Por Mariano Recalde
El ahogo del gobierno de Macri a
algunas provincias es un método que se extiende en general, y a nuestra línea
de bandera, Aerolíneas Argentinas, en particular.
Ese
ahogo que implementó Macri a algunas provincias, especialmente a aquellas que no coinciden con
el signo ideológico de su gobierno, tal como explica Axel Kicillof en esta
nota, es un método que se extiende
al resto de las áreas de la economía.
Entre ellas, a las empresas
públicas, en general, y a nuestra línea de bandera, Aerolíneas Argentinas, en
particular.Aunque el relato del gobierno esté obsesionado por
aparecer como “lo nuevo”, el método es viejo y conocido por todos: consiste en
desfinanciar a la empresa, empeorar el servicio y construir las razones por las
cuales debe ser privatizada.
Ese saldo no es el invento de
ninguna campaña del miedo ni nada parecido: son las palabras del reemplazante
de Isela Constantini, despedida por negarse a cumplir con uno de los pasos de
ese método, Mario Dell’Acqua.
Que el propio director de la
empresa hable de de reprivatizarla habla a las claras del modelo de negocio que
proponen.
Mientras exploran como
privatizarla, cumplen con el segundo paso de ese método: están desfinanciando a
la empresa mientras, a la vez, la despatrimonializan.A pesar de los ajustes que llevan adelante, la tendencia
de reducción del déficit de los últimos años se quebró y durante el año pasado
pasó de 180 millones a 320 millones de dólares. Sin ayuda del Estado y en pleno ajuste, Aerolíneas
Argentinas se despatrimonializa: paradecirlo de manera sencilla, vende aviones
para gastos corrientes, pagar los sueldos, llegar a fin de mes.La empresa tenía una orden de
compra por 4 aviones Boeing 737-800 para recibir este año y decidió
transformarlos en un leasing operativo, es decir: recuperar “la seña” que se
pagó por los aviones, para cubrir gastos corrientes, y volver a alquilarlos.Si Aerolíneas estaba en
proceso de compra de cuatro aviones, hoy está alquilando esos mismos cuatro
aviones.Es como si alguien estuviera
pagando un crédito de una casa y tuviera que interrumpir el pago de las cuotas
para pagar el supermercado.Luego para pagar el crédito tiene que tomar nueva
deuda.Esto es lo que está haciendo
Aerolíneas porque el Tesoro Nacional no le transfiere los fondos necesarios
para funcionar.Sobre ese proceso de asfixia sobre Aerolíneas Argentinas actúa
también la decisión política del gobierno de Macri de abrirle la puerta al
ingreso irrestricto de aerolíneas lowcost, algunas de las cuales son propiedad
de los propios funcionarios de este gobierno.
Lejos de venir “a competir en igualdad de
condiciones”, las lowcost vienen a competir con todas las ventajas posibles que
otorga estar de los dos lados del mostrador: del regulador y del regulado.
Así, obtuvieron las rutas más
rentables en el primer pedido que hicieron, en un proceso que pasó la línea del
simple conflicto de interés para bordear directamente la posibilidad de un
hecho de corrupción.
Detrás de todas estas
acciones hay un convencimiento profundo por parte del presidente de la Nación y
un proyecto que, por más parecido a un plan de negocios que parezca, no deja de
ser político.
Se trata de la construcción de un país para
aquellos que sean capaces de resolver individualmente las demandas que antes
asumía el Estado como propias.Liberar
salvajemente el mercado de las aerolíneas no es en su esencia muy distinto a la
liberalización de la política económica en general, desde la apertura de las
importaciones y la flexibilización del mundo del trabajo hasta la actitud del
Estado nacional respecto a las provincias.
Es un abandono planificado
que busca un resultado concreto: que Aerolíneas tengan que rifar su futuro, por
ejemplo, mediante la venta de aviones, para salvar su presente.O que las
provincias se tengan que sobreendeudar para pagar los sueldos de hoy con el
futuro de nuestros hijos.
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