Columna de Alfredo Zaiat
Economista
Megadevaluación, sin acceso al crédito internacional y tasas altísimas
han encendido luces de alarma en el mundo empresario. En pocos meses
hubo un derrumbe del valor de mercado de las compañías y pérdidas en los
balances por la disparada del dólar. El caso Telecom.
No tienen acceso al crédito internacional. La megadevaluación impacta en
pérdidas en los balances, que aleja a inversores de sus acciones. El
violento ajuste cambiario aumenta la exigencia de pesos para comprar los
dólares necesarios para pagar intereses y capital de su deuda externa.
También registran la caída del valor bursátil de la compañía y el alza
de la tasa de interés por el derrumbe de las cotizaciones de sus bonos
de deuda. Las grandes corporaciones están padeciendo el mismo ahogo
financiero de la economía macrista, pero sin el auxilio de un
prestamista de última instancia como el Fondo Monetario Internacional.
Uno de los casos más notables de esta crisis es la imposibilidad de
Telecom de colocar un bono de 1000 millones de dólares en la plaza
internacional en lo que va de este año, pese a que lo tenía previsto
para el primer trimestre, con bancos ya contratados para esa tarea.
Algunas firmas tienen espaldas financieras para transitar estos meses de
estrés cambiario (como Telecom), otras están cerca de la cornisa y casi
todas, si no se frena la dinámica destructiva de la crisis macrista,
contabilizarán una fuerte caída de la rentabilidad en los próximos
balances trimestrales y en el anual.
La causa judicial de las fotocopias de los cuadernos Gloria agudizó
la sequía de dólares para ciertas compañías que estaban con planes de
emisión de deuda en el mercado internacional, además de que se abrió el
riesgo a investigaciones de los organismos de control del mercado
bursátil de Estados Unidos a los dueños de las firmas mencionadas.
Este combo de estrangulamiento financiero está acorralando
a grupos económicos, lo que explica en parte el modesto corrimiento que
hicieron en estas semanas hacia posiciones críticas acerca de la forma
de gestión de la crisis por parte de Macri y el
devaluado mejor equipo de los 50 años, y proyectar a la vez su reemplazo
a fines de 2019 con un político/a de similar ideología. Los hombres de
negocios no dan muchas vueltas: una cosa es odiar a CFK y no querer que
vuelva el populismo, y otra muy distinta es seguir bancando a un
gobierno que exhibe ineptitud para administrar la crisis, debacle que
está afectando la rentabilidad de sus compañías.
Dólares
El grifo de dólares de Wall Street no está cerrado sólo para el
gobierno de la Alianza Cambiemos; también lo sufren las grandes
empresas. El 28 de diciembre de 2017, Telecom Argentina celebró una
Asamblea General Ordinaria que aprobó un programa de emisión de
Obligaciones Negociables por hasta un monto máximo de 3000 millones de
dólares.
La primera etapa por 1000 millones de dólares de ese plan
global iba a concretarse con la colocación de bonos a 5, 7 y 10 años,
emisión organizada por los bancos HSBC, Citi, Santander y JP Morgan.
Para adelantar esos fondos, que la compañía requería para financiar
gastos de capital, capital de trabajo y otros fines corporativos
generales, según informa en su balance, aprobó concertar un préstamo
sindicado con esos bancos por ese mismo monto, concretado el 2 de
febrero pasado. Pero pasaron cosas.
En enero, el entonces ministro de Finanzas, Luis Caputo, había
terminado de agotar los dólares disponibles en el mercado internacional
con la colocación de bonos por 9000 millones de dólares. Después de esa
operación, ni el Gobierno ni empresas pudieron conseguir un dólar por
emisión de títulos.
Para Telecom, los bancos que iban a colocar sus
bonos y que organizaron también el préstamo sindicado como puente
financiero empezaron a desembolsar 650 millones de dólares, el 9 de
febrero, y 350 millones, el 9 de marzo, con vencimiento en febrero de
2019. El crédito devenga intereses a una tasa anual equivalente a la
Libo más un margen que va de 1,25 a 2,25 puntos, en ascenso en cada
trimestre sucesivo. El proyecto original era conseguir esos mismos
dólares del mercado internacional de bonos y cancelar el crédito, lo que
estaba previsto en el contrato con esos bancos. El naufragio de la
economía macrista alteró ese plan.
Pérdidas
La megadevaluación y su impacto en otros activos generan en el
balance de las compañías una serie de quebrantos, que arroja el
resultado final al rojo o a disminuir abruptamente las ganancias
previstas. Las pérdidas por el ajuste cambiario se producen,
principalmente, por:
- la diferencia de cambio: la deuda en dólares implica un mayor costo en pesos por intereses y un aumento de los pasivos por el equivalente en pesos;
- las tenencias de bonos dolarizados que registran una baja de las paridades;
- el mayor costo en pesos de reposición de insumos importados; y
- el alza de los costos por la dolarización de la tarifa de luz y gas dispuesta por el Gobierno.
A ese cuadro de retroceso, se agrega que la imposibilidad de
emitir nueva deuda en el mercado internacional pone en aprietos a las
finanzas corporativas, porque esos dólares podían estar destinados a
expandir sus negocios o a fortalecer el capital de trabajo.
Es más
inquietante cuando esos dólares eran necesarios para refinanciar
vencimientos de capital y pagar intereses de su deuda. Si no los
consiguen, algunas firmas pueden obtener créditos puentes porque están
en condiciones de entregar potentes garantías o porque tienen buena
calificación crediticia. Otras que no reúnen esas cualidades se
enfrentarían a una situación de estrés financiero, con necesidad de
reestructurar la deuda o, en caso extremo, declarar la cesación de
pagos.
Este tipo de análisis realizan las agencias de calificación de riesgo
(Standard & Poor’s, Moody’s y Fitch Ratings). S&P informó en el
reporte del 31 de agosto último que situó las notas de diez empresas
argentinas en el listado de “credit watch” (revisión especial), con
implicancias negativas. El S&P global ratings incluyó a Aeropuertos
Argentina 2000, AES Argentina Generación, Capex, Transener, Irsa,
Telecom, Transportadora de Gas del Sur, Pampa Energía, YPF y Edenor. El
mismo castigo fue para las calificaciones de los títulos de deuda de
corto y largo plazo de Argentina (bonos soberanos).
Otra agencia, Moody’s, publicó que la economía argentina puede sufrir
una contracción entre 2 y 3 por ciento por año hasta el 2020, afectando
las perspectivas de largo plazo y el resultado de las elecciones del
próximo año, debido a que los efectos de las medidas fiscales tomarán su
tiempo en manifestarse en la economía real. Esto implica poner en
revisión las perspectivas de la deuda soberana. En tanto, Fitch sostiene
que “la inestabilidad económica creciente, una demanda menor en medio
de la recesión y la inflación alta son factores que contribuyen a un
entorno operativo más difícil para las empresas argentinas”.
El muro de Wall Street
Antes de la debacle cambiaria, las últimas emisiones de bonos
corporativos que pudieron colarse en el mercado internacional fueron las
de Genneia por 150 millones (23 enero), MSU Energy por 600 millones (25
de enero) y Aysa por 500 millones (25 enero).
La única firma que pudo
saltar el muro de Wall Street fueTransportadora de Gas del Sur, el 26 de
abril pasado, cuando emitió bonos por 500 millones de dólares, a 7
años, pagando una tasa de 6,75 por ciento anual, costo imposible de
conseguir en el actual contexto con un riesgo país que tocó un máximo de
803 puntos y el viernes cerró a 725. Además de Telecom, entre otras,
están con colocaciones pendientes Camuzzi Gas por 300 millones de
dólares, e YPF Luz por 500 millones.
Fondos de inversión del exterior no quieren comprar ni bonos
corporativos ni nuevas acciones de firmas argentinas. Los planes de
colocación de esos papeles fueron postergados una y otra vez en estos
meses. Varias empresas quisieron salir a distribuir una porción de sus
acciones en el mercado y no pudieron hacerlo: Bioceres, Raghsa,
Distribuidora Gas del Centro, Molinos Cañuelas y Laboratorio Richmond.
El Banco Hipotecario también postergó la decisión de ampliación de
capital y oferta pública de acciones.
Exposición
El riesgo a la exposición a la variación del tipo de cambio es uno de
los más temidos por las corporaciones, en una economía con tanta
volatilidad en esa variable como la argentina. El balance anual de
Telecom lo deja abiertamente expresado, al mencionar que esa exposición
“esta relacionada principalmente con sus actividades operativas”.
Detalla que en el estado patrimonial consolidado al 31 de diciembre de
2017, el pasivo neto en moneda extranjera era equivalente a unos 592
millones de dólares. Indica que “la Dirección estima que cualquier
variación en el tipo de cambio de 10 centavos de pesos frente al
dólar…daría una variación de aproximadamente 59 millones de pesos de la
posición financiera consolidada en moneda extranjera”.
Un cálculo
sencillo expone que, hasta ahora, con un alza del tipo de cambio de 20 a
40 pesos, la megadevaluación macrista le reportó un incremento de las
exigencias financieras de 1180 millones de pesos.
Telecom absorbió el 1° de enero de este año Cablevisión, conglomerado
de telecomunicaciones del Grupo Clarín que, según el balance trimestral
al 31 de marzo, poseía una deuda en dólares de 45 millones de dólares.
De acuerdo al balance, Cablevisión arrastra un saldo de 217,3 millones
de dólares de un préstamo otorgado por el Citi, ICBC y Goldman Sachs.
Telecom reportó una pérdida neta en el segundo trimestre de este año de
8372 millones de pesos, cuando en el mismo período del año anterior
había contabilizado una ganancia de 2082 millones de pesos. El quebranto
se explica fundamentalmente por el impacto de la megadevaluación
macrista en el rubro diferencias de cambio sobre los resultados
financieros, que pasaron de 1366 millones en el segundo trimestre de
2017 a 18.493 millones en el mismo período de este año, cuando las
ventas crecieron 30,9 por ciento y el resultado operativo lo hizo en
41,1 por ciento. El ajuste cambiario castigó con dureza el balance de
Telecom.
Rescate
La historia económica argentina de las últimas décadas muestra que en
episodios muy críticos el Estado salió en auxilio de las grandes
corporaciones, involucrando recursos públicos.
El estallido de la tablita cambiaria en 1981, en un escenario de
especulación financiera y endeudamiento externo muy similar al de la
economía macrista, derivó en el salvataje con seguros de cambio para
grupos económicos locales endeudados con el exterior. Ese mecanismo
financiero implicó la estatización de la deuda externa privada. El Grupo
Macri (Sideco Americana, Socma, Dragado y Obras Portuarias, RSZ
Producciones, Iecsa y Manliba) participó de esa operación transfiriendo
de ese modo al Estado una deuda de 170,6 millones de dólares.
El derrumbe de la convertibilidad con el default de la deuda pública y
una megadevaluación puso en una situación patrimonial delicada a la
mayoría de las grandes empresas endeudadas en dólares. La pesificación
asimétrica, que fue la conversión compulsiva de activos y pasivos
bancarios en dólares a moneda local, a diferentes tipos de cambio (1,4
peso por dólar para los depósitos, y 1,0 peso la paridad cambiaria para
las deudas en dólares), más el rescate de cuasimonedas y otras cuentas
de los bancos, significó un costo para el Estado de 28.184 millones de
dólares.
Otras medidas de rescate en esos primeros meses turbulentos de 2002
fue a través de dos leyes: la de Quiebras, que planteaba excluir el
mecanismo llamado cram down, por el cual un acreedor extranjero ante el
incumplimiento de un deudor puede quedarse con la empresa como parte de
pago, y la conocida como de Bienes Culturales, que definió que ninguna
empresa extranjera podría quedarse con más del 30 por ciento de una
firma argentina siempre que ésta se dedicara a la producción de “bienes
culturales”, como ser los medios de comunicación nacionales. Estas
iniciativas tuvieron como destinatario principal al Grupo Clarín.
La situación financiera de las grandes empresas no se encuentra
todavía en las instancias críticas de esas traumáticas crisis. Sin
embargo se han encendido luces de alerta que ya tienen reflejo en el
estado de resultado de las firmas. Por ese motivo, algunas han empezado a
despertarse de la prolongada siesta macrista, para reclamar
correcciones advirtiendo que de continuar el actual camino no sólo
desembocaría en default los títulos de deuda pública.
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