El gobierno de Macri pagó comisiones millonarias a bancos internacionales.


Bancos internacionales embolsaron unos 610 millones de dólares con la emisión y distribución de bonos. HSBC y Deutsche Bank lideraron el negocio facilitado por Luis Caputo en Finanzas.

Ahora irrumpió abruptamente el riesgo de default.

Doce grandes bancos internacionales recibieron 63,1 millones de dólares de comisiones por la colocación de deuda en mercados del exterior desde 2016. Es un dato revelado a partir de una pregunta de diputados trasladada al jefe de Gabinete, Marcos Peña, incorporada en el informe  escrito de su última presentación en el Congreso. 

El ranking de entidades que cobraron por distribuir entre sus clientes papeles de deuda emitidos por el gobierno de Macri lo lidera el HSBC, con 11,8 millones de dólares, seguido de cerca por el Deutsche Bank, con 10,9 millones de dólares.

La particularidad que tienen estos dos bancos es que están muy ligados al macrismo. 

El titular del HSBC en Argentina, Gabriel Martino, es considerado en la city como un ministro sin cartera por la cercanía con Macri, y varios ex ejecutivos de esa entidad pasaron a ser funcionarios. Luis Caputo, el presidente del Banco Central y antes ministro de Finanzas que diseñó todas las emisiones de deuda en el exterior, trabajó durante diez años en el Deutsche Bank. 

El vicepresidente del Banco Central, Gustavo Cañonero, también fue ejecutivo del Deutsche.

En una tarea que requiere de un insignificante esfuerzo administrativo, esos bancos embolsaron el dinero pero las ganancias por esas operaciones financieras no fueron sólo por la recaudación de comisiones. Obtuvieron también una ganancia adicional y aún más abultada por haber sido los primeros suscriptores (compradores) de los bonos de deuda, entregados por el país a un precio por debajo de la par, para luego poder revenderlos a un precio más alto. 

El renovado ciclo de endeudamiento y el negocio asociado de comisiones y especulación para bancos internacionales comenzó con la emisión de los bonos para los fondos buitre, por 16.500 millones de dólares. Las comisiones formales pagadas por esa transacción ascendieron a 29,7 millones de dólares. 

La última estación del actual ciclo de endeudamiento externo fue la emisión de bonos por 9000 millones de dólares en enero pasado. En esa instancia fue cuando Wall Street se dio por satisfecho con el negocio de bonos argentinos y cerró el grifo de dólares, precipitando una crisis cambiaria que desembocó en el abrazo desesperado del gobierno al Fondo Monetario Internacional. 

Esos bancos ya hicieron la diferencia y habían dejado de tener esos bonos en sus carteras de inversión porque los habían revendidos inmediatamente a sus clientes, por lo tanto ahora no están padeciendo el actual derrape de las cotizaciones.

Algunas estimaciones, como la del especialista Javier Llorens, muestran que con el rápido pase de manos en cada una de las ocho emisiones de bonos por un total de 43.687 millones de dólares, de abril de 2016 a enero de 2018, esos bancos se alzaron con 550 millones adicionales. Sumados a los conseguidos con las comisiones, el total recaudado fue de unos 610 millones de dólares, dinero anotado en las cuentas de pocos grandes bancos internacionales. 

La comisión formalmente pactada más la adicional, facilitada por las condiciones de colocación fijadas por Caputo en Finanzas, alcanzó el 1,40 por ciento, mucho más elevada que el 0,12 por ciento informada oficialmente y del 0,30 por ciento habitual de esas transacciones cuando son realizadas en forma transparente en el mercado de deuda internacional.

Informe

En la última presentación acerca de la marcha de la gestión de gobierno, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, en la Cámara de Diputados, además de responder algunos interrogantes que le hicieron en el recinto los legisladores, distribuyó el informe con todas las preguntas que previamente le habían girado. 

El cuadro de las comisiones pagadas está incluido en el capítulo “Política Financiera” y formó parte de la respuesta ante la pregunta N°1009 (en total fueron 1521), correspondiente al bloque Frente para la Victoria-PJ, donde se solicita que “informe desde el inicio de esta gestión, las emisiones de deudas realizadas, los costos financieros que ellas implicaron, los bancos u Organismos Internacionales, FMI, BM que intervinieron en esas emisiones, y en consecuencia el monto actual de la deuda pública”. 

Sin licitación ni compulsa de precios, desde la cartera de Finanzas Caputo entregó el negocio de la deuda a doce bancos. El ranking de comisiones cobradas es el siguiente, para el período 2016-2018, en millones de dólares:
  1. HSBC                     11,8
  2. Deutsche Bank      10,9
  3. Citi                           9,4
  4. Santander                8,1
  5. JP Morgan               7,0
  6. BBVA                       5,9
  7. UBS                         2,8
  8. Credit Suisse           2,5
  9. BNP Paribas            1,6
  10. BofA Merrill Lynch    0,9
  11. Morgan Stanley        0,9
  12. Nomura                    0,2 
La última colocación fue por 9000 millones de dólares, en enero de este año, con comisiones pagadas por 10,8 millones de dólares, organizada por los bancos HSBC, Deutsche y el Citi. 

Grifo 

Estos mismos bancos, junto a otros que no participaron del festival de comisiones y fijación de paridades de los bonos con Caputo, son los que decidieron cerrar el grifo de dólares. No lo hicieron porque no querían seguir exprimiendo la naranja de la deuda argentina, sino porque ya no podían continuar con la estrategia de encajar esos papeles a sus clientes, cuyas carteras de inversión fueron saturadas con ese tipo de bonos.

Varios de los fondos de inversión que compraron esos títulos de deuda empezaron a liquidarlos. Los que empezaron en febrero a vender, para realizar la ganancia por la suba de las paridades, fueron los adelantados que cuidaron el capital invertido.

El salvataje del FMI les brindó un poco más de tiempo para huir del riesgo argentino. Otros quedaron atrapados apostando a que el auxilio del Fondo permitiera frenar la corrida contra activos argentinos.

Hubo fondos de inversión tentados por la codicia y la seducción de los mesadineristas del BCRA, Caputo y Cañonero, que no sólo se quedaron con bonos argentinos de esas emisiones anteriores, sino que también compraron más de las colocaciones en el mercado local realizadas en estos meses. Los principales compradores del Bote y del PeDo (bono dual, Pesos/Dólar) fueron Blackrock y Franklin Templeton. Esos dos fondos de inversión internacional son los que acumulan más papeles de deuda argentina.

El usuario Maximino en la red social Twitter (@AxelCardin) compartió la tabla elaborada con los principales fondos con tenencia declarada de deuda argentina, en pesos y en dólares, que suma 28 mil millones de dólares. 

En el tope de ese ranking se ubica el gigante Allianz SE (Pimco), que concentra bonos por 6400 millones de dólares, seguido por Franklin Resources (Templeton), con 6200 millones. El vicepresidente del Banco Central, Gustavo Cañonero, fue el socio argentino de este último fondo a través de la firma SBS. Templeton fue el inversor más fuerte en la suscripción de los Bote, en mayo pasado. 

La emisión por el equivalente a 3000 millones de dólares de esos bonos en pesos a tasa fija fue para enfrentar la corrida cambiaria de esas semanas. Templeton absorbió 2250 millones del total, mientras que el resto quedó en gran parte en manos del fondo Blackrock. Este último ocupa el tercer lugar de ese ranking al anotar 3700 millones de dólares, seguido por Goldman Sachs Group, con 1940 millones de bonos de deuda argentina.

Furia

Este tipo de acreedores es muy diferente a los bancos tradicionales que acumulaban deudas de países periféricos, en la década del ‘80, como el Citibank o el Chase Manhattan, que conformaban un comité para tratar con los países deudores. 

Incluso tienen comportamientos más agresivos que los tradicionales grandes fondos de inversión, como el JP Morgan o Goldman Sachs, que irrumpieron con fuerza en los mercados emergentes en la década del ‘90. Fondos como Pimco, Templeton o Blackrock hacen apuestas más riesgozas y fueron ganando espacios en el mundo de las finanzas en el nuevo siglo, y en estos últimos años pasaron a ser actores estelares de la actividad bursátil global. 

Destinan una porción de sus capitales que administran para especular hacia los denominados mercados emergentes. Ingresan y sale de plazas que tienen escasa o nula regulación del mercado cambiario y al movimiento de capitales, como es el escenario ofrecido por la economía macrista. 

En los límites líquidos de los negocios financieros, esos fondos, que fueron convocados por sus anteriores socios y amigos que ahora están conduciendo el BCRA como salvavidas adicional, después del rescate del FMI, sueltan la mano de quien se está ahogando sin contemplaciones. 

Del mismo modo que acercan dólares apostando a rentabilidades extraordinarias, reaccionan con furia vendedora cuando tienen que acotar quebrantos por cambios en la situación del mercado local o internacional. Es lo que está pasando en estos días de corrida rabiosa. El viernes último hubo una muestra impactante de que la corrida cambiaria mudó a una generalizada contra activos financieros argentinos.

El derrumbe de las paridades de los bonos, que disparó el riesgo país arriba de los 700 puntos, es el síntoma más claro de la liquidación masiva de bonos, realizada por fondos de inversión amigos de Caputo-Cañonero, como de los bancos de las comisiones de la deuda y de otros jugadores relevantes del paño bursátil. 


La devaluación brusca de la moneda es un factor muy perturbador de la estabilidad, pero ahora se ha agregado el colapso de los bonos que trajo en forma abrupta la posibilidad de un nuevo default. La economía macrista se está quedando así sin soportes en el frente financiero, que es el último que tenía más a menos firme, acercándose de ese modo un pasito más hacia el vacío del abismo.

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