Se encienden las alarmas de una nueva guerra en las puertas de Rusia por la tensión entre Armenia y Azerbaiyán.

El conflicto escaló en el enclave de Nagorno Karabaj tras una medida de Bakú. Moscú busca mediar para evitar otro enfrentamiento bélico. 

Armenia y Azerbaiyán están transitando los días de mayor tensión desde noviembre de 2020, cuando finalizó el último conflicto bélico entre ambos países vecinos en el enclave de Nagorno Karabaj. “Una guerra es muy probable”, sintetizó de forma muy contundente el primer ministro armenio, Nikol Pashinyan, al ser consultado por la situación actual.

Los tambores de una nueva guerra entre estos dos países que mantienen un histórico conflicto fronterizo y territorial volvieron a sonar por el bloqueo al Corredor de Lachín, la única ruta que une el territorio de Nagorno Karabaj con Armenia y que se encuentra cerrada desde el 12 de diciembre del año pasado.

Primero fueron grupos de activistas y organizaciones no gubernamentales azeríes que bloquearon el corredor bajo la denuncia de una supuesta actividad ilegal en la región que estaba destruyendo los recursos naturales. Armenia negó esta acusación y apuntó al gobierno de Azerbaiyán por estar detrás de esta movida.

Pero meses más tarde, en abril de este año, desde Bakú -la capital de Azerbaiyán- anunciaron que instalarían un puesto de control en el Corredor de Lachín para evitar un supuesto transporte ilegal de personas y armas desde y hacia Armenia. Nuevamente, esto fue rechazada de plano por Ereván -capital armenia-, quienes denuncian una “catástrofe humanitaria”.

Tensión en aumento en los últimos meses

A través del Corredor de Lachín se movilizan los principales insumos médicos y productos básicos entre el territorio de Armenia y los armenios que siguen viviendo en Nagorno Karabaj. Es por eso que distintas organizaciones y organismos internacionales denuncian una situación humanitaria frágil tras el bloqueo de Azerbaiyán desde abril.

“Lo que está sucediendo en Nagorno Karabaj es claramente un manual de limpieza étnica donde el gobierno de Azerbaiyán quiere el territorio sin su población armenia”, lanzó en diálogo con TN el embajador de Armenia en la Argentina, Hovhannés Virabyan. Además, denuncian que miles de armenios están completamente aislados en la región.

Por su parte, al ser consultados por este artículo, desde Bakú negaron esta acusación, denunciaron “declaraciones provocativas” de Armenia y aseguraron que colocaron un puesto de control “para defender el territorio soberano”. Desde el Ministerio de Relaciones Exteriores azerí reiteraron que propusieron una ruta alternativa para conectar Nagorno Karabaj con territorio armenio.

Esta última alternativa de Azerbaiyán fue rechazada inclusive por la Unión Europea que a través de su máximo representante diplomático, Josep Borrell, pidió reabrir “inmediatamente” el corredor de Lachín para que la situación “no se intensifique” todavía más. Aseguró que la opción propuesta por Bakú de usar la ciudad de Aghdam como conexión no es suficiente y que la Cruz Roja necesita volver a desempeñar su trabajo en la región.

Esta espiral de denuncias y respuestas no hizo más que aumentar la tensión entre ambos países. Parte de la frontera que delimita Nagorno Karabaj fue militarizada y se reportaron enfrentamientos aislados. La última guerra de 2020 finalizó sin un tratado de paz acordado por las partes, lo que hace más frágil aún la tensa calma actual.

Un conflicto que lleva 100 años de historia

El enclave Nagorno Karabaj es foco de tensión desde que Armenia y Azerbaiyán ingresaron a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en 1922. Al año el comité central soviético le entregó el control de esos territorios a las autoridades azeríes, que lo mantuvieron hasta la primera guerra en la región en 1988.

Históricamente en la zona hubo una mayoría armenia y cristiana, mientras que en Azerbaiyán gran parte de la población es musulmana de la rama chiita. Esta “falla” entre la división territorial y cultural se debió, según analizan los expertos como Paulo Botta, a que por aquel entonces “Moscú tomaba decisiones sin tener en cuenta la realidad de cada lugar y con una delimitación fronteriza errónea”.

Por tal motivo, y a medida que la URSS empezó a entrar en declive, la mayoría armenia en Nagorno Karabaj conformó un grupo independentista que buscó liberarse del control de Azerbaiyán. Armenia apoyó este movimiento y lo ganó. Ese primer conflicto bélico dejó un saldo de casi 40.000 muertos. En aquel momento el territorio pasó a estar bajo dominio armenio hasta el último conflicto bélico de 2020.

En una guerra que duró casi un mes y medio Azerbaiyán logró hacerse nuevamente con el control de la mayor parte de la región. Armenia esgrime que se trata de una ocupación ilegal por un referéndum que se celebró en los 90′ donde se había declarado a este territorio como armenio. Azerbaiyán, por su parte, asegura que el territorio le corresponde porque es parte de sus fronteras originales delimitadas por la URSS.

Rusia en alerta por el conflicto de Nagorno Karabaj

Moscú juega un papel clave en la región y por eso sigue con mucha atención el desarrollo de esta escalada. En 2020 Vladimir Putin propuso a Rusia como mediador de este histórico conflicto y desplegó cerca de 2000 soldados en la zona en disputa para actuar como peacekeepers con el fin de asegurar la paz entre ambos países.

El Cáucaso Sur, donde están situados Armenia y Azerbaiyán, es considerado el patio trasero de Rusia, donde mantiene una gran influencia. Pero la fallida invasión a gran escala contra Ucrania en febrero del año pasado y la larga guerra que se extiende hasta el día de hoy debilitó la posición regional del Kremlin.

A eso se le sumó el fortalecimiento de Recep Tayyip Erdoğan, quien fue reelecto como presidente turco en mayo de este año. La ecuación es sencilla. Turquía es un enemigo histórico de Armenia y siempre apoyó los movimientos de Azerbaiyán. Mientras que los armenios contaban con el apoyo ruso, que empezó a diluirse por la guerra en Ucrania.

Rusia busca mantener su influencia en el Cáucaso y muestra de ello fue la reunión que organizó en Moscú el canciller ruso, Serguei Lavrov, junto con sus pares de Armenia y Azerbaiyán. Allí anunció que hay planes de organizar una cumbre de líderes este año para tratar de reencauzar el conflicto. Mientras tanto, la tensión se mantiene en una región que parece no encontrar la paz.

 

 

 

 

 

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