Brasil definirá este domingo entre Jair Bolsonaro y Fernando Haddad quién ocupará el Palacio de Planalto a partir del próximo 1° de enero.

Más de 147 millones de brasileños están habilitados para votar este domingo en el ballotage que definirá entre Jair Bolsonaro (Partido Social Liberal) y Fernando Haddad (Partido de los Trabajadores), quién conducirá la mayor economía de América latina por los próximos cuatro años.

El candidato del PSL llega a la contienda decisiva con la tranquilidad de haber hecho una muy buena elección en primera vuelta (obtuvo el 46%) y todos los sondeos a su favor. Las últimas encuestas le otorgan una intención de voto (votos válidos, sin tener en cuenta votos blancos y nulos) del 57%, unos 14 puntos porcentuales por encima del apoyo a Haddad (obtendría el 43% de los votos).

Por su parte a Haddad sólo le queda esperar por un batacazo que  los más entusiastas se animan a vaticinar. Es que a la enorme ventaja obtenida por Bolsonaro en la primera vuelta (46% contras 29% de Haddad), a las encuestas favorables al ex capitán del Ejército y su discurso misógino, racista y homófobo se suma también la historia electoral de Brasil. Nunca en elecciones anteriores un candidato que llegó al ballotage tras haber quedado segundo en la primera vuelta logró revertir el resultado.


Cerca del 75% de los brasileños cree que Bolsonaro ganará. De suceder, será la primera derrota del Partido de los Trabajadores en una elección presidencial desde 2002.

Haddad centró su campaña de cara a la segunda vuelta en plantear la contienda en las urnas como una elección entre democracia y autoritarismo. Aunque proporcionalmente habría incrementado su caudal de votos más que Bolsonaro, ello no le alcanzaría para evitar la derrota.

El tercero en la primera vuelta, Ciro Gomes del Partido Democrático Laborista tomó posición contra Bolsonaro, expresó un "apoyo crítico" a Haddad y viajó al exterior para no participar de la campaña.

Recién el lunes pasado la ex candidata presidencial Marina Silva formalizó su apoyo a Haddad, mientras que el dos veces presidente Fernando Henrique Cardoso del poderoso PSDB apenas se limitó a expresar su preocupación por la retórica de Bolsonaro y se abstuvo de respaldar a Haddad.

La clara ventaja que mantiene en las encuestas llevó a Bolsonaro a evitar una vez más participar de un debate televisivo, como pudo evitarlo con el armado del ataque que "sufrió" en un acto, y le permitió evadir todo debate, para no quedar expuesto con su criterio autoritario, racista y misógino.


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