Un allanamiento judicial en el domicilio de un ex asesor de la Oficina Anticorrupción aportó evidencias del pago irregular a una consultora cautiva del gobierno para la promoción política de Laura Alonso. No sólo ello. Los archivos informáticos secuestrados despertaron sospechas de que Consuasor, una firma que viene dando vueltas por medio gabinete, pudo haber pagado retornos en otros contratos, lo que dio origen a una nueva causa en Comodoro Py.

El registro del domicilio de Alejandro Giúdice, uno de los socios de Consuasor, fue llevado a cabo el 5 de junio pasado por orden del juez federal Sebastián Casanello, luego de que declaraciones de testigos y documentos sumados a la causa ratificaran las sospechas de "conflictos de intereses" y abuso de autoridad por parte de Alonso para supuestamente beneficiar a una consultora amiga, indicaron fuentes con acceso al expediente. El resultado del allanamiento no se había hecho público hasta hoy.

La causa se originó en julio de 2018 luego de que se decubrió que la Oficina Anticorrupción (OA); los ministerios de Trabajo, Medio Ambiente y Defensa; el senador Federico Pinedo y el gobierno de Salta habían contratado a Consuasor para tareas genéricas de comunicación.

La consultora de prensa fue fundada hace más de diez años por el citado Giúdice, Facundo Sosa Liprandi y quien luego fuera el primer subsecretario de Comunicación Pública de la Jefatura de Gabinete bajo el gobierno de Cambiemos, fallecido en 2017. En un trámite destinado a ponerse en regla y ser contratada por el Estado, la empresa fue reinscripta como SRL el 28 de diciembre de 2015, días después de la asunción de Macri en la Casa Rosada. 

El nuevo registro de la consultora, que hasta entonces orbitaba en legisladores del Pro y, particularmente, en el senador Federico Pinedo, fue sin el nombre del funcionario asignado a la Jefatura de Gabinete.

Y los contratos llovieron

Conocida la trama de Consuasor, el abogado peronista Leonardo Martínez Herrero presentó una denuncia asignada a la fiscalía de Carlos Stornelli y el juzgado de Casanello. El fiscal no movió un dedo para investigar a su allegada Alonso, lo que no impidió que el expediente avanzara.

El allanamiento en el domicilio del ex asesor de la titular de la OA aportó documentos relacionados a la imputación inicial por malversación de fondos públicos y disparó sospechas de otros delitos, más graves.

Un archivo informático del asesor Giúdice incluía una planilla con los montos facturados y los realmente cobrados entre 2016 y 2018, con variaciones entre uno y sesenta por ciento. Ante la hipótesis — entre otras — de que la diferencia obedeciera a retornos desde el contratado al contratante, el juzgado de Casanello presentó una denuncia que aterrizó en el despacho de Daniel Rafecas .

El archivo de excel analizado incluía dos columnas bajo el nombre Laura Alonso. Entre ambas, se consignaron pagos entre marzo de 2017 y abril de 2018 por un total de 1.099.150 pesos. Ése fue el último mes abonado, porque la titular de la OA se vio forzada a despedir a la consultora cuando se informó la turbiedad del vínculo comercial.

No bien surgieron los primeros indicios de lo que parecía una irregularidad, a fin de 2017, Alonso prefirió no contestar las consultas periodísticas. Dilató durante meses respuestas a pedidos de acceso a la información y entregó datos engañosos. Durante la semana que pasó, tampoco fue posible obtener respuestas de Alonso.

Que el abono anotado por Consuasor figurara a nombre personal de Alonso en lugar de la OA profundizó la presunción de que se trata de un servicio destinado a la promoción personal de la funcionaria pagado por fondos públicos. Ninguno de los ingresos registrados en la computadora de Giúdice entre 2016 y 2018 estaba sólo a nombre de funcionarios sino de la dependencia estatal que efectuó el pago.

La línea de investigación de una contratación para la proyección política de Alonso ya figuraba en el expediente con el testimonio de ex empleados — cuyos nombres se reservan—, que padecieron la injerencia paracaidística de Consuasor. Una fuente que conoció de cerca las motivaciones reales de Alonso para contratar a la consultora dijo que el objetivo, en coordinación con Jefatura de Gabinete, era la construcción de su candidatura a senadora en 2019, objetivo no alcanzado.

Las respuestas que debe Alonso son varias. Primero, el motivo del pago a consultores allegados al oficialismo que superpusieron las funciones y subordinaron jerárquicamente al personal estable y contratado para el área de prensa. Es decir, si inventó contratos para hacer un favor o para hacer pagar al Estado una necesidad política personal.

En segunda instancia, parece evidente que como Consuasor no estaba adecuadamente registrada como proveedora del Estado, la funcionaria disimuló el detalle mediante locaciones de servicios con los dueños de la firma. Está probado que personas que trabajaban para Consuasor y sin ningún cargo formal en el Estado daban órdenes a empleados estatales, porque Alonso así lo dispuso.

Además, la consultora ofrecía en su web la gestión de intereses empresariales ante el Estado y prestaba servicios en otras dependencias. Allí el conflicto de intereses era doble, porque Alonso tenía sentados a su mesa chica a asesores que en simultáneo hacían lobby para privados, y que a su vez coordinaban la comunicación de funcionarios a los cuales la OA tendría que investigar. Tal fue el caso del maltratador, empleador en negro, empresario y ex ministro de Trabajo Jorge Triaca, contratante de la firma. 

Según miradas al tanto del expediente, testigos dejaron claro que la presencia de la consultora, el persistente interés de Alonso por su imagen pública y sus intervenciones altisonantes en defensa de Macri generaron fricciones permanentes con empleados que aspiraban a una comunicación acorde a un organismo público de control.

“Nunca vi una situación de este tipo”, dijo una persona con amplia experiencia en tareas de prensa para el Estado bajo diferentes gobiernos y jurisdicciones. “No supe qué hacían (los de Consuasor) en la Oficina ni el rol de la consultora”, agregó.

Las reprimendas de Alonso a su gente de comunicación y el privilegio otorgado a Consuasor eran una constante. “No quiero ser soberbia, pero soy la mejor vocera que tuvo este organismo en muchos años”, escribió la funcionaria en un mail dirigido a sus subordinados.

Las tareas que supervisaba Consuasor eran la coordinación de entrevistas (centradas principalmente en medios del Grupo Clarín), el manejo de redes y el discurso público de la funcionaria.

Por ejemplo, la consultora mandó mails sobre cuál debía ser el discurso de Alonso ante hechos de debate público, con el siguiente formato. Título: “AMIA, CFK y Timerman”. “Línea oficial (con comentarios de Mauricio Macri o Marcos Peña); línea Vidal (comentarios de la gobernadora); línea Consuasor: ‘los argentinos merecemos saber la verdad de la corrupción kirchnerista’”.

En la campaña electoral legislativa de 2017, la “línea Consuasor” para Alonso fue “el cambio es de abajo hacia arriba”, mientras que ante la desaparición de Santiago Maldonado, el speech de la consultora fue “debemos esperar el avance de la investigación” (en efecto, en esos días Alonso hizo declaraciones cautas, pero al año siguiente, celebró en Twitter a un troll del oficialismo que se divirtió mostrando un conjunto de huesos humanos con el texto: ‘¿Dónde está Santiago Maldonado? - Acá, pelotudos’)

Ante la mención en una comunicación interna de una denuncia del senador Fernando Pino Solanas contra un funcionario del Ministerio de Energía por conflictos de intereses, también en 2017, Alonso dictaminó ipso facto: “Ya está aclarado. Es humo”.

Además de la llamativa contabilidad, uno de los aspectos cruciales es dilucidar cómo hace una consultora para que se le abran tantas puertas en el Estado si no es con el direccionamiento de alguien con poder sobre los ministerios. ¿Quién quisiera poner a una consultora experta en comunicación para que sobrevuele todo el gabinete? Una mano influyente que incluso lleva a los subalternos a disimular los contratos con la consultora mediante locaciones de servicios con sus dueños.

En los casos de Alonso, el gobierno de Salta y el Senado, las cifras facturadas y cobradas son coincidentes o tienen diferencias menores, pero en los de Producción, Trabajo y Asuntos Electorales, aparecen márgenes de entre dieciocho y cincuenta por ciento.

Por ejemplo, la subsecretaría de Asuntos Electorales bajo la gestión del hoy diputado Ezequiel Fernández Langan — del círculo de Marcos Peña — recibió facturas en 2016 y 2017 por 679.200 pesos, pero a Consuasor entraron 472.000 pesos. El Ministerio de Trabajo bajo la conducción de Jorge Triaca — un acomodador serial de familiares, allegados y empleados propios — pagó 1,1 millón de pesos y recibió facturas por 1,4 millones. Hacia fin de 2018, Consuasor facturaba al Ministerio de Producción cien mil pesos mensuales y cobraba 84.000.

La difusión de los multicontratos de Consuasor, una empresa gestionada por sus dueños y con muy pocos empleados, ocasionó que varios organismos públicos dieran de baja al vínculo. Las oficinas de la consultora fueron cerradas y su página web fue, primero desconectada y, más tarde, reformulada.


La Procuración de Investigaciones Administrativas, a cargo del fiscal Sergio Rodríguez, elabora un dictamen sobre si el caso esconde una trama de corrupción o si, por el contrario, se circunscribe a fallas éticas, falta de transparencia y corruptelas no judicializables por parte de la secretaría de Ética Púbica, Transparencia y Lucha contra la Corrupción.



0 Comentarios