El miércoles próximo, una audiencia pública discutirá el plan del
gobierno porteño para concesionar los edificios históricos del ex
Zoológico: las críticas al plan, el negocio inmobiliario, la protección
de los animales, cómo recuperar un parque depredado.
El zoo porteño, ahora abandonado y con animales que se mueren.
En medio de las acciones fraudulentas que envuelven al Ecoparque porteño, el
miércoles próximo se realizará la audiencia pública para la concesión
por 20 años de los 21 edificios históricos del ex Zoológico porteño que
impulsa el Ejecutivo de la Ciudad.
La convocatoria, que defensores de
animales y opositores ya anuncian como un simple trámite para el
oficialismo, se da en el marco de las denuncias por la muerte de
animales, que especialistas relacionan con el despido o traslado de
personal especializado de la institución, y un plan de transformación
del predio en un parque interactivo y de conservación de la
biodiversidad que está fuertemente cuestionado por distintas
organizaciones ambientales, de protección animal e instituciones
veterinarias.
El ex director del zoo Claudio Bertonatti sintetizó la
preocupación de muchos al señalar que “es realmente imprudente haber
lanzado un proceso de concesión de edificios sin tener claridad de cuál
podrá se su utilidad en ese proceso de transformación, sin un plan que
determine la población animal que va a permanecer, y con una gestión que
se caracterizó por la improvisación”.
El proyecto requiere para su aprobación del procedimiento de doble
lectura, que incluye audiencia pública entre ambas. En la primera, el 28
de junio pasado, que recibió 42 votos afirmativos y 15 en contra,
autorizan al Ejecutivo a concesionar el uso y explotación de los
edificios y su entorno en el predio del ex zoológico Eduardo Ladislao
Holmberg.
El predio, que aún conserva 865 animales, cerró sus puertas en junio
de 2016 para reconvertirse bajo el nombre de Ecoparque en un espacio de
conservación de la biodiversidad a través de "la educación y la
recreación", según sostiene el "plan" de Larreta.
Las organizaciones consultadas coincidieron en que,
al margen de la discusión sobre si privatizar o no esos espacios, lo que
preocupa es que hay una desvinculación entre el proceso de
transformación del parque, que parece correr por un andarivel, y el del
uso que se quiere dar a los recintos a concesionar, que van por otro,
sin estar integrados en un plan coherente.
Y coherencia es lo que falta, según los distintos sectores que se
oponen y tildan de ecodisparate o ecofraude a la iniciativa que impulsó
el gobierno con objetivos que fueron variando sobre la marcha y según
eran sus interlocutores: primero un parque sin animales, para quedar
bien con los animalistas, y después con algunas especies, por los
conservacionistas. En el medio, la realidad: la dificultad de derivar
todas las especies, y el problema de generar un parque atractivo sin
animales.
“Se dieron cuenta de que no es fácil porque no tienen experiencia en
trasladar animales, hay barreras sanitarias, trámites administrativos,
animales viejos con riesgo de traslado, y ese anuncio de vamos a
despejar la cancha de animales chocó contra la pared. Ahora recularon y
se dan cuenta de que hay una colección de animales que no van a poder
derivar a ningún lado.
Por eso hay que plantearse con qué especies
podemos mover la aguja de la conservación, mejorar o salvar su estado
poblacional. Con cuales no vamos a trabajar, y esos habría que derivar.
No como lo hace el Ecoparque, revoleándolos, sino ofreciendo un plan de
canje de esas especie que necesitas reforzar”, explicó Bertonatti.
Para el ex director del zoo, “bajo la bandera de la educación y la
conservación están queriendo que alguien se haga cargo de esos edificios
para no tener que invertir. Uno de los grandes temas que se esgrimen es
el bienestar animal. Si uno quisiera realmente hacer mejoras en función
del bienestar de esos animales con lo que se va a trabajar en
conservación y educación, una de las cosas es tener más espacios no
menos.
Y si se quieren diseñar programas de educación e investigación,
no buscar empresas, buscar instituciones especializadas en esa materia”,
señaló el naturalista y museólogo, que remarcó que la mayoría comparte
el diagnóstico sobre la necesidad de reconversión del zoológico pero no
el tratamiento que le da el gobierno.
La visión moderna de un Zoológico, lejos de la idea victoriana del
siglo XIX, de simple exhibición animal, diseña instituciones que educan,
conservan y salvan de la extinción a especies, y desarrollan
conocimiento científico.
“Por eso buscamos que acá se haga lo que hacen los grandes zoológicos
de Europa, como Leipzig, Zúrich, París, Berlín, ni hablar de los de
Estados Unidos, que se amplían. Todos tienen programas de crecimiento no
de decrecimiento”, explicó Bertonatti.
Si bien la ley establece que las concesiones se deberán adecuar a los
Ley 5752 (que creó el Ecoparque), y fija que “tendrán por objeto
propuestas educativas, recreativas y de concientización en materia de
conservación y preservación del ambiente, servicios y propuestas
complementarias que mejoren la experiencia del visitante y, en general,
todas aquellas que permitan posicionar al predio como paseo familiar”,
al no estar confeccionados los pliegos de la licitación genera dudas
entre las voces críticas, porque señalan que “son expresiones de deseos
sin ninguna certeza sobre quién será el encargado de fiscalizar esas
pautas”.
En esa dirección apuntó Carlos Fernández Balboa, de la Fundación Vida
Silvestre, al señalar que “no se puede hacer una licitación sobre un
proyecto del que no sabemos qué van a hacer. No hay un masterplan serio,
con un estudio sobre las necesidades requeridas, por lo que se presta
más a pensar que están detrás del negocio inmobiliario. Empezar por
atrás, por la financiación en lugar de la finalidad específica para el
‘Ecoparque’ y la vaguedad de los postulados lo que hace es darles la
razón a los que piensan que les interesa el negocio inmobiliario”.
“Los objetivos del Ecoparque van cambiando. Esto nace de una premisa
falsa como la de pobreza cero. La premisa es que se iban liberar a los
animales, algo que no solo es imposible sino que no es deseable. Un zoo
sin animales no es nada, y Ecoparque es un espacio que en Europa es para
depósitos de residuos”, señaló Fernández Balboa.
El integrante de Vida Silvestre señaló además que “el otro problema
es que lo técnico ha quedado subsumido a lo político. Hay gente que sabe
pero que no tiene ningún poder de decisión. Desde que se inició el
proceso de reconversión se aumentó el personal, pero echaron a quienes
estaban especializados y capacitados, y pusieron gente sin experiencia.
No sabemos qué animales van a quedar ni cuál va a ser el nivel de
atractivo del lugar porque se sacaron de encima sin criterio algunos
animales, y con una cierta tasa de mortandad.
Se murieron ciervos,
nutrias que soltaron en Morón, una jirafa que se murió en el traslado,
entre otros animales. Sin plantearse un criterio de colección, porque en
la lista que presentaron era una mezcla poco clara”.
En el mismo sentido apuntó el veterinario cordobés Fidel Baschetto,
autor del libro Repensando los zoológicos de la Argentina, miembro de la
Sociedad de Medicina Veterinaria (Someve): “Desde el punto de vista
técnico no hemos podido leer algo que nos hagan sentir tranquilos sobre
cuál es la definición de Ecoparque y hacia dónde está yendo.
Las
concesiones deberían ser una consecuencia de un plan definido y
terminado. Básicamente lo que hay son preguntas: ¿por qué espacios que
tiene dimensiones muy distintas, que van a requerir inversiones también
distintas van a ser concesionadas por el mismo plazo?; hay puestos que
aparentemente van a funcionar donde hay animales: ¿quiénes midieron el
impacto ambiental para garantizar el bienestar animal?”.
“Por otra
parte, y es terrorífico para los animales, hay algunos que van a ser
mantenidos en la institución hasta que se mueran sin poder reproducirse,
como los animales africanos, los megavertebrados carismáticos, que
dicen que no van a poder llevar a ningún lado y van a ser mantenidos
como un zoológico residual, es decir mantenerlos hasta que se mueran. Y
eso es crueldad” advirtió, y remarcó que “acá se hizo todo al revés, se
llamó a un concurso de arquitectos sin tener claro qué querés hacer con
la institución.
Cuando hay animales lo que tiene que primar no es la
arquitectura sino el bienestar animal. Nadie va a ir a erogar para hacer
educación ambiental, van a ir para ver de que manera pueden ganar más
de lo que invirtieron”.
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