Columna del Dr. Juan Enrique Romero

Las curiosas diferencias entre los perros y los gatos a la hora de entenderse con los seres humanos.

Ambos animales de compañía diferencian a sus tutores cuando les están hablando. Por qué hablarles como a niños pequeños es más eficaz.

El lenguaje maternal funciona excelentemente bien con nuestros animales de compañía. Este lenguaje es aquel que se caracteriza por una entonación especial de las frases, emitidas en un tono de voz más agudo de lo habitual y con una pronunciación muy marcada de las vocales.

Ciertas palabras y, justamente, ese modo especial en el que se las dice de entonación musical y tono más agudo de lo normal hace que nuestros perros y gatos reaccionen de manera positiva.

El lenguaje maternal se diferencia del lenguaje que usan los adultos entre sí, de naturaleza monótona y monocorde, captando poderosamente la atención de los bebés y de los animales. Tal vez sea el tono de voz lo que haga la diferencia frente a los otros sonidos del ambiente, mientras la mirada y el contacto físico confirman que nos estamos dirigiendo a él o a ella.

Los gatos y los perros no comparten semejanzas de reacción frente a este lenguaje. Los perros giran la cabeza hacia el origen de la voz, miran directamente hacia allí, acercándose y tomando la iniciativa del contacto físico.

Los gatos son mucho más sutiles y al principio suelen mover las orejas en la dirección del sonido girando ligeramente la cabeza, como si quisieran asegurarse que realmente los estamos llamando a ellos.

Otra diferencia entre estas especies es que los gatos reaccionan mayoritariamente al lenguaje maternal cuando procede de su tutor; mientras que los perros responden más universalmente al llamado de muchas personas incluso desconocidas. Esto se debería a la mayor sociabilización de los perros a través del paseo cotidiano, que les permite interactuar con un universo más variado de personas.

Por ese motivo, los gatos vinculan su respuesta frente a este tipo de lenguaje directamente con su tutor, mientras que los perros asimilan rápidamente la respuesta a los seres humanos en general que les hablan de ese modo, independientemente de si son o no parte de su entorno inmediato.

Según estudios clásicos, se aseguraba que los gatos solían prestar más atención a las voces más agudas y, en consecuencia, a la de las mujeres, tono que se asemeja mucho más a un maullido, el modo vocal habitual de relación con sus tutores. Sin embargo, recientes investigaciones muy serias han descartado, en parte, esta teoría comprobando que los gatos prestan máxima atención a la voz de su tutor con prescindencia del tono de la misma.

Por otra parte, los perros tienen memoria a largo plazo y en ella los que somos sus tutores ocupamos emocionalmente un lugar muy importante que no admite ni permite olvidos. Tiene una memoria a largo plazo y otra a corto plazo y una poderosa memoria asociativa, más potente que su propia capacidad de retención en sí misma.

Por lo tanto, los perros tienen una memoria, con algunas diferencias con la humana, siendo la memoria asociativa la más poderosa y frecuente en ellos. En ese sentido, hay cosas que son imposibles de olvidar para ellos entre los que estamos nosotros sus tutores.

Los gatos son animales independientes y aislados que parecen no demostrar sus sentimientos, según las pautas conocidas por el ser humano. Sin embargo, son muy afectuosos y nos demuestran ese cariño con signos muy especiales que, como tutores, es deseable reconocer.

Los signos no son tan claros para los seres humanos, pero al conocerlos podremos saber si un gato nos quiere y confía en nosotros, ya que el principio básico de toda buena relación es justamente la confianza.

No mueven la cola ni buscan el contacto visual como el perro. Su lenguaje corporal para expresar confianza y afecto es mucho más sutil y delicado. Aunque existen muchos gestos y condiciones que permiten inferir y demostrar que un gato confía, considera y ama a otro ser. No obstante para que un gato confíe en el ser humano es muy importante generar costumbres positivas progresivas y paulatinas, ya que son animales muy rutinarios.

*El Profesor Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.

 

 

 

 

 

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