Hecho histórico: la trastienda de la reunión de científicos en la Antártida que da volumen al concepto de soberanía y ciencia argentina.

Del encuentro participaron los 17 organismos que integran el Consejo Interinstitucional de Ciencia y Tecnología (CICyT) y fue organizado por tres ministerios nacionales, el de Ciencia y Tecnología, Daniel Filmus, el de Defensa, Jorge Taiana, y de Salud, Carla Vizzotti. Los tres ministros estuvieron presentes en la Base Marambio y acompañaron la sesión mensual de los científicos.

Pisar suelo antártico es como estar en una dimensión territorial única y desconocida, donde el color blanco se hace tan profundo que resulta tan hipnótico como abrazador, y con el marco de temperaturas extremas que pueden alcanzar en invierno los -51 grados bajo cero y vientos que superan los 140 kilómetros por hora. Allí todo se congela, sin embargo, la idea rectora del continente blanco para la Argentina conserva su llama intacta: dedicar su vasta existencia al ejercicio cabal de la soberanía nacional sobre el denominado Sector Antártico argentino fundamentada, entre otros argumentos, en el desarrollo de la actividad científica nacional desde hace más de un siglo.

Por primera vez en la historia, y para agregar sentido al concepto de soberanía científica, se trasladó para sesionar -el jueves 6 de octubre- a la Base antártica Marambio el Consejo Interinstitucional de Ciencia y Tecnología (CICyT), con una comitiva integrada por los representantes de los 17 organismos que contiene a todo el Sistema Científico Nacional, ministros y funcionarios. Un hecho simbólico, en los 20 años de historia del CICyT, y a la vez cargado de contenido real.

La trascendencia de esta reunión presencial y mensual del CICYT en suelo antártico sirve como contexto para entender que el mundo entero mira con atención a la Antártida como espacio de investigación, de preservación y de futuro. Por eso mismo, la intención de las políticas públicas en Ciencia, Defensa y Salud es colocar a la Argentina en un rol de liderazgo en materia de soberanía científica en el fascinante continente blanco.

El encuentro resultó del trabajo colaborativo y articulado entre las tres carteras ministeriales de la Nación, Ciencia, Tecnología e Innovación, a cargo de Daniel Filmus; Defensa, conducido por Jorge Taiana; y Salud, a cargo de Carla Vizzotti. Los tres ministros pisaron suelo antártico junto a Vilma Ibarra, secretaria Legal y Técnica de la Presidencia de la Nación, el secretario de Articulación Científico Tecnológica y presidente del CICYT, Juan Pablo Paz; el subsecretario de Coordinación Institucional y secretario coordinador del CICyT, Pablo Nuñez, y decenas de autoridades y mentes brillantes de cada uno de los organismos de ciencia y tecnología de todo el país.

Argentina es el país que en 1904 fundó la primera base antártica de investigación científica, con foco en meteorología. Hoy, 118años después, se está creando el Centro Interinstitucional en Temas Estratégicos Antárticos y Subantárticos (CITEAS) en Tierra del Fuego, que será muy importante y tendrá la participación de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) y de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego; así como el impulso a expediciones para defender las especies marinas de la zona.

¿Qué implica declarar la soberanía científica en la Antártida? con esa pregunta clara se inauguró la sesión en la Base Marambio y sirvió de puntapié al objetivo de esta cumbre científica antártica: poner en valor la presencia científica de la Argentina en la Antártida actual y su relevancia para la agenda del futuro.

Con la premisa no sólo del rol estratégico que tiene el conocimiento para la presencia soberana del país en el territorio antártico y el Atlántico Sur; sino también en la agenda ambiental y de cambio climático.

Durante el encuentro en suelo antártico, se hizo una síntesis de las investigaciones en materia antártica y los proyectos en curso en investigación y desarrollo (I+D) por parte de los organismos científicos y tecnológicos en el territorio antártico, articulados todos radialmente en el CICyT.

El CICyT, es el principal organismo de coordinación del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología (SNCTI). El Consejo está integrado por los presidentes de los diferentes organismos nacionales de CyT y por un representante de las universidades por cada una de las siete regiones en las que el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) estructura su actuación; y otro por el Consejo de Rectores de Universidades Privadas (CRUP). Fue creado por ley del Congreso Nacional en 2001 y desde entonces se reúne regularmente una vez por mes.

Entre sus principales acciones, el CICyT tiene como objetivo el contribuir a fortificar y mejorar la relación entre las instituciones de ciencia y tecnología, y sus integrantes, con el aparato productivo del país y con la sociedad en general. Este fortalecimiento es indispensable para mejorar el bienestar y el progreso de la sociedad y de cada uno de los argentinos y argentinas, con un carácter federal.

La reunión de todo el sistema científico de la Argentina estuvo -como corresponde a la naturaleza del territorio- determinada por los vaivenes de la meteorología antártica: las nubes finalmente se disiparon y dieron la visibilidad para que, luego de unas pocas horas de atraso, el imponente avión Hércules TC66 pueda aterrizar el jueves 6 de octubre de 2022 en la pista natural de piedra y nieve de Marambio.

Hubiera sido imposible poner en valor la trascendente reunión del CICyT sin los habitantes de Marambio - pertenecientes a las tres fuerzas conjuntas, Ejército, Armada y Aeronáutica- y al personal de las tres fuerzas en Río Gallegos, que esperaron con emoción, dedicación y afecto a la numerosa comitiva integrada por ministros, científicos y periodistas, con más de 80 personas.

El ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación, Daniel Filmus, explicó la carga simbólica de elegir a la Antártida para que sesione el CICYT, “en primer lugar para recuperar la idea de un sistema científico-tecnológico que trabaja en el tema de Pampa Azul de Antártida, un proyecto que está planificando expediciones para estudiar el tema pesca y áreas marinas protegidas; e incluye este año, la primera expedición argentina por tema de pesca a las islas Georgias. Todas las áreas que integran el CICYT y están hoy aquí en Marambio presentes tienen algo que ver con la Antártida, tienen que ver con Pampa Azul. Es decir con la plataforma continental y el mar argentino”.

“Y en segundo lugar, para impulsar la idea de federalizar el trabajo científico que no o olvidemos que en la Argentina esta idea quedó establecida en la Ley de Financiamiento de Ciencia y Tecnología del 2020. Fue de 28 mil millones este año, el año que viene está cerca de los 50 millones. Entonces, venir a la Antártida cumple los dos objetivos. La última reunión del CICYT la hicimos en la CONEA; y la idea es que cada reunión -que son los primeros jueves de cada mes- sea en otra provincia y en otro organismo, porque casi todos los organismos -son 17, el INA, EL INTA, EL INTI, entre otros- tienen sedes en distintas provincias. La consigna fundamental que nosotros estamos utilizando es, ciencia y soberanía, esa es una forma, la Antártida es esencialmente un ámbito de investigación científica y tecnológica”.

“Somos siete ministerios nacionales trabajando en forma conjunta en el proyecto Pampa Azul y queremos incorporar al número ocho, Educación; para establecer una agenda potente y completa que incluya el tema aeroespacial, la investigación oceánica y Antártica son tres de los grandes objetivos que tenemos muy vinculados al tema de la soberanía”, completó Filmus.

El CICyT, agrupa a los organismos científicos y académicos más importantes de Argentina: el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (ANLIS-Malbrán), la Administración de Parques Nacionales (APN), el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG), el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), el Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas para la Defensa (CITEDEF), el Instituto Antártico Argentino (IAA), el Instituto Geográfico Nacional (IGN), el Instituto Nacional del Agua (INA), el Instituto Nacional de Desarrollo Pesquero (INIDEP), el Instituto Nacional de Prevención Sísmica (INPRES), el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), el Servicio Geológico Minero Argentino (SEGEMAR), Servicio de Hidrografía Naval (SHN), el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) y la Universidad Nacional del Sur (UNS).

Dentro de los 17 organismos que han visitado Marambio para sesionar, hay cuatro que son del ministerio de Defensa, el Servicio de Hidrografía Naval (SHN), el Instituto Geográfico Nacional (IGN), el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) y el órgano científico de las fuerzas armadas. Cumplimos un doble rol, uno es general, de soporte logístico y comunicaciones; y el otro es un papel científico especial a través de los organismos.

Argentina tenía seis bases permanentes y siete temporales, y ahora con Petrel pasará a tener siete permanentes y seis temporales. “Será un avance grande, porque es una base que está en un lugar muy favorable, a nivel del mar, y tiene la posibilidad de tener una buena pista de aterrizaje y muelle. Permitirá también optimizar la dinámica y las posibilidades de las bases antárticas en general, es un puente ideal”.

Se van a reforzar tres nuevos laboratorios, uno en las islas Orcadas, otro en Esperanza y otro en la base San Martín. Será un salto importantísimo a nivel de la presencia científica argentina en la Antártida. Estamos haciendo algo más lejos todavía, la construcción y posicionamiento de antenas, con muchas dificultades por el clima, para tener el radar de satélites de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), que estarán disponibles para todo el mundo. 

La base Belgrano II es uno de los lugares más australes en el mundo y tiene la peculiaridad que está sobre roca, en tierra firme, no está sobre el hielo. Lo cual le da una ventaja sobre varias bases que están en buenas posiciones pero están sobre el hielo. O sea que ante la evidencia del cambio climático tienen un interrogante por delante, en cambio, Belgrano II tiene un lugar en ese sentido privilegiado.

Argentina cuenta en la actualidad con 13 bases en la Antártida, ubicadas todas en el Sector Antártico Argentino. Entre estas, 11 son administradas por el Comando Conjunto Antártico (COCOANTAR), dependiente del Ministerio de Defensa; y otras dos Beses (Carlini y Brown) son administradas por la Dirección Nacional del Antártico, dependiente de la Cancillería. Seis de ellas son permanentes, y funcionan durante todo el año: Carlini, Orcadas, Esperanza, Marambio, San Martín y Belgrano II.

Las otras 7 son temporarias y se abren sólo durante la campaña antártica de verano: Brown, Primavera, Decepción, Melchior, Matienzo, Cámara y Petrel, ésta última en el primer trimestre de 2023 será fija y se mantendrá operativa durante el invierno.

Existen adicionalmente unas 32 bases de otros 18 países que también se encuentran en el Sector Antártico Argentino; y no todos los países del Tratado tienen bases en la Antártida.

La producción científica de los investigadores argentinos en el territorio antártico permiten una mejor comprensión del origen del continente blanco, de las características de los organismos vivos que la habitan en el presente y la habitaron en el pasado, de las fuerzas naturales y los factores de origen humano que afectan la dinámica de los océanos y la atmósfera así como de la historia humana en el continente.

La investigación científica es la principal actividad que se desarrolla en las bases antárticas y son coordinadas por el Instituto Antártico Argentino (IAA), las áreas de investigación van desde la biológica, geología, paleontología, físico-química, climática, ambiental y social. En la actualidad el movimiento anual de científicos entre las bases es de aproximadamente 200 personas, pero este número, con todos los proyectos en marcha, creceré sustancialmente.

El director del Instituto Instituto Antártico Argentino (IAA) Walter Mc Cormack agregó: “ El Instituto por su misión, por decreto, tiene que coordinar y organizar todo lo que se refiere a la ciencia argentina en la Antártida. Se encaran todas las áreas del conocimiento, están las ciencias de la tierra, las ciencias de la vida, las ciencias ambientales y fisico-químicas, e incluso las ciencias sociales. Dentro de cada una de esas grandes áreas, hay grupos de investigación con especialidades más concretas. La ciencia en Antártida es compleja, porque por un lado, es un increíble laboratorio natural; pero asistir y viajar a ese laboratorio natural no es tan sencillo, hay que organizarlo muy bien durante el año”.

Y además no depende solo de los investigadores, sino que depende de quién los transporta, de la logística, del clima; y también de la política, y de los presupuestos disponibles para hacer e invertir en ciencia.

Agregó Mc Cormack del IAA, “hay dos grandes bloques: uno es lo que llamamos la campaña de verano, que se inicia en diciembre hasta fin de marzo; y es donde la mayor parte de los científicos van a la Antártida a hacer su trabajo por razones fundamentalmente de clima y de posibilidad de trabajar en el terreno. Y agrupa tanto a los que trabajan en campamento, en bases o en barcos. Aparte tenemos lo que es la campaña de invierno, o campaña anual, donde los investigadores que van se quedan todo el año en las bases respectivas haciendo trabajos. Son grupos más chicos y trabajan todo el año, tomando muestras, haciendo su estudio específico, o controlando y cuidando los equipamientos, sismógrafos, mareómetros, que están instalados en las bases y que requieren una atención permanente”.

Una de las más recientes propuestas de la Argentina, fue la iniciativa conjunta para el establecimiento de un Área Marina Protegida en la Península Antártica Occidental, presentada por Argentina y Chile en el marco de la Convención para la Conservación de los Recursos Marinos Antárticos (CCRVMA), con el objeto de proteger el ecosistema marino antártico en esta región de gran biodiversidad y afectada por la actividad humana y el cambio climático.

¿Por qué es importante proteger los recursos de la Antártida?

Los ambientes polares presentan condiciones únicas que ofrecen una oportunidad para la investigación. Los ecosistemas antárticos tienen condiciones climáticas y geográficas muy diferentes al resto del planeta y presentan muy bajos niveles de contaminación o impacto causado por la actividad humana.

Por eso, la Antártida posee un gran valor como laboratorio natural para la investigación científica en problemas de relevancia global como el cambio climático, la contaminación o la preservación de los recursos naturales.

Con el objetivo de preservar el ecosistema antártico se adoptó el Protocolo al Tratado Antártico sobre Protección del Medio Ambiente, también conocido como Protocolo de Madrid, un instrumento jurídico complementario al Tratado Antártico suscrito en la capital española el 4 de octubre de 1991 y que entró en vigencia en 1998. Y Argentina también firmó.

El Tratado Antártico es un instrumento internacional firmado en 1959 por doce países (incluida la Argentina) y entró en vigencia en 1961. Este Tratado permitió reservar el continente blanco para la paz, la ciencia y la cooperación internacional.

Esta normativa ofreció un marco para regular la actividad en la Antártida y permitió resguardar los reclamos territoriales de algunos países que tenían actividad y presencia en el continente, como nuestro país. Ni el Tratado Antártico, ni su Protocolo Ambiental tienen fecha de vencimiento. Hasta el año 1944 nuestro país fue el único ocupante permanente de la Antártida y uno de los 12 países firmantes del Tratado Antártico suscripto en 1959.

Siete países presentaron reclamos territoriales específicos en la Antártida al momento de firmar el Tratado Antártico: Argentina, Australia, Chile, Francia, Noruega, Nueva Zelandia y Reino Unido.

Otros dos países, Estados Unidos y la entonces Unión Soviética (hoy Rusia), se reservaron el derecho a efectuar reclamos territoriales en el futuro. La existencia de estos reclamos quedó asentada mediante el artículo IV del Tratado Antártico.

Sobre la especificidad del trabajo científico en la Antártida se podría decir que las ciencias biológicas y las ciencias geológicas son las áreas científicas más activas. La base Marambio es el gran centro de la actividad geológica de Argentina y Carlini es el centro más biológico.

Ana María Franchi, presidenta del CONICET, destacó, ”es cierto que las dos ciencias, biológicas y geológicas, son las más destacadas en la región pero no de manera excluyente con otras ramas científicas. También tenemos todo el tema de meteorología, el tema del agua que es en parte de la geología, y en parte no lo es. Desde mi perspectiva, es fundamental lo que pueden aportar las ciencias sociales; desde la importancia estratégica del territorio, cómo vamos y venimos, qué significa la Antártida para la Argentina. Las ciencias sociales también están implicadas en este acercamiento científico cada vez más estrecho con la Antártida”.

Mac Cormack del Instituto Antártico Argentino (IAA) coincidió con Franchi del CONICET, “hay sociólogos también en la Antártida, que están ahora dedicados a conservar el acervo histórico. El cambio climático es uno de los grandes puntos: Antártida es uno de los lugares del mundo donde más se siente el cambio climático. Y fundamentalmente al norte de la península Antártica, que es donde Argentina tiene la mayor parte de la actividad científica, es realmente notorio el efecto del cambio climático. Argentina en ese sentido corre con una, podríamos decir, ventaja: y es una voz respetada en las reuniones del tratado antártico”.

“El futuro de la humanidad depende de las reservas que tenga la Antártida. Y detener la pérdida de hielo es el futuro no solo de la humanidad, sino también de muchos estados insulares pequeños, que dependen para su sobrevida, del nivel del mar” sentenció el ministro Filmus 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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