* Columna del Dr. Juan Enrique Romero
*El
Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario.
Especialista en Educación Universitaria. Magister en
Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de
Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias
universidades argentinas. Disertante internacional.
Día Internacional del Gato: por qué su vista lo transformó en un perfecto cazador.
Emulando un viejo dicho, “dónde el gato pone el ojo... caza”. De qué forma los felinos desarrollaron esta magnífica y superlativa capacidad.
Los ojos de los gatos llaman la atención y son muy diferentes a los del resto de los mamíferos. Los gatos no sólo ven distinto, sino que también parpadean diferente. Alguien podría decir, sin faltar a la verdad, que al parpadear nos están seduciendo.
Manejan sus párpados en forma tan suave y delicada que parece que en vez de moverlos por necesidad lo hicieran para comunicar el placer de estar con nosotros. Es que ellos son majestuosos y ceremoniales hasta para eso, no importa la raza o el color.
Todo gato que se precie de su título de tal, parpadea lento y cadencioso, como dejando caer el párpado y con la displicencia de andar por el mundo con la seguridad absoluta de estar de vuelta en esta aventura cotidiana
Cuando un gato cualquiera se para frente al sol, entorna sus ojos y nos mira, y entonces su mirada se puede transformar en un mensaje más que complejo que sólo aquellos privilegiados que intentan descifrarlo desde el afecto y la comprensión pueden entender.
Para el resto de los mortales nada habrá pasado, aunque en realidad se hayan perdido la oportunidad única de conocer una parte importante de este mundo, que no sólo trata de vencimientos, riesgo país, índices bursátiles, marketing y todas esas cosas que la “bobalización” ha puesto sobre el candelero. Porque los gatos al hacernos “ojitos” se están comunicando con nosotros y nos dicen que está todo bien.
Los gatos son capaces de aprovechar mucho mejor la escasez de luz que otras especies. De este modo ven muy bien en el crepúsculo, que les genera una ventaja operativa de incalculable valor.
Los gatos y también otros animales, poseen en el fondo de la parte interna de la cavidad ocular, donde se asienta la retina, una zona de colores varios y de apariencia metálica que técnicamente se llama “tapetum lucidum”, lo que significa literalmente “alfombra brillante” y a través de ella reflejan la poca luz existente en el entorno, concentrándola y permitiendo entonces una precisión en la visión en momentos en los que no sería fácil lograrla sin ese accesorio tan útil y oportuno.
De esa forma, se agudiza la visión felina ampliando su precisión casi a cualquier hora del día y permitiendo sus actividades predadoras en cualquier circunstancia. El “tapetum” es el responsable de que en la oscuridad cuando enfocamos con una luz intensa directamente y de frente a la cabeza de un gato, sus ojos se reflejen como dos bolitas incandescentes de color verdoso metalizado.
Del mismo modo que el resto de los mamíferos, tienen un complejo sistema muscular concéntrico que llamamos iris. Es el que les da el color a los ojos enmarcando a la pupila, y no es otra cosa que un verdadero diafragma de asombrosa precisión.
Así, la pupila, el orificio central del globo ocular, “lo negro del ojo”, será enorme y redonda en las horas de poca luz o cuando el acecho a la presa indique que es necesaria la máxima agudeza visual para optimizar la faena.
Frente al exceso de luz, en las horas diurnas, el iris se encargará de proteger el delicado mecanismo de detección ocular felino transformándola en apenas una hendija, una línea vertical escasamente marcada, que le da al gato, en esos momentos, esa particular apariencia, propia y única de su especie.
Se suele decir “ojos que no ven corazón que no siente”, pero parece que, al menos en el caso del gato, los ojos ven según su propio corazón siente...
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