Facundo Moyano: “El peronismo tiene que estar preocupado por debatir un proyecto de país y no un proyecto electoral”

El sindicalista explicó por qué critica el mensaje “un poco difuso” de la CGT y dijo que “la reforma laboral que no se hace en favor del trabajador la termina haciendo el mercado”.

Parece un librepensador en un espacio como el peronismo, demasiado flexible en sus políticas, pero muy duro contra quienes opinan en forma distinta del líder de turno. Facundo Moyano transmite esa misma sensación como parte activa del sindicalismo, otra corporación tan rígida que castiga las disidencias y alienta el disciplinamiento absoluto. Por eso en los últimos días volvió a llamar la atención cuando el secretario adjunto del Sindicato de Trabajadores del Peaje se diferenció de sus colegas de la CGT y se animó a criticar a los dirigentes que no le apuntan al Gobierno por el alza de la inflación.

No tuvo mucho acompañamiento de sus pares. Quedó en un estado de soledad similar cuando, desde su banca de diputado nacional y cargo de secretario general del gremio, presentó un proyecto de ley que impulsaba la democratización sindical. Sucedió lo mismo cuando, propuso debatir “modificaciones” en la legislación laboral para combatir el trabajo en negro, además de aportes patronales diferenciados y un régimen indemnizatorio distinto.

Ese pensamiento autónomo lo llevó a decisiones muy inusuales para la clase dirigente argentina: abandonó la jefatura del Sindicato de Peajes en marzo de 2017 para aplicar lo mismo que había predicado, la limitación de los mandatos gremiales, y hace un año renunció a su banca legislativa, cansado del esquema de obediencia exigido por Máximo Kirchner. “Mi ideal es una Argentina con pymes, comercios e industrias que generen empleo y hoy considero que puedo contribuir mejor a eso fuera del Congreso”, dijo en la carta donde fundamentó su decisión de dejar el Frente de Todos.

Más extraño aún, no planteó una oposición cerrada al ajuste económico: “Hay cosas en las que tenemos que ser claros y que van más allá de la ideología y van más allá de la historia: son cosas que hay que hacer -dijo-. Lo primero que tiene hacer la política y el sindicalismo es sincerarse. A partir de que nos sinceremos y digamos “che, hay que hacer estos ajustes”, no lo dibujemos de otra manera”.

Además, reiteró y amplió la propuesta de discutir la legislación laboral para proteger a más trabajadores y se mostró implacable al analizar a su partido: “El peronismo tiene que estar preocupado por debatir un proyecto de país y no un proyecto electoral”.

El mensaje que pensó la CGT fue un poco difuso. Me siento un dirigente sindical más allá de que no encabece la organización a la cual pertenezco, que es el Sindicato de Peajes, pero sí encuadrado dentro del frente sindical que encabeza uno de los secretarios generales de la CGT que es Pablo Moyano. Y hay algo que también se lo he transmitido a él, que es la consigna difusa contra los formadores de precios. ¿Quiénes son los formadores? ¿Los dueños de las cadenas de los supermercados? Porque hay que personalizar. Primero, intentando claridad para el trabajador que es convocado a esa marcha y para el conjunto de la sociedad que, en definitiva, ve como un hecho político una marcha que no solamente tiene que estar supeditada al trabajador que concurre sino al conjunto de la sociedad.

Los formadores de precios existen siempre. Los especuladores existen siempre. Ahora, primero tenemos que identificarlos, está claro quiénes son. No es el almacenero que tiene que subir los precios porque le tiene que pagar a los empleados que no llegan a cubrir la canasta básica. No es el comercio que tiene 10 empleados que también tiene obligatoriamente una remarcación de precios porque todo esto viene de una cadena, hay oligopolios, hay monopolios de determinados insumos o productos primarios que establecen precios. Eso está clarísimo

Este mes se cumple un año de mi renuncia al Frente de Todos: esperaba que realmente se volviera al gobierno para ser mejores, pero lamentablemente no fue así. Tenemos una deuda pública altísima, de 65.000 millones de dólares. Más allá de la deuda que dejó el gobierno de Macri, del que fui ultracrítico y me opuse a la mayor parte de las medidas que quiso imponer como la reforma laboral, que finalmente no fue así. 

Cuando analizamos el mapa del mundo laboral vemos una dificultad que antes no existía: que el trabajador esté dentro del sistema laboral registrado no le garantiza estar por fuera de la pobreza. Hay innumerable cantidad de trabajadores registrados que tienen un salario de bolsillo que está por debajo de la canasta básica alimentaria, que es de 111.000 pesos. Una familia tipo para no ser pobre tiene que estar por encima de 111.000 pesos.

Porque, por un lado, está la exigencia del salario básico universal, que banco conceptualmente, lo puedo compartir y más teniendo en cuenta un mundo que cambia paradigmas. Nosotros, como sindicalistas, como políticos, tenemos que pensar de qué manera nos adaptamos a esa cuarta revolución industrial.

Hay una población económicamente activa de 22 millones de trabajadores y los trabajadores privados del sector privado son más de 6 millones. No llegan a ser el 30% de la población económicamente activa total. ¿Qué significa esto? Que tenemos un mercado de trabajo del sector privado que está un poco por encima de lo que había en los 70. La diferencia es que en los 70 había menos de la mitad de población. Hoy tenemos 47 millones de argentinos, en ese momento había la mitad. 

Lo primero que hay que hacer para partir de una discusión sobre si hay que hacer algún cambio es reconocer la realidad. Y para el peronismo reconocer la realidad es decir: “Che, ¿por qué no nos está votando la gente? Tal vez porque no le decimos qué modelo de trabajo queremos. ¿Queremos un modelo de planes o queremos un modelo de movilidad social ascendente donde el que labura con la ley amparándolo no esté por debajo de la canasta básica y se pueda ir de vacaciones y darle una buena educación a sus hijos? ¿Cuál es el modelo de salud que queremos? ¿Cuál es el modelo educativo que queremos? ¿Un modelo educativo donde se eduquen los chicos o uno donde los chicos vayan a la escuela para que los cuide la maestra?

Cada uno tiene su decisión. Eso mismo explica el desorden político que hay. Uno está a favor de Cristina, el otro de Alberto… ¿Pero cómo, si Cristina eligió a Alberto y son parte del mismo gobierno? Ese es el desorden político que tal vez lleva al desorden sindical. Cuando tuvimos un gobierno con autoridad presidencial que ordenaba la política, hubo una CGT lineal. Con Néstor Kirchner, por ejemplo. Conducía claramente el peronismo, inclusive en la derrota electoral, y la CGT siempre estuvo unificada con un solo secretario general. Más allá de algunos años en que hubo pérdida de poder adquisitivo, como en 2010, después siempre se recuperó el salario

 

 

 

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