“Dejar de fumar es cuestión de voluntad”... ¿Verdadero o Falso?

Columna del Dr. Gustavo Bolgeri
Codirector Punto Láser Cero Adicciones

Que fumar trae consecuencias para la salud lo sabemos todos. Por eso hay muchos que quieren dejar el cigarrillo. Entre tantos métodos, hay quienes aconsejan lo mismo: fuerza de voluntad, “querer es poder”. ¿Es tan así?

Las neurociencias derribaron el mito totalmente falso, al explicar cómo funcionan los denominados “circuitos de recompensa” en el cerebro humano.

Se trata de mecanismos de placer que activan diferentes regiones cerebrales comunicadas a través de mensajeros químicos llamados “neurotransmisores”. Alguno de ellos son la dopamina, involucrada en la motivación, el placer, la memoria y el movimiento, entre otras funciones y la endorfina, puente para lograr la relajación.

En el cerebro, el placer se produce a través de la liberación de dopamina en el “núcleo accumbens”, una región a la cual los neurocientíficos llaman el “centro de placer del cerebro”. Una vez que este centro se carga con la información de la sustancia adictiva, éste deja de funcionar normalmente, con varias consecuencias directas: Aumento en la toma de decisiones emocionales (disminución de la fuerza de voluntad) y repetición de conductas compulsivas sumado al síndrome de abstinencia físico cuando se quiere cortar este circuito.

Ya en los años 50, el psicólogo estadounidense James Olds en colaboración con el neurocientífico e ingeniero electrónico canadiense Peter Milner, realizaron experimentos en los cuales implantaron electrodos en el cerebro basal de las ratas y descubrieron que las sustancias adictivas pueden liberar de dos a diez veces -y de forma más rápida- la cantidad de dopamina en comparación con las recompensas naturales.

La dopamina no sólo contribuye a la experiencia del placer, sino que también desempeña un papel en el aprendizaje y la memoria, dos elementos claves en la transición de “consumir algo” a “convertirse en adicto”. En los comportamientos compulsivos fallan los frenos del cerebro, aquellos que deberían ejercer el control cognitivo y por eso desaparece la llamada ¨fuerza de voluntad¨ más allá de que haya casos excepcionales que logren superar estas instancias.

Uno de los significados de la palabra “adicción” deriva del latín “esclavizado por” y se manifiesta en el anhelo por la sustancia de la que se es adicto, la pérdida de control sobre su uso y la necesidad imperiosa de continuar así a pesar de las consecuencias adversas que eso conlleva. Existen diferentes niveles de adicción por causas multifactoriales (genéticas, personalidad emocional, orgánicas, ambientales, sociales, etc.) pero en general el ¨diseño¨ de las drogas (incluidas las modificaciones genéticas que se realizan sobre la nicotina) tienden a aumentar el grado de adicción aun en las personas que no serían tendientes a generarlas.

En la novela ¨El jugador¨ de Fiódor Dostoyevski, su protagonista, acosado por las deudas, el apasionamiento amoroso y la adicción, sobre el final se confiesa diciendo: “Si pudiera dominarme durante una hora, sería capaz de cambiar mi destino”. Este párrafo permite definir de manera categórica de qué hablamos cuando hablamos de adicción, la cual fue considerada durante mucho tiempo como una debilidad moral y reconocida actualmente como una enfermedad con cambios cerebrales específicos.



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