El
Gobierno se encarga de mostrar el
brutal ajuste del gasto público a nivel nacional y todavía mayor a nivel
provincial, y repite una y otra vez que está garantizado el
financiamiento para hacer frente al pago de servicios de la deuda de
2018 y 2019.
El
error parte de interpretar que el problema argentino es el tamaño del
Estado y el déficit en pesos que genera su funcionamiento. El problema
fue, es y en lo inmediato lo seguirá siendo la falta de dólares. No solo
para que el Gobierno cancele sus compromisos. Sino fundamentalmente
para que funcione la economía. Dólares para importar insumos. Dólares
para pagar créditos externos. Dólares para cancelas las ON o bonos
emitidos para captar financiamiento. Dólares para royalties. Dólares
para ahorro y dólares para llevarlos a paraísos fiscales lejos de la
inestabilidad argentina.
Y todos esos dólares son los que faltan
garantizar en Argentina. Y en el contexto actual, el mercado considera
que es responsabilidad del Gobierno abastecerlos. El problema es que se
levantaron todos los controles a los flujos de capitales; se levantó la
obligación de liquidar los dólares de las exportaciones; es ilusorio
pensar en la llegada de dólares de Inversión Extranjera Directa y ya ni
los dólares de la especulación financiera entran al país.
El
ritmo de devaluación del peso está acelerando el proceso inflacionario.
Hay coincidencia en que agosto cerrará con un IPC de 4%, décima más o
menos. Y para el resto del año no hay cambio de expectativa. Cada peso
que sube el dólar es una décima más que suma la inflación.
Con un agravante: en el contexto de alta inestabilidad ninguna empresa
se anima a fijar precios, por lo que es imposible anticipar una meseta
en el proceso inflacionario.
La recesión que generó el Gobierno
con la idea de bajar el consumo, disciplinar precios y generar saldos
exportables derivó en una estanflación que complica políticamente por la
escalada de la conflictividad social.
Por ahora, en la lectura
del mercado el Gobierno cuenta con un buen respaldo de los principales
fondos de inversión internacional. Le soltaron la mano los inversores de
alto riesgo, pero aún lo sostienen fondos como el Templenton y el Black
Rock que hicieron una apuesta en pesos muy fuerte al país y todavía no
resolvieron pasarla a pérdidas. Son los fondos que Macri irá a visitar cuando en septiembre viaje a Nueva York para participar de la Asamblea de las Naciones Unidas.
En
cuanto el mercado empiece a sospechar que el presidente del BCRA, Luis
Caputo, dejó de ser el amigo mimado, el proceso ganará una dinámica que
obligará a Macri a decidir cómo quiere terminar su mandato.
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