La principal razón por la que la alianza del PRO, la Unión Cívica Radical y la Coalición Cívica no sumaría más diputados a los que cuenta en la actualidad se encuentra en la Ciudad de Buenos Aires, distrito en el que, a pesar de ser la fuerza con mayor cantidad de votos, renovaría tres bancas menos de las diez que puso en juego.

Eso se debe a que en 2017 el radicalismo alineado con el senador Martín Lousteau se presentó separado del oficialismo local de Juntos por el Cambio a través de Evolución, que por entonces fue la tercera fuerza con dos diputados electos.

Esos diputados luego se sumaron al bloque de Juntos por el Cambio, que en ese turno electoral se había alzado con ocho legisladores.

De esos diez diputados, si se repitieran los resultados, Juntos por el Cambio renovaría 7, resignando tres en favor de las denominadas “terceras fuerzas”: dos de La Libertad Avanza y uno del FIT-Unidad.

Precisamente, los liberales de Javier Milei y José Luis Espert serían los principales capitalizadores de la elección, con tres diputados sin poner ninguna banca en juego.

Por su parte, el FIT-Unidad ganaría dos: la mencionada de la Ciudad de Buenos Aires y una en Jujuy.

El Frente de Todos podría perder siete bancas: cuatro en la provincia de Buenos Aires, una en Catamarca, una en La Pampa, una en Neuquén, una en Río Negro y una en San Luis, compensadas con las que ganaría en La Rioja y Salta.

Las dos bancas que ganaría Unión por San Luis, encabezada por el ex gobernador Claudio Poggi, podrían sumarse a Juntos por el Cambio si es que se confirma el apoyo que el dirigente volcó en la última elección a la coalición opositora.

La banca de la tucumana Beatriz Ávila, del Partido por la Justicia Social, es otra de las dudas, ya que alternativamente volcó su apoyo a Juntos por el Cambio y al Frente de Todos.

Por último, el Movimiento Popular Neuquino podría obtener una banca más, la que a su vez perdería el Frente de Todos.