El
26 de marzo, falta poco más de un mes, los directores del Fondo
Monetario Internacional (FMI) tendrán entre sus manos el documento
elaborado por la misión que lideró el italiano Roberto Cardarelli informando sobre el sobrecumplimiento de las metas a las que se comprometió Argentina.
No debería haber sorpresas y en ese mismo acto se debería liberar un
nuevo desembolso, en este caso de 10.700 millones de dólares al tipo de
cambio de los DEG, la canasta de monedas en la que presta el organismo.
Pero
la misión del FMI además de revisar las cuentas (el informe es sobre el
plan monetario y las metas fiscales hasta el 31 de diciembre de 2018)
mantuvo reuniones con dirigentes políticos de la oposición,
sindicalistas, economistas y líderes sociales buscando llevar un
panorama de lo que se viene.
Según dejaron trascender varios de los
interlocutores, los
técnicos se mostraron siempre conscientes de la grave situación
económica e intentaron deslindar en el Gobierno la responsabilidad del
plan de ajuste hasta el punto de negar que estén impulsando en este contexto una reforma laboral.
Cardarelli y equipo estuvieron con el ex ministro y diputado nacional Axel Kicillof, el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, el ex ministro y posible candidato Roberto Lavagna, y con la conducción oficial de a CGT, Gerardo Martínez (Construcción), Héctor Daer (Sanidad), Julio Piumato (Judiciales), Roberto Fernández (UTA); Andrés Rodríguez (UPCN) y Sebastián Maturano
(Fraternidad). También cenaron con economistas más afines al
pensamiento oficial, aunque por los trascendidos tampoco hubo una
lectura muy positiva de la situación económica.
Este viernes, en el cierre de la presencia en Argentina, se reunieron con el ministro de Economía, Nicolás Dujovne; el presidente del Banco Central, Guido Sandleris
y el resto de los funcionarios de Hacienda y BCRA. Fue casi protocolar.
No había reclamos. Sólo una conversación entre los responsables de un plan que está generando una brutal recesión en el país, con la mayor destrucción de riquezas desde la crisis de 2001:
caída del PBI, destrucción de la industria, crecimiento del desempleo,
concentración de la riqueza, aumento de la pobreza, entre otras
manifestaciones.
La directora gerente del FMI, Christine Lagarde, no tendrá problemas para girar esta vez los fondos y hasta felicitar a su amigo Macri por los logros alcanzados. Nunca
en la historia argentina un gobierno se comprometió tanto en cumplir y
sobrecumplir un ajuste brutal como el que se lleva adelante.
Va a
ser una sorpresa para el "board" del FMI siempre molestos con los
incumplimientos argentinos ver ahora cómo de la mano de Macri llevan
adelante un cambio tan profundo en la matriz social y económica del
país. Claro que habrá en todo el análisis una luz de alerta. En
el informe que presentará la misión estará la advertencia que cualquier
candidato de la oposición con aspiración seria de presidir el país
adelantó que no seguirá adelante con este plan. Y a medida que se
acerque octubre y las encuestas reflejen la caída electoral del
oficialismo habrá que ver si ese apoyo del Fondo se mantiene tan
inalterable.
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