Sobre alimentos lácteos que se comercializan con publicidad engañosa,
el Ministerio de Agroindustria bonaerense suspendió la elaboración y
comercialización de un producto de la empresa La Suipachense por
entender que su etiqueta induce al consumidor a una confusión al
promocionarlo como si fuera leche.
Horas antes de la suspensión, el
vicepresidente de la empresa, Claudio Rafaniello, sostuvo que el ministerio ya les había objetado el rotulado.
“Tenemos que modificar ‘alimento’ por ‘bebida’”, afirmó el directivo,
tras asegurar que Agroindustria había actuado “tras la objeción de los
medios”.
Pero remarcó: “Aunque tenemos un plazo legal hasta noviembre,
ya estamos en proceso de cambiarlo”. Noviembre parece haberse
adelantado.
La medida la adoptó la Dirección de Auditoría de esa cartera, que
verificó la planta Lácteos Conosur S.A, e impidió de manera preventiva
la elaboración y comercialización del producto identificado como
“Alimento a base de leche entera y concentrado lácteo” .
El operativo se realizó a partir de la denuncia del Instituto
Nacional de Alimentos (INAL) y el Sistema de Información Federal para la
Gestión del Control de los Alimentos (Sefega), que sostenían que el
producto señalado no cumplía con los principios generales de rotulado,
porque se lo presentaba como leche, pero la etiqueta indicaba que no lo
era.
El directivo defendió el producto: “Somos una opción de mercado para
la clase media baja que no puede pagar un litro de leche a 45 pesos.
¿Cumple las necesidades básicas? Sí las cumple. ¿Es lo mismo que la
leche? No, pero se asemeja bastante a lo que se necesita para
alimentarse. Nosotros también hacemos leche de primera calidad, pero hay
mucha gente que no la puede comprar. Todos los días hay gente que viene
a la fábrica a pedir. En esta situación, como alternativa, éste es un
producto que en la góndola vale 23 pesos”.
Estos productos, que aportan menor cantidad de nutrientes,
contribuyen al deterioro de la seguridad alimentaria. “El consumo de
estos productos, con precios significativamente más bajos, impacta en la
salud de la población al privarla de la ingesta de ingredientes que, a
diferencia de la leche, no están contenidos en estos alimentos lácteos
alternativos”, afirma el informe de la Fundación Soberanía Sanitaria.
“El problema de consumirlos radica en que son de peor calidad
nutricional”, dijo el médico Jonatan Konfino, quien participó en la
elaboración del documento y remarcó que “el
año pasado, la Relatora Especial de la ONU sobre el Derecho a la
Alimentación, Hilal Elver, alertó sobre la creciente inseguridad
alimentaria en el país”.
Según el informe “durante 2018, la leche presentó un aumento promedio
del 37,8 por ciento. Este aumento en los precios explica una caída
acumulada en la venta interna de leche del 10,75 por ciento, si se
comparan las ventas de 2015 con las de 2018, según datos de la Dirección
Nacional Láctea de la Secretaría de Agroindustria”. Esta caída del
sector fue “acompañada por el cierre de más de 600 tambos en 2018”.
Con este panorama, los productos elaborados a base de leche, que
tienen packaging engañosos porque no advierten con claridad que no son
ciento por ciento leche, se presentan como una alternativa para los
golpeados bolsillos de los incautos consumidores.
En este sentido, Konfino remarcó que “lo que se hace es bajar el
estándar nutricional. Es razonable que pueda ser una opción ante la
crisis, es mejor eso que nada. Es un paliativo, pero no es lo ideal. Y
cuando se lo contextualiza en un proceso de creciente inseguridad
alimentaria resulta negativo.
Quizás hay que hablar de por qué la
alternativa no es una leche de segunda marca o de precio cuidado, en
lugar de que sea un alimento a base de leche, diluido. La alternativa
debería ser otra”.
Y una razón, entre otras (estacionalidad, inundaciones), que explica
el faltante de leche de segundas y terceras marcas en almacenes y
supermercados, es que las empresas apuestan por sus primeras marcas –una
de las leches que más escasea es La Armonía, de Mastellone, cuyo sachet
de un litro cuesta 26 pesos, mientras que el equivalente de su línea
insignia, La Serenísima, cuesta 40.
Según sostiene el informe de la Fundación, los alimentos a base de
lácteos representan un ahorro significativo “para aquellas familias en
situaciones más desfavorables. Como ejemplo, para una familia con dos
niños, con un consumo de un litro diario de leche, implica al finalizar
el mes un ahorro de alrededor de 270 pesos comprando el alimento lácteo a
base de leche La Suipachense en comparación con la compra de la leche
más económica del mercado, y de $740 si se compara con las leches más
caras”.
Sin embargo, los datos que consigna el informe señalan que desde el punto de vista nutricional, lo barato termina siendo caro.
Según la Red Argentina de Nutricionistas por el Derecho a la
Alimentación, que realizó un relevamiento “sobre la composición
nutricional de leche entera, descremada y de los alimentos a base de
leche disponibles en el mercado... de acuerdo a los precios en góndola
de cada uno de los productos es posible afirmar que para cubrir 1300 mg
de calcio con leche La Armonía se necesitarían 31,53 pesos. Para hacerlo
con alimento a base de leche OPI, se requerirán 32,99 pesos. Sin
embargo, para alcanzar la recomendación con leche La Serenísima, será
necesario contar con 48,90 pesos”.
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