“El experimento criminal está terminado. Lo que resta saber es si será clausurado antes o después de una tragedia”, disparó el abogado Marisi. Grietas, insomnio y miedo a morir: el drama de vivir cerca del aeropuerto de El Palomar.
El desgarrador relato de los vecinos que piden mayores condiciones de seguridad ante el temor de accidentes aéreos. "Nadie quiere venir a vivir a un barrio que pasó de ser tranquilo, con buena calidad de vida a tener un avión cada diez minutos", dijeron desde "Stop FlyBondi".
Desde que la línea aérea de Mario Quintana y Guillermo Dietrich, low cost FlyBondi,
comenzó sus operaciones en el aeropuerto de El Palomar, habilitado ilegalmente como
base comercial para la ocasión, los vecinos de Villa Alemania dicen que
viven un martirio. Grietas en la pared, insomnio y miedo a una tragedia
son moneda corriente en sus vidas cotidianas.
“El aeropuerto trucho de El Palomar es la ruina para toda la
zona. Nadie quiere venir a vivir a un barrio que pasó de ser tranquilo,
con buena calidad de vida a tener un avión cada diez minutos”, dijo Lucas Marisi . El abogado es el líder de un colectivo llamado “Stop FlyBondi” que nucléa a vecinos de la zona.
El
grupo inició un amparo en septiembre de 2017 contra la habilitación de
vuelos comerciales El Palomar. El fiscal federal Jorge Di Lello le:
solicitó al juez Sergio Torres la suspensión de las operaciones.
Autoridades gubernamentales y de aviación civil respondieron que tanto
el aeropuerto como la "low cost" cumplen con las regulaciones.
“Es un desastre. Antes era re tranquilo. Pasaba un avión a la
mañana y uno a la noche. Ahora pasa a cada rato. Se me está rajando la
pared. Se está cayendo el revoque. Tengo suciedad por los aviones. Tengo
miedo de una tragedia”, contó Beatriz desesperada. La mujer es una vecina de antaño del barrio que rodea el aeropuerto.
La mujer mostró grietas cercanas al techo de su vivienda y plantas manchadas con sustancias. “Este
barrio es el más perjudicado por los gases contaminantes, el benceno
que es cancerígeno. Cada vez que pasa un avión deja una estela de
kerosene quemado”, explicó Marisi.
Mientras
tanto, la línea aérea vende pasajes a menos de 200 pesos. Y los agota. A
pesar de los fallos judiciales y de que las denuncias de los vecinos siguen
creciendo.
Quienes compran esos pasajes no solo se exponen a riesgo de vida permanentemente, sino que colaboran en perjuicio de toda una comunidad, sujeta a la probabilidad de una tragedia inminente.
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