Pruebas del armado de las causas contra el gobierno de Cristina Kirchner.
Los siete mails que guionaron a Fariña.
El
juez Ramos Padilla recibió los correos electrónicos con que se le daba
letra al financista Leonardo Fariña para incriminar a CFK y a otros ex
funcionarios.
Los siete mails enviados a Leonardo Fariña para guionarle su
declaración como arrepentido salieron de la casilla de un servidor
suizo, protonmail, pero se puede acceder al contenido y por lo tanto a
la verdadera fecha y a la autenticidad de los textos a través de las
contraseñas.
Si bien Fariña por ahora niega la existencia de esos mails,
las pruebas colectadas son abrumadoras y el juzgado contaría con las
contraseñas. Todo indica que la Agencia Federal de Inteligencia (AFI),
con mano de obra de un fiscal y un ladero, escribió todo lo que Fariña
debía decir, principalmente en su ampliación de indagatoria que entregó,
por escrito, el 1 de agosto de 2016. La copia es grotesca.
En el mail
del 29 de marzo, le decían a Fariña que diga: “El ex presidente de la
Cámara Argentina de la Construcción, Carlos Enrique Wagner, titular de
Esuco y Safuco, antiguo empleado del arquitecto De Vido en las obras del
sur, era el encargado de la recolección y cobranza entre las distintas
empresas asociadas a esa entidad beneficiadas con esas obras.
Fundamentalmente con la Dirección Nacional de Vialidad”. En su
ampliación de indagatoria, Fariña puso eso, sin cambiarle ni un punto ni
una coma. Y, en total, hay 25 párrafos –algunos de una página– de
textuales copiados de los mails.
Toda la maniobra salta a la vista revisando los siete mails con el
guión de lo que Fariña debía decir.
El gobierno de Cambiemos necesitaba
involucrar a Cristina Kirchner en la llamada causa de
lavado de dinero y, además, el expediente de la obra pública también
naufragaba. La auditoría que se hizo en Vialidad Nacional demostraba que
no hubo irregularidades en la construcción de rutas en Santa Cruz y que
entre lo construido y lo pagado apenas había 0,1 por ciento de
diferencia. Por lo tanto usaron a Fariña en una doble maniobra: le
hicieron decir al arrepentido que la plata que Lázaro Báez sacó al
exterior provenía de la obra pública –fijando un delito precedente– y le
dieron el guión para que diga que había maniobras de corrupción en esas
obras.
Tenían un grave problema: Fariña no entendía nada de nada ni de
construcciones ni de rutas ni de Santa Cruz. Por eso le tuvieron que
mandar el guión completo.
En el mail originado en catajor@protonmail.com el 13 de abril dice:
“Esta cartelización de la obra pública sólo fue posible por la
estructura cómplice que armara Carlos Wagner en la Cámara Argentina de
la Construcción”. En la ampliación de la indagatoria de Fariña se lee en
el cuarto párrafo: “Esta cartelización de la obra pública sólo fue
posible por la estructura cómplice que armara Carlos Wagner en la Cámara
Argentina de la Construcción”.
En ese mismo mail del 13 de abril instruyen a Fariña para que diga:
“esos contratos viales tenían mayormente un anticipo financiero del 25 %
que era el primer retorno a abonar”. En la declaración de Fariña dice:
“esos contratos viales tenían mayormente un anticipo financiero del 25 %
que era el primero retorno a abonar”.
La impunidad fue tan grande que ni siquiera se tomaron el trabajo de
cambiar alguna palabra. Donde decía mayormente dejaron mayormente, donde
pusieron el símbolo % dejaron eso mismo. O sea copiaron y pegaron sin
pudor alguno.
En el mail del 14 de abril le dan instrucciones a Fariña sobre la
estación aeroespacial de Neuquén, un punto de interés para Estados
Unidos en el sentido de que Washington quería torpedear ese proyecto. Le
dicen a Fariña que diga: “la encargada de la obra era CHINA HARBOUR
ENGINEERING COMPANY (CHEC). Esa empresa necesitaba un subcontratista
local. Y fue el arquitecto Julio De Vido quien acercó a las partes.
Efectivamente presentó al ingeniero Carlos Wagner presidente de ESUCO
para que fuera el contratista asociado de CHEC. Recuérdese que era una
obra de U$S 50.000.000”. Fariña amplía su indagatoria y dice: “la
encargada de efectuar la obra era la empresa CHINA HAROBUR ENGINEERING
COMPANY (CHEC)”. Como se ve, ni siquiera le cambiaron las mayúsculas. Si
en el mail estaba en mayúsculas en la declaración la copiaron en
mayúsculas. Y, por supuesto, a continuación todo el resto: “esa empresa
necesitaba un subcontratista local...”, palabra por palabra hasta la
cifra, 50.000.000.
En el mail del 18 de abril, vuelven a decirle a Fariña lo que tenía
que decir y lo meten en un tema técnico sobre el que el arrepentido no
tenía ni idea. Sin embargo, tal como se lo mandan en el mail, con puntos
y comas, Fariña declara: “Estos sub grupos se dividían en los llamados
vivienderos, los viales, obras del conurbano. Esta última se reunía en
la sede de La Plata y no en el edificio de Paseo Colón e Independencia.
Obras públicas, concesiones, privatizaciones, legales”. Entre el mail y
la declaración no hay la menor diferencia, es un armado grotesco.
Por supuesto que desde la AFI no se privaron de ensuciar la
construcción del Centro Cultural Néstor Kirchner. Así que le mandaron
decir en el mail del 18 de abril la siguiente frase: “En el caso del
Centro Kirchner las redeterminaciones de precios eran a veces tan burdas
que el Director General de Asuntos Jurídicos del Ministerio de
Planificación, Pablo Campi, se negaba a dictaminarlas, optando por pedir
licencias y que firmara otro”. En realidad, las redeterminaciones de
precios –producto de la inflación– tenían reglas estrictas dictadas por
una ley de la época del gobierno de Eduardo Duhalde.
El tema central es que la declaración de Fariña es tan fraudulenta
que desnuda la manipulación en las causas judiciales. Un perito que
realizó un peritaje falso en el expediente del Gas Natural Licuado fue
reemplazado rápidamente por un testigo trucho, el mismísimo Marcelo
D’Alessio; un expediente como el de la obra pública que hacía agua por
todas partes, fue apuntalado por una falsa declaración de Fariña.
Toda esa trama hace poner la lupa sobre las fotocopias de los
cuadernos y le da otra perspectiva. Los expertos marcan que los textos
de las fotocopias hasta 2008 son las normales de un remisero haciendo
anotaciones sobre viajes. Desde entonces, aparecen cifras, bolsos, una
secuencia guionada que se parece demasiado a los mails.
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