Por Juan Carlos Junio
Dirigente Político
Al analizar las últimas declaraciones de Macri, la
primera impresión es que el padecimiento económico y social que están
viviendo la mayoría de los argentinos se debería a dos cuestiones
fundamentales. La primera, Macri insiste, al igual que hace tres años,
que el problema es “la pesada herencia”. Sí, aunque cueste creer que aún
utilice ese argumento para justificar lo que en realidad son las
consecuencias inevitables del modelo aplicado por Cambiemos.
Macri también se reiteró con aquello de que “hubo gobiernos que
gastaban más de lo que tenían” criticando al gasto social en
jubilaciones, educación, etc. Acto seguido, le explicó a la población
que “no se puede vivir de lo prestado, no se puede gastar más de lo que
se genera todos los meses, para estar más tranquilos y ahorrar un
poquito”. Posverdad en su máxima expresión.
Se trata entonces de
contrastarlo con la realidad. En primer lugar, no se puede hablar de un
Estado y del gasto público como si se tratara de la economía de un
hogar. El Estado debe cumplir una función social, tiene la obligación de
redistribuir ingresos para suavizar las inequidades que inevitablemente
genera el mercado.
No se puede pedirle a la ciudadanía, y menos aún en
este momento, que “ahorre un poquito”. ¡Cómo si quedara margen para
ahorrar! El último dato de inflación (Enero 2019) arrojó un incremento
interanual del 53% en alimentos y bebidas, productos en los que las
familias más vulnerables gastan la mayor parte de sus ingresos.
Los
salarios han perdido más de un 12% de poder adquisitivo en 2018 en
promedio, ya que los salarios públicos cayeron más de un 15%.
Otra
frase reciente de Macri, esta vez en alusión al meneado déficit cero:
“este camino ya lo han logrado muchos países”. Esta afirmación no se
compadece con la realidad. De hecho, si tomamos al selecto grupo de 34
países que conforman la OCDE nos encontramos con que exactamente la
mitad de ellos tuvieron déficit fiscal en 2017 (último dato disponible).
No sólo eso, los que “gastaron más de lo que generaron”, parafraseando
a Macri, fueron ni más ni menos que Estados Unidos, Francia,
España, Italia, Canadá y Reino Unido, entre otros.
Un ejemplo
más, la Unión Europea admite un déficit fiscal de hasta el 3% para sus
países miembros. Parece entonces, que el déficit fiscal, no es tan
nefasto como se intenta instalar en algunos países como el nuestro. Así
resulta que para las grandes potencias capitalistas tener déficit es
normal y en cambio para nosotros es pecado mortal.
También
resulta llamativo que otra de las declaraciones de Macri haya sido:
“entendimos que no podemos vivir de lo prestado, ni gastar más de lo que
tenemos”, cuando durante su mandato se duplicó el endeudamiento del
país.
Volviendo al comienzo, un punto a destacar en las
afirmaciones de Macri es la idea de que los sucesos económicos que
hemos padecido los últimos tres años fueron fruto de un destino
inevitable típico de la tragedia griega. De allí el paralelo que suele
hacer en sus discursos con las inclemencias climáticas.
Fueron las
“tormentas”, ahora las “turbulencias” para luego “chocar contra una
realidad” y “de golpe el mundo nos dejó de dar crédito”. Otra clara
posverdad. Si bien es cierto que existen circunstancias adversas en el
mundo que pueden influir en países como el nuestro, la realidad es que
desde diciembre de 2015 el gobierno hizo todo lo que pudo para derribar
las herramientas de contención que puede utilizar un Estado para
amortiguar los efectos externos.
Una de las principales fue la quita de
las regulaciones financieras lo que generó una irrefrenable fuga de
divisas que derivó en la devaluación y el endeudamiento externo. En
definitiva, siempre hay ganadores y perdedores cuya composición, en gran
parte, dependerá de las medidas tomadas por los gobiernos.
Resulta
interesante dar cuenta de lo que dicen los protagonistas de lo que está
pasando. Por ejemplo, Carlos Iannizzotto, el presidente de Coninagro
afirmó que “la economía está complicada por la caída del salario, que
afecta el consumo y termina impactando en la producción” y que “las
producciones que pueden dar trabajo y generar empleo están mal”. Por su
parte, Miguel Acevedo, presidente de la Unión Industrial Argentina,
sostuvo que la actividad productiva del país “continuará en caída” y que
“en otros momentos había sectores que estaban mejores que otros, pero
que ahora la caída es generalizada”.
No se puede tapar el sol con
las manos, ni con frases engañosas. La realidad indica claramente la
necesidad de un cambio de rumbo político para revertir la crítica
situación económica y social actual. Una vez más, millones de perdedores
y unos pocos ganadores. Recordando al gran Lavoisier: “nada se pierde,
todo se transfiere”.
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