Muchos argentinos conocen que nuestro país integra el G20, pero ahora nos enteramos de que también integramos otro grupo de países: el top 10 de inflación que elabora el FMI.
Así descubrimos que somos una potencia inflacionaria, compartiendo ese
podio con la tan denostada Venezuela y los africanos. Eso sí, ocupamos
el sexto lugar porque en el medio hay dos "sudanes", Sudán y Sudán del
Sur... En suma, integramos el panel de los que más sudan en el planeta
por la inflación.
Estamos a meses de que termine el mandato de Macri y la inflación anual es el doble de la que dejó el gobierno anterior.
Por entonces nos decían que con Cristina nos íbamos a parecer a
Venezuela, pero —como vimos— en materia inflacionaria el que nos puso en
el top 10 del FMI fue el proyecto de la derecha.
Los voceros del gobierno machacan con que la inflación está bajando, sin embargo la
expectativa de los analistas del mercado es que va a subir. Es oportuno
aclarar que estos consultores en su gran mayoría son de prosapia
liberal mercadista. Los aumentos de tarifas de servicios públicos
anunciados en la última semana de diciembre, así como los acuerdos
paritarios y los incrementos de jubilaciones y pensiones, que van
corriendo detrás de los aumentos de precios sin chance de empardarlos,
sumarán presión. A la inercia inflacionaria hay que agregarle los
movimientos del dólar que siempre se trasladan automáticamente a
precios.
Un ejemplo de la gravedad de la crisis
generada por los tarifazos puede observarse en el pronunciamiento de las
cooperativas eléctricas que atienden a cuatro millones de usuarios:
advirtieron que no pueden aumentar más la tarifa, ya que sus usuarios no
pueden pagar.
Pero el problema no es la inflación en sí misma,
sino su fuerte impacto en el consumo popular y la inacción gubernamental
fundada en su ideología, que deja al mercado —o sea, los formadores de
precios— que se autorregule, lo cual es una obrita de ficción, ya que
las empresas formadoras de precios tienen un único Norte: potenciar las
tasas de ganancia capitalista.
Dicen que la inflación bajará, sin embargo a todos
los precios que dependen de la regulación estatal le dan rienda suelta
para que suban. Desde el sábado subieron los peajes porteños: cuestan
hasta $ 85 en hora pico. Rige para las autopistas 25 de Mayo, Perito Moreno e Illia.
Suele
decirse aquello de que “fue un año para el olvido”. Pero seguramente el
2018 no será fácil de olvidar: con el 100% de devaluación; la entrega
de la economía del país al FMI, el consecuente endeudamiento que duplicó
el existente en tiempo récord y una inflación reconocida del 47%. Aquí
resulta inevitable recordar aquel apotegma de Macri: “bajar la
inflación es muy fácil”. Así las cosas, surge un interrogante obligado:
el resultado logrado, ¿fue por una incapacidad manifiesta o consecuencia
de una vulgar mentira?
En cuanto al dólar, convengamos que lo
podrán mover, planchar por un tiempo con artilugios financieros, la
plata del FMI, y las tasas del 60% ó 70%, pero lo que es irremontable es el nivel de actividad económica. Las políticas acordadas con el Fondo son abiertamente recesivas. Según el INDEC, el Índice de Utilización de la Capacidad Instalada en la Industria en noviembre fue de 63,3%.
El mismo mes del año anterior había sido del 70%, por lo que seguimos decayendo. Como siempre, hay sectores que están peor, como por ejemplo Productos Textiles, con un 43,9% de utilización de su capacidad instalada.
A estos números fríos los podemos constatar caminando por nuestros barrios. Permanentemente se conocen malas noticias acerca de algún negocio reconocido; por
caso, esta semana cerró un local enorme de la competencia del payaso de
las hamburguesas, en la esquina de Florida y Lavalle. Pero
fundamentalmente cierran comercios pyme, que van dejando las avenidas
llenas de carteles de alquiler o venta, como en aquellos pueblos
abandonados de las viejas películas.
Sin embargo, Macri insiste con el discurso optimista. Invitó a todos a que vacacionen en el
country Cumelén en Villa La Angostura: “Ojalá todos los argentinos
puedan gozar de esta paz y belleza”, dijo. Quizás tenga éxito, y vayan
llegando a Cumelén los 44 millones. Así todos seremos felices en el
country.
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