Macri cerró su campaña en el interior en Córdoba, a los gritos y creyendo que es patrón de estancia, con 44 millones de peones.

Entre las incoherencias y los gritos, también surgieron las mentiras como parte esencial de su pobre discurso, aseverando que "está definitivamente al servicio de la gente y no de la política". En ese sentido, afirmó: "Lo estamos haciendo todos los días con transparencia con tecnología con la verdad"cuando en realidad se descubrió el grave intento de nuevo fraude en los comicios del próximo domingo.

Sin propuestas, su discurso voluntarista terminó con: "Es mucho más que un apoyo a un partido. Es un grito de rebeldía que dice que creemos en nosotros, en lo que podemos hacer, en lo que somos y vamos a ser protagonistas de nuestro futuro, que depende de nosotros", afirmó. 

También habló de las inundaciones, sin los datos, con lo cual fue foco de un nuevo papelón en público, un público de cine, ya que en su mayoría eran extras, obviamente, bien pagos.

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