¿Quién es Hernán Lacunza, el nuevo ministro de Hacienda?
Lacunza deja una provincia gravemente endeudada, con una estructura
productiva quebrada, una economía en caída libre y un desempleo que
supera al del nivel nacional.
Pero su tarea en el Palacio de
Hacienda de Hipólito Yrigoyen 250 será mucho más modesta que los
objetivos que no pudo cumplir en la provincia más rica del país:
asegurar una transición pacífica, pero cruzando un puente que hoy se
percibe quebrado y tembloroso.
Con todo, sus cualidades le dan cierta
ventaja sobre el renunciante Dujovne, incapaz de entablar la más modesta
negociación política con sectores de la oposición, ni cumplir otra
tarea que no fuera responder al mandato e instrucciones enviados desde
el Fondo Monetario Internacional.
El
nuevo ministro abandona la gestión de Vidal dejando una provincia muy
endeudada y en una recesión más profunda que la nacional. Su primer
desafío será lograr que el FMI no se baje del desembolso previsto para
septiembre.
Hernán Lacunza no tiene los títulos académicos en el exterior de esos
con los que al PRO le gustaba pavonearse para exhibir a los suyos como
"el mejor equipo de los últimos..." treinta, cincuenta o doscientos
años. Tampoco es de uno de esos "prestigiosos" gurúes mimados por el
establishment, que suelen llenar salas de lujosos hoteles para decirles a
los CEOs que conforman la concurrencia, ni más ni menos, lo que
quieren escuchar. Unos y otros, los "académicos" y los "prestigiosos"
eran los que conformaban la "primera selección" de expertos en economía a
los que recurrió el gobierno de Cambiemos desde diciembre de 2015 para
ocupar los casilleros centrales.
Lacunza, en cambio, fue al lugar al que
nadie de esa cofradía hubiera aceptado ser enviado: acompañar a María
Eugenia Vidal como candidato a ministro de una menos que improbable
gestión como gobernadora de Buenos Aires. Más que por mérito propio,
llegó por deserción del resto.
A este economista de "descarte" en los
momentos de gloria de Cambiemos, pero que en cuatro años se convirtió
en figura clave del gobierno de Vidal (sólo equiparable a la de Federico
Salvai), recurrió Macri en su hora más aciaga. Para sentarse en el sillón que abandonó Nicolás Dujovne, cuando aquel empezó a parecerse a una silla eléctrica.
En la semana más traumática desde el inicio de su gestión, tanto
para el gobierno de Macri como para el de María Eugenia Vidal,
el nuevo ministro de uno y ex ministro de otra se encontraba de
vacaciones en Neuquén. Casi un signo de identidad de Cambiemos.
También lo identifican con el modelo imperante desde diciembre de 2015
algunos resultados de su gestión: los datos bonaerenses del primer
trimestre del corriente año muestran una caída del 6,1 por ciento en el
nivel de actividad provincial, pese a una cosecha récord que permitió un
aumento de la producción agropecuaria del 12 por ciento, pero con un
retroceso industrial del 14 por ciento en el último año.
Otras señales
de esa gestión son una pérdida de 60 mil puestos de trabajo en la
producción, la reducción de 16.200 millones de pesos en los recursos
destinados a la salud con respecto al año anterior, menos dinero para
seguridad (20.400 millones) y el retroceso de la atención educativa (290
establecimientos menos).
La reasignación de recursos tuvo un destino muy claramente marcado:
el pago de intereses de la deuda externa creció cerca de un 99 por
ciento en el primer trimestre de este año con respecto al año anterior.
Durante su gestión, Lacunza no sólo aumentó el volumen de la deuda
provincial, sino que además acortó el plazo promedio de vencimientos en
casi dos años, creció la participación de la deuda en moneda extranjera
sobre el total y se elevó la relación entre deuda y recursos de la
provincia (en un 25,4 por ciento) y la proporción de deuda y producto
provincial.
Es decir, que cayó la capacidad de pago. Y será peor cuando
se vuelva a calcular tras la reciente megadevaluación.
Lacunza tiene en el actual presidente del Banco Central, Guido
Sandleris, a un viejo conocido. Fue su primer subsecretario de Finanzas
en la provincia y, como tal, principal co-responsable en la primera y
más intensa etapa de endeudamiento bonaerense. También tiene una
antigua e intensa relación con otra figura que recuperó relevancia en
los últimos días, justamente en relación a la actual gestión del Banco
Central: Martín Redrado.
Lacunza fue miembro de la Fundación Capital,
que presidía Redrado. Cuando el "golden boy" (así bautizado en los años
de la dictadura cívico militar) fue a Cancillería como secretario de
Relaciones Económicas Internacionales (año 2002, con Carlos Ruckauf como
canciller, y Eduardo Duhalde como presidente provisional), lo ubicó a
Lacunza como director del Centro de Economía Internacional.
Dos años
después, Redrado era designado presidente del Banco Central por Néstor
Kirchner, y pocos meses después de asumir ubicaba a Lacunza como gerente
general (reemplazando a Carlos Pérez, otro ex Fundación Capital,
ascendido a director).
Tras la salida de ambos, Redrado y Lacunza, del Banco Central
luego de chocar con el kirchnerismo por el rechazo de ambos a utilizar
las reservas para el pago de vencimientos de la deuda, el último
comienza su acercamiento al PRO.
Primero forma una consultora de
efímera existencia, Empiria, para pocos meses después saltar al puesto
de Gerente General del Banco Ciudad, ya siendo Macri jefe de
gobierno porteño. Allí estuvo hasta diciembre de 2015, cuando es
nombrado ministro de hacienda de la flamante gobernadora Vidal.
Quienes lo conocen bien, afirman que su
alejamiento de Redrado, en 2010, marcó un distanciamiento definitivo. Y
también aseguran que mientras Redrado hoy busca una postura de alta
confrontación con el gobierno (denunció que Macri alimentó el salto del
dólar el lunes para "castigar" a los electores), ven a Lacunza en una
postura más conciliadora.
La persona de mayor peso en el entorno de Lacunza es, desde hace
años, Pedro Rabasa, que lo acompañó desde un cargo menor en la provincia
de Buenos Aires pero participando de cada decisión importante que tuvo
que asumir. Seguramente volverá a estar a su lado en la etapa que hoy
inicia. Lacunza, además, es un viejo conocido de Alejandro Werner,
director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI.
El hasta
ahora ministro de Hacienda bonaerense viajó frecuentemente a Washington
formando parte de la delegación argentina a las reuniones del Fondo, y
Werner a su vez conoce en detalle la situación de la provincia de Buenos
Aires y su deuda. Este será el nexo principal que deberá atender
Lacunza para superar su primera prueba de fuego: lograr que el FMI no
se baje del desembolso por 5400 millones de dólares comprometidos para
la primera quincena de septiembre, aunque Argentina esté lejos de haber cumplido las metas del programa económico fijadas para esta última etapa.
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