El próximo domingo más de 147 millones de brasileños están habilitados para votar en las elecciones presidenciales que definirán quién comandará las riendas del gigante latinoamericano a partir del próximo 1° de enero. 

Se da por descontado que ninguno de los candidatos logrará superar el umbral que le permita evitar una segunda vuelta electoral por lo que la definición se estirará hasta el próximo 28 de octubre. Jair Bolsonaro del Partido Social Liberal (PSL) y Fernando Haddad del Partido de los Trabajadores (PT), los favoritos a disputar la Presidencia en el ballotage. 

En Brasil siempre se vota el primer domingo de octubre, este año será el próximo domingo, el 7. 

El candidato del Partido Social Liberal corre primero en las encuestas, aunque no le alcanzará el umbral que le permitiría evitar la segunda vuelta electoral. Misógino, racista y homófobo, cuenta con el voto de casi el 30% de los brasileños.

Jair Bolsonaro es el candidato a la presidencia de Brasil del conservador Partido Social Liberal (PSL). Es, además, el primero en todos los sondeos de intención de voto que le adjudican un caudal de entre el 28 y 31% que sin embargo no le evitaría tener que disputar la segunda vuelta electoral prevista para el 28 de octubre.

Por sus posturas, Bolsonaro es quizás el candidato más polémico de los que buscarán este domingo la presidencia brasileña. Acérrimo defensor de torturadores de la última dictadura militar de Brasil, no se preocupa siquiera por ocultar su racismo, homofobia y misoginia.

Suele insultar a la población afrodescendiente (dijo que "los negros no hacen nada, no sirven ni para procrear" y que sus hijos "jamás se enamorarían de una mujer negra porque fueron bien educados") a los homosexuales (consultado acerca de su opinión por la educación sexual en las escuelas,  Bolsonaro le preguntó al periodista: ¿Usted se pintó las uñas cuando era niño? Usted tiene cara de haberse pintado las uñas) y a las mujeres, en una discusión con una diputada del PT le gritó: "No te violo porque no te lo mereces".

Se refirió además a los pueblos originarios como "indios hediondos, no educados y no hablantes de nuestra lengua" mientras que se admitió "incapaz de amar a un hijo homosexual, preferiría que muera en un accidente a que aparezca con un hombre con bigote por ahí".


Bolsonaro también es recordado por una propuesta que lanzó años atrás para eliminar desde el aire y a los tiros a las favelas de Brasil: "Primero desde un helicóptero se tiran volantes y folletos, dándole seis horas a los delincuentes para entregarse y aleccionando la delación de los pobladores. Cumplido el plazo, si no se entregan los bandidos, se ametralla el barrio pobre desde el aire".

Defiende la libre portación de armas y aseguró que los policías que matan con "diez o treinta disparos a cada delincuente", deben ser condecorados.


De hecho al votar en Diputados a favor de la destitución de la ex presidenta Dilma Rousseff, Bolsonaro dedicó su voto al Coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, uno de los más conocidos torturadores de la dictadura e incluso quien aplicó tormentos a la propia Rousseff. 

Ustra, que falleció en 2015, había sido condenado por secuestro y tortura.

Ello no impidió a Bolsonaro dedicarle su voto: "Por la familia, la inocencia de los niños en las aulas, que el PT nunca tuvo, contra el comunismo, por nuestra libertad en contra del Foro de Sao Paulo, por la memoria del Coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, por el pavor de Rousseff, el ejército de Caxias, las Fuerzas Armadas, por Brasil encima de todo y por Dios por encima de todo, mi voto es sí".

Entre sus promesas de campaña se incluyen la incoporación de militares a su gabinete y políticas de mano dura para luchar contra la inseguridad.


Bolsonaro cuenta con el apoyo de amplios sectores del stablishment que ven en él a la persona ideal para "disciplinar" a la sociedad y así avanzar en reformas impopulares en materia de ajuste económico y flexibilización laboral.

Convengamos que Bolsonaro sumó votos tras la parodia del apuñalamiento que armó en un evento público. 


Ahora veamos el perfil de Haddad:

Tras la proscripción del ex presidente Lula, Haddad fue el elegido del PT para intentar ganar su quinta presidencial al hilo. Segundo en las encuestas, sus chances crecen de manera sustancial de cara al ballotage.

"Lula es Haddad; Haddad es Lula". El centro de la campaña del candidato presidencial del Partido de los Trabajadores (PT), Fernando Haddad, es el delfín del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien era el gran favorito para ganar las elecciones en primera vuelta hasta su proscripción.

Haddad es un político de origen libanés de 55 años y ex alcalde de San Pablo. Es economista y saltó a las primeras planas de la política brasileña en el año 2005 cuando fue nombrado por el propio Lula al frente del Ministerio de Educación, cargo que ocupó también durante parte del gobierno de Dilma Rousseff.

De hecho dejó la cartera de Educación en 2012 para disputar la alcaldía de San Pablo, cargo que obtuvo con el 55,94% de los votos.


Haddad tiene una larga trayectoria en la función pública. Fue jefe de personal de la Secretaría de Desarrollo Económico y de Hacienda del municipio de São Paulo, consultor de la Fundación Instituto de Investigaciones Económicas y uno de los asesores del Ministerio de Planificación, Presupuesto y Gestión.

Este abogado, con maestría en economía, doctor en filosofía y profesor de ciencias políticas enfrenta el desafío de capitalizar el enorme caudal de votos que tiene Lula y convencer a millones de brasileños que es la vía que puede llevar la voz del líder del PT al Palacio de Planalto una vez más.

Sin embargo no cuenta ni con el carisma ni la proyección nacional que caracterizan a Lula, preso desde abril en el marco de un escandaloso proceso judicial por supuestas maniobras de corrupción.

En campaña, Haddad intentó dejar en un segundo plano su perfil de intelectual de izquierda para intensificar su papel de militante y aproximarse a las clases populares y a los movimientos sociales, entre las que Lula tiene un gran apoyo. Para ello visitó, por indicación del propio Lula, varias fábricas del cinturón industrial de San Pablo, donde cuarenta años antes Lula lideró una huelga de trabajadores en plena dictadura militar.


Allí, como en la mayoría de sus actos políticos, Haddad estuvo acompañado por su mujer, Ana Estela, una profesora de odontología con quien lleva más de veinte años casado y tiene dos hijos.


0 Comentarios