborto legal, seguro y gratuito, el riesgo país -un índice que mide la
cotización de los bonos soberanos y que se mueve en forma inversa- se
disparó hasta 619 puntos.
Los inversores, especialmente los fondos internacionales que
administran carteras por todo el mundo, decidieron desprenderse de los
bonos emitidos por Argentina. El motivo, sospecha de que la actividad
económica no logrará recuperarse en el corto plazo y la suerte política no acompaña a la gestión de Macri.
El
"lava jato", la investigación de casos de corrupción en Brasil, empezó
en forma parecida a la historia de los "cuadernos de Centeno". Un juez,
en el caso brasileño Sergio Moro, en el argentino la dupla del juez Claudio Bonadio y el fiscal Carlos Stornelli,
mete preso a empresarios bajo la sospecha de que pagaron coimas a
funcionarios. Los dejan en prisión sin los beneficios legales de la
libertad mientras se tramita la causa que solo se otorga a los que se
"arrepienten" y reconocen delitos y acusan a sus superiores.
Varios
empresarios brasileños terminaron en prisión mientras la economía del
país iniciaba un proceso de recesión del cual no logra recuperarse y las
empresas del país perdían valor y pasaban devaluadas a manos
extranjeras.
El juez Moro fue más allá en la investigación y creó una causa contra el ex presidente Lula da Silva a quien llevó a prisión por su "íntima convicción" de que iba a recibir un departamento como pago por beneficios. Nunca se logró demostrar ni hechos de corrupción ni vínculos con mafias ni a Lula ni a su sucesora, la derrocada Dilma Rouseff. Aún así, uno está preso y la otra fue víctima de un golpe institucional.
Hay
una diferencia con el caso argentino. No fue necesario un golpe. Macri
llegó por el voto y logró revalidar en elecciones de medio término.
Pero también
hay una similitud, la judicialización de la política generó en Brasil
una recesión de tres años. En Argentina la recesión arrancó por
impericias propias del gobierno, pero el desfile de empresarios
por los tribunales y la creencia de que solo salen en libertad los que
tengan relación directa, familiar o de negocios, con Macri,
amenaza con postergar en el tiempo cualquier indicio de recuperación.
Eso
es lo que se ve cada vez con mayor certeza desde el exterior. Y eso es
lo que reflejo el pico de riesgo país que se alcanzó este miércoles.
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