Desindustrialización
a una velocidad e intensidad fulminante. Derrumbe del salario real.
Destrucción impactante del valor patrimonial de las empresas
Ocho puntos de la devastación económica de Macri
El
macrismo difunde que entregará una "buena herencia" económica. Es una
nueva trampa que elude la responsabilidad del desastre que deja, para
atribuirse la probable recuperación a partir del 2020. Y si no mejora la
economía será por culpa del nuevo gobierno. Datos duros de la debacle,
demoledores para neutralizar el engaño.
Detallar ocho puntos de la economía macrista es un oportuno
antídoto a los "Ocho puntos de la economía", el panfleto que forma parte
del método de la mentira planificada de la Jefatura de Gabinete y que
es la base para el próximo engaño. Aquí va el detalle con datos duros:
1. La caída del PIB
de este año será de 3,0 por ciento, que determinará que el PIB per
cápita disminuya como mínimo el 10 por ciento en el período 2016-2019.
2. El retroceso del salario real de los trabajadores registrados es de 18,5 por ciento desde noviembre de 2015.
3. El promedio del poder adquisitivo de las jubilaciones será casi 20 puntos menos al de 2015.
4. La inflación va camino del 50 al 60 por ciento anual. El
último tributo a la causa oficialista del INDEC de Macri fue el índice
de octubre, al marcar 3,3 por ciento cuando el consenso del mercado era
de 4,0 por ciento para arriba.
5. La pobreza subirá al 40 por ciento.
6. La deuda pública
es impagable en las actuales condiciones, a lo que se suma que se
reintrodujo al FMI en la economía argentina, además de convertirlo en el
principal acreedor externo y auditor de la exigencia de ajuste.
7. El valor patrimonial de las empresas está destruido, con quiebras y concursos generalizados.
8. La industria está derrumbada.
Tener presentes estos ocho puntos pasará a ser crucial en el período presidencial que inaugurará la fórmula Alberto Fernández-Cristina Fernández de Kirchner el próximo 10 de diciembre.
Resultará importante porque está por dar comienzo la temporada alta de los economistas del establishment circulando
por el espacio público. Son quienes durante cuatro años batallaron en
todos los terrenos para la construcción de expectativas positivas,
asegurando que con la política económica del macrismo, aunque señalando
que tuvo fallas en la gestión, todo iba a ser mejor. Ahora, como si nada
hubiera pasado en este cuatrienio, han iniciado la persistente tarea de comunicar a la sociedad que las perspectivas económicas son sombrías.
No sólo adelantan penurias sino que se han vuelto más exigentes con el futuro gobierno.
Quieren saber ya cómo será la negociación el FMI, cuál será la
propuesta a los acreedores privados, qué estimación existe de
necesidades financieras para los próximos años, cómo se diseñará el
esquema fiscal y monetario, y quiénes serán los encargados de conducir
un plan que igual adelantan tiene pocas chances de éxito. Entre sus
demandas no aparecen quienes fueron responsables del desastre económico
. Es como si estos cuatros años no hubiesen existido. De ese modo, una vez más, los economistas del establishment muestran que son incorregibles.
Los anticuerpos para prevenirse de ellos es saber que postulan una
política económica que nuevamente probó ser un fiasco en términos de
estabilidad económica y bienestar social.
Industricidio
La desindustrialización es una marca registrada de los ciclos neoliberales, y éste no ha sido la excepción. En la comparación con el de la dictadura militar y el de la década del '90, el período de gobierno de Macri sobresale por la velocidad de la destrucción y el alcance a casi todos los sectores.
Han sido cuatro años de deterioro constante de la actividad y del empleo.
Recién al final del mandato empezó a registrarse una reacción del mundo
empresario. Fue un hecho notable que industriales hayan apoyado a un
Presidente que les mostró una indiferencia manifiesta hasta el punto del
desprecio y de casi no mencionar la palabra "industria".
Sólo
algunas organizaciones que agrupan a pequeñas y medianas industrias
fueron conscientes del daño que les estaba provocando la economía
macrista.
El reciente dato difundido por el INDEC expone la profunda crisis de la industria
. En septiembre, la utilización de la capacidad instalada del sector fue de 57,7 por ciento,
uno de los niveles más bajos de la era macrista. Esto implica que el
42,3 por ciento de las maquinarias y equipamientos está parado, un costo
muy elevado para el dueño de la planta y una pérdida inmensa para el
entramado productivo y social.
La producción industrial acumuló
la decimoséptima caída consecutiva en septiembre, cuando bajó 5 por
ciento en relación al mismo mes del año pasado. Macri se despide sin que ningún sector productivo exhiba señales de recuperación.
El dato de la industria automotriz es impactante:
el nivel de utilización de la capacidad instalada es de apenas el 37,4
por ciento, lo que explica las suspensiones masivas, el adelantamiento
de vacaciones y la cancelación de turnos de trabajo. Sólo en momentos de
crisis muy aguda el sector automotor registró una virtual paralización
de la producción como ahora, lo que deja en evidencia el desastre
productivo .
El otro bloque industrial que atraviesa un derrumbe
de proporciones es el de sustancias y productos químicos, con un nivel
de utilización de la capacidad instalada de sólo el 47,7 por ciento. Un
año antes era de 63,2 por ciento. La caída fue impresionante en un área
industrial clave.
La parálisis industrial es también un escenario para deducir que puede haber una rápida recuperación ante cualquier impulso a la demanda que realice el gobierno de Alberto Fernández.
Destrucción de empleo
La industria se convirtió entonces en una máquina de expulsar trabajadores desde el primer mes del gobierno de la alianza Cambiemos.
La apertura comercial, los tarifazos, las rondas de fuertes
devaluaciones, las tasas de interés altísimas y el derrumbe del mercado
interno por el castigo a los ingresos reales de trabajadores y jubilados
determinaron un sendero de permanente caída de la actividad fabril.
A
partir del default, que fue eludido por el megapréstamo del FMI por 57
mil millones de dólares a mediados del año pasado, se aceleró la
velocidad del retroceso. La desindustrialización derivó en una destrucción permanente de puestos de trabajo.
Sólo en un mes del total de lo que va del ciclo macrista (hasta agosto,
mes del último reporte oficial) no hubo pérdida neta de empleo
industrial. Es una marca dramática.
La actividad manufacturera anotó la destrucción de 154.700 mil puestos de trabajo, desde noviembre de 2015 a agosto de 2019.
Es equivalente a la pérdida de 12 de cada 100 empleos del sector en
menos de cuatro años. En el cuatrienio anterior, en el segundo mandato
de CFK, el cual tuvo una evolución macroeconómica más floja, no hubo
casi pérdidas de empleo industrial.
En el anexo estadístico de la
Secretaría (antes Ministerio) de Trabajo los números son elocuentes: en
noviembre de 2011 había 1.257.400 trabajadores de la industria; el
mismo mes de 2015, 1.256.400. La diferencia es apenas 1000 puestos. La comparación con el desempeño en los años macrista es abrumadora.
Vale recordar que la mayoría de esos empleos se ubican en un lugar privilegiado de la pirámide laboral, tanto por el nivel de remuneraciones como de su calidad.
Concursos & Quiebras
La economía macrista no sólo es reducción del nivel de actividad manufacturera, sino que también es aumento de concursos y quiebras
. El relevamiento realizado por el Centro de Economía Política Argentina
en Ciudad de Buenos Aires y las provincias de Buenos Aires y Córdoba,
donde se localizan el 61 por ciento del total de empresas registradas,
muestra que, en enero de 2016, había 567.483 firmas registradas, y
que en agosto pasado se computaban 546.313. En ese lapso hubo una caída
de 21.170 empresas.
Considerando los datos al tercer
trimestre de 2019, para esos distritos, la suma de los concursos y
quiebras considerando personas humanas y jurídicas alcanzó los 103
casos, 15 por ciento más respecto a los 1042 casos para el mismo período
de 2018.
Un promedio de 7 empresas entraron en concurso o quebraron por día hábil.
Los técnicos del CEPA lo proyectaron a todo el país, cifra que se eleva
a 11 empresas diarias que quebraron o entraron en concurso.
Explican
que "el promedio de 7 empresas diarias que entró en crisis
recientemente representa tanto un indicador de la gravedad de la crisis
económica actual, como una alerta sobre el riesgo sistémico en el futuro
cercano de continuarse tensionando la cadena de pagos y el deterioro sobre la situación financiera de las empresas".
Tres ciclos
Como se mencionó, la desindustrialización es una de las principales características de los tres ciclos neoliberales
. Pero al interior de ese proceso hubo una evolución diferente de los
protagonistas en cada uno de ellos. Precisar esa dinámica, teniendo en
cuenta que hubo cambios en el escenario de la economía mundial, brinda
intereses elementos de análisis para comprender cuáles son los desafíos
actuales.
En los años de la última dictadura militar hubo una expansión de los grupos económicos locales,
que durante el primer gobierno de la recuperación de la democracia se
convirtieron en un factor de poder y de condicionamiento a la política
económica. Eran los Capitanes de la Industria: Pérez Companc,
Macri, Gruneissen-Astra, Garovaglio y Zorraquín, Blaquier-Ledesma,
Indupa, Roca-Techint, Alpargatas, Bulgheroni, Soldatti, Roggio. Era un
conjunto de grandes grupos económicos de capital nacional que se
expandieron pese a que fue un periodo de estancamiento general.
En la década del noventa, esos conglomerados integraron la triple alianza para asaltar los activos del Estado en el proceso de privatizaciones. Se asociaron con bancos acreedores (la mayoría estadounidenses) y multinacionales de servicios (casi todas europeas)
para quedarse con empresas estatales. Después de valorizar esa
inversión se desprendieron de esos activos, obteniendo ganancias
extraordinarias. En ese proceso de acumulación de capital líquido
también vendieron sus propias empresas a firmas extranjeras.
O
sea, en la primera etapa de desindustrialización se consolidó un nuevo
mapa de poder económico; y en la segunda, se desintegró por la
liquidación de activos –nuevos, de privatizaciones, e históricos, de su
núcleo de negocios-. Quedaron unos pocos conglomerados con una estructura de negocios diversificada.
Durante el macrismo, luego de los primeros dos años con
ganadores (empresas de servicios públicos, energéticas, construcción,
finanzas y agro) y perdedores (el resto de las actividades), la destrucción patrimonial pasó a ser generalizada.
La pérdida de valor de las grandes empresas es tremenda.
El economista Ariel Sdbar, del Banco Industrial, publicó en su cuenta
de Twitter un cuadro con la disminución del valor de capitalización de
un grupo de empresas de servicios. Las cifras de la pérdida patrimonial
de algunas de ellas son apabullantes:
* El valor de Edenor
en su máximo de 2018 fue de 2974 millones de dólares; ahora es de poco
menos de 200 millones de dólares. Esto significa que los accionistas
(Marcelo Mindlin y el resto) de la eléctrica tuvieron un quebranto
fabuloso.
* Metrogas descendió de 2649 a 90 millones de dólares.
* Camuzzi bajó de 1751 a 78 millones
* Pampa Energía (también de Mindlin) retrocedió a 5538 a 992 millones.
Quebrantos
La crisis macrista es tan profunda que alcanzó incluso a actividades que su política económica incialmente favoreció,
como las de servicios públicos privatizados (beneficiadas con
tarifazos) y las del sector primario exportador (megadevaluación y
eliminación de retenciones). También involucró en la debacle a grandes empresas de alimentos
, como Molinos, Ledesma, Mastellone, Arcor y la multinacional Mondelez.
La
firma de la familia Pagani contabilizó quebrantos el año pasado y éste.
En toda su historia de casi 70 años, sólo había anotado pérdidas en el
balance 2002. De enero a septiembre de este año tuvo un saldo negativo
de 2610 millones de pesos; en el mismo período de 2018 el rojo fue de
6455 millones de pesos. Molinos, de la familia Pérez Companc, perdió
1381 millones de pesos en nueves meses de este año, cuando en igual
lapso de 2018 el quebranto fue de 3261 millones. La azucarera Ledesma
registró una pérdida de 1109 millones de pesos en enero-septiembre,
mientras que en igual período del año pasado tuvo un resultado negativo
de 1567.
En los dos últimos años de la economía macrista la mayoría de las empresas fue arrojada al borde de la insolvencia.
El ahogo financiero del sector privado es muy fuerte. La cadena de
pagos está crujiendo, las ventas no logran recuperarse y los costos
fijos están triturando el cuadro de resultados. Se va destruyendo sin
pausa el tejido productivo y sociolaboral.
Ocuparse
En estos días de transición,
mientras Macri sigue tomándose vacaciones, el jefe de Gabinete, Marcos
Peña, continúa con el método de la mentira planificada y muchos
funcionarios en estampida están presentando currículum vitae en el
sector privado, la gestión del día a día, si antes era de mediocre a
mala, ahora es inexistente.
Cuando irrumpen situaciones críticas
en empresas no hay ninguna reacción. Por este motivo, cuando aparecen
dudas acerca de qué puede suceder en el gobierno de Fernández, el
panorama se despeja rápidamente. La administración de los problemas
será el opuesto porque habrá un equipo de funcionarios que se ocupará de
ellos. Podrá ser efectiva o no la intervención, pero habrá al menos
interés en ocuparse de la cuestión.
Ante un escenario de crisis se
analizará lo que sucede en el sector (por ejemplo, regular las
importaciones que desplazan producción local); luego se podrán estudiar
los requerimientos de las empresas, que probablemente sea de debilidad
del capital de trabajo, por lo que necesitará una línea de crédito a
tasa subsidiada para fortalecerlo más que para inversión expansiva
debido a la elevada capacidad instalada sin utilizar; al tiempo que se
podrá proteger el empleo vía el programa Repro (parte del salario se
hace cargo el Estado) para evitar despidos.
Nada de esto encaró el gobierno de Macri para aliviar la crisis. Sólo hacerlo frenará la caída y empezará a generar las condiciones para la recuperación y la mejora del mercado interno a través del incremento de la demanda.
Será el primer paso para empezar a transitar la imperiosa tarea de reconstrucción del entramado productivo, social y laboral luego de la devastación de la desindustrialización macrista.
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