Los "chalecos amarillos" se congregaron nuevamente en las calles de Francia en el décimo sábado consecutivo de protestas, pese al debate nacional lanzado por el presidente Emmanuel Macron para acordar las reivindicaciones del colectivo.
En
París, unos 5.000 policías custodiaban la ruta planeada por los
manifestantes, unos 14 kilómetros de recorrido, que salía de la
Explanada del Palacio Nacional de los Inválidos, que alberga la tumba de
Napoléon y el Museo del Ejército.
Varias decenas de manifestantes se congregaron en la avenida de los Campos Elíseos al grito de "¡Macron dimisión!". "Macron no escucha, no entiende lo que está ocurriendo, estamos intentando hacerle abrir los ojos. Hay un verdadero sufrimiento", denunció Sophie Tissier, una manifestante.
En la capital, los organizadores invitan a los participantes a llevar "una flor o una vela en homenaje" a las personas muertas o heridas "por la causa".
Desde mediados de noviembre, 10 personas han muerto en accidentes
relacionados con las manifestaciones, la mayoría de ellos durante cortes
de carreteras, y 3.000 han resultado heridos (manifestantes y
policías).
El movimiento de los "chalecos amarillos",
que comenzó como una revuelta contra el alza de un impuesto sobre los
combustibles, se ha convertido en protestas semanales en toda Francia
contra la política fiscal y social de Macron, que en varias ocasiones
han degenerado en violentos enfrentamientos con la policía.
Las protestas seguirán durante el domingo en varias ciudades del país. Mujeres "chalecos amarillos" convocaron una manifestación en París, similar a un evento pacífico que organizaron el 6 de enero.
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