“Yo entrené a Fariña para que declare”
Habla
 la experta que, por encargo del Gobierno, le enseñó al financista cómo 
parecer un empresario de Santa Cruz para acusar a Cristina Kirchner y a un grupo de sus funcionarios.
Por Raúl Kollmann
“Sí, yo entrené a Leonardo Fariña para que declare sobre la obra 
pública. El no tenía la menor idea sobre obra pública. Parecía un 
chiste. Después, en la declaración y hasta en la televisión, usaba mis 
palabras. Yo me reía sola. El que me contrató fue un hombre que se sabía
 era de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), el doctor Raúl Copes, 
un hombre originario del radicalismo que hacía años estaba en la SIDE. 
Además de que era conocido que estaba en la AFI, ya antes me había 
contratado para hacer la normativa administrativa de un cambio en el 
organigrama de la AFI. 
Así que yo tenía claro quién me encargó el 
entrenamiento”. Sentada en una mesa de una cafetería de moda en Palermo,
 la doctora G, especialista en derecho administrativo,  contó  cómo preparó a Fariña
 para que este fuera a declarar el  primero de agosto de 2016 y que el 
arrepentido utilizó para involucrar a Cristina Fernández de Kirchner, 
tal como lo pactó con la AFI. 
La doctora G. pidió que no se diera a conocer su nombre hasta que declare ante el juez Alejo Ramos Padilla. Hoy ya conocemos sus dos iniciales, F.G., y se supone que el magistrado la convocará en la semana que empieza mañana. 
Quien conoció cómo se armó la declaración del arrepentido fue su entonces abogada, Giselle Robles. Por esa razón, la banda paraestatal de Marcelo D’Alessio siguió
 y hostigó a Robles al punto de intentar colocarle droga en su auto. La 
operación resultó fallida, pero el ex espía Rolando “Rolo” Barreiro 
reveló lo que hizo la banda contra Robles. Llamada a declarar, Robles 
contó toda la trama en Dolores y demostró cómo Fariña declaró, palabra 
por palabra y punto por punto, lo que le indicaron desde la AFI.  
Fariña había declarado varias veces como arrepentido, contando lo que
 había visto sobre la forma en la que, supuestamente, el empresario 
Lázaro Báez sacó dinero del país. Hasta ahí, casi quedaba todo como un 
delito o una evasión impositiva o una infracción cambiaria del 
constructor. 
El punto que buscaba el gobierno de Cambiemos era 
involucrar a CFK en el origen de ese dinero. Por lo tanto, necesitaban 
que Fariña, que nunca había hablado sobre la obra pública en Santa Cruz,
 dijera algo sobre el tema para así responsabilizar a la ex presidenta. 
Como Fariña no sabía nada sobre el tema, se hizo imprescindible que 
alguien lo entrenara.
No sólo eso, sino que F.G. tuvo que redondear 
textos que luego se le hicieron llegar a Fariña para que éste repitiera 
cada párrafo en su declaración. 
Los mails a través de los cuales le indicaban al arrepentido qué 
decir fueron presentados por su abogada de entonces, Giselle Robles, 
ante el juez Ramos Padilla. Y además, hubo una sesión de entrenamiento 
personal, porque el arrepentido tal vez tuviera que responder preguntas y
 estaba también la cuestión mediática. 
Esta es la historia.
El contrato
–¿Cómo la contrataron para entrenar a Fariña?
–Yo soy magister en administración pública. O sea una abogada que no 
tiene matrícula, que nunca litigó, pero sé como adecuar legislaciones, 
controlar que las licitaciones o lo que sea se haga de acuerdo a las 
normas. Me gané buena fama en el Ministerio de Planificación por eso. 
Copes, que ya falleció, me conoció bastante antes de esta historia en 
una convención. De manera que cuando me contrató, en 2016, él sabía 
quién era yo y yo sabía quién era él.
–¿Le pagaron por entrenar a Fariña?
–Sí, unos 30.000 o 40.000 pesos de ahora. Pero le aclaro que yo no sabía que era para entrenar a Fariña. 
–¿Cómo que no sabía?
–No. Hacia marzo, después durante abril y junio, Copes me dijo que 
era un trabajo relacionado con obras públicas y con la administración 
pública en general. Me pedía que elaborara documentos sobre circuitos 
administrativos, el Instituto de la Vivienda de Santa Cruz y sobre obra 
vial. Me pidió cosas puntales. Hasta ahí no me dijo para quién era el 
trabajo. Después me dijo que era para una persona “que está en el foco 
de la tormenta”. O sea que siguió sin decirme para quién preparaba yo 
las cosas que le mandaba por mail. 
–¿Cómo sabe que el encargo fue de la AFI y que lo pagó la AFI?
–En primer lugar porque era casi público que Copes trabajaba en la 
AFI: había estado como delegado en Venezuela. Pero en mi caso, él me 
había encargado un trabajo anterior. Querían hacer un cambio de 
organigrama en la ex SIDE y para eso había que redactar una normativa. 
Las cosas son así en el estado, porque un cambio de organigrama implica 
cargos, modificación de presupuestos, competencias nuevas, una 
adecuación administrativa y una fundamentación. El me contrató para ese 
trabajo que era mi especialidad. De manera que cuando vino en marzo a 
contratarme para explicarle a alguien, que yo no sabía quien era, de la 
obra pública, yo sí sabía quién me hacía el encargo. 
–¿Por lo tanto usted empezó a escribir las explicaciones?
–No, Copes me entregó tres veces, en mano, mails con las ideas 
generales. Yo tomaba esos mails y mi trabajo era darle forma técnica. 
Ahí yo interactuaba con Copes. Una vez que hacía mi trabajo, lo mandaba 
al mail elturista@protonmail.com y hoy en día veo que de ahí Fariña memorizaba o se copió directamente para la declaración judicial posterior.
–Sin embargo, ¿hubo un encuentro personal?
–Así es. A principios de julio, Copes me llama y me dice aquello de 
que está con una persona que “está en el centro de la tormenta” y que 
necesita una mano para ordenar y entender algunas cuestiones que surgían
 de mis escritos. Entonces me pregunta si me puedo acercar a una oficina
 cerca de Tribunales para encontrarme con la persona que necesitaba el 
entrenamiento. Copes me dijo que tenía que darle una clase sobre obras 
públicas y el funcionamiento del estado. Insisto en que hasta ahí yo no 
sabía a quién iba a ayudar o entrenar. 
El contexto
En aquel momento, Fariña tenía poca libertad de movimientos por su 
incorporación al programa de protección de testigos. Las libertades las 
estaba negociando en esa época con el ministro de Justicia, Germán 
Garavano. Por lo tanto, el arrepentido sólo podía concurrir a 
determinados lugares, entre ellos la oficina de sus abogados. Allí se 
realizó el encuentro. Fariña sostiene que lo que surge de los mails le 
fue enviado por sus abogados, Franco Bindi y Giselle Robles, lo que no 
cambia nada: se trató de una declaración guionada y por lo tanto falsa: 
le dijeron lo que tenía que declarar. El dice que quienes lo guionaron 
fueron sus abogados y sus abogados sostienen que fue la AFI. Lo concreto
 es que la doctora F.G. fue contratada por la AFI y presenta no sólo su 
versión del entrenamiento sino la documentación que se movió. 
Con Fariña
–¿Cómo fue el encuentro?
–Yo llegué a la oficina y ahí estaba Fariña. Por supuesto que lo 
conocía de la televisión, de manera que enseguida supe quién era. Estaba
 ahí sentado, todo canchero, con un gorro de lana en la cabeza. Arrancó 
hablándome de su matrimonio, de Karina Jelinek y de cómo la estaba 
pasando como testigo protegido. Fueron 20 minutos para romper el hielo. 
El hablaba y hablaba. Cuando pasamos a la obra pública me quedé 
sorprendida: no sabía nada de nada. No sabía lo que era un certificado 
de obra, que es cuando se termina una parte de la obra, los funcionarios
 constatan lo hecho y certifican lo construido. Con eso se cobra. No 
sabía lo que era el acopio, que consiste en que antes se compraban 
materiales para iniciar una obra y presentando las facturas se cobraba 
un adelanto. Eso era muy diferente a cobrar un anticipo financiero. El 
decía que se cobraba un anticipo del 25 por ciento, lo que no existía. 
Hay incluso obras que no tienen anticipo, otras tienen el 10 por ciento y
 otras el 15 y alguna el 20, pero el 25 no existía. Fariña no sabía lo 
que era el fondo de reparo, que es un porcentaje que el estado retiene 
en cada pago como garantía de que las obras están bien hechas. No tenía 
el menor contacto con la obra pública.
–El dice que tenía ideas subyacentes. O sea que sabía, pero que no las tenía presentes.
–Mire, no sabía las cosas más elementales. Se ve que nunca tuvo 
contacto con una licitación ni con una obra pública. No sabía lo que era
 una readecuación, que sucede cuando el índice de la construcción sube 
más de un dice por ciento. La empresa constructora pide la readecuación,
 o sea que se actualice el valor de la obra. Es algo matemático, un 
cálculo que está muy establecido. La readecuación es algo provisorio. Es
 diferente a una redeterminación que es cuando ya se convalida al final 
esa actualización. Piense que cuando yo me vi con él, se supone que 
había leído los mails. Pero no podía repetir ni lo que había leído. 
Un cambio de planes
Conviene tener en cuenta que el mayor problema inicial que afrontó el
 Gobierno cuando contrató a F.G. para el armado de la declaración del 
arrepentido era que él no sabía nada de la obra pública de Santa Cruz, 
que es con lo que se quería imputar a CFK. Fariña había declarado que 
estuvo mucho en el sur, pero no sabía nada concreto. Por ejemplo, no 
podía hablar de la construcción de ningún tramo de la ruta 3 o de la 
ruta 40. De manera que la alternativa era hablar generalidades. En ese 
terreno involucró a la Cámara de la Construcción y a Carlos Wagner, pero
 Lázaro Báez era un marginado de aquella Cámara, de manera que no servía
 para involucrar ni a Lázaro ni a la ex presidenta. Como lo que 
interesaba era Santa Cruz, trataron de instruir a Fariña, por ejemplo, 
respecto de lo que era el IDUV (Instituto de Desarrollo Urbano y 
Vivienda), que era el Instituto Provincial de la Vivienda de Santa Cruz.
 Lo que había que introducir era que el supuesto modelo de corrupción 
provincial se traspasó a la Nación, pero Fariña no entendía de las 
cuestiones más elementales. 
La maestra
–¿Y cómo se fue resolviendo el desconocimiento?
–Hice de maestra. Le hacia cuadritos, dibujitos. El repetía a 
rajatabla. Después era impresionante. Usaba mis palabras. Piense que yo 
no sabía que eso iba a tomar la dimensión que tomó. Como yo le hacía los
 cuadritos y dibujitos en un block mío, todavía tengo todo el material. 
Así que se lo entregaré al juez de Dolores. También los mails y lo que 
yo escribí a pedido. El quería saber cómo se podía, por ejemplo, 
manipular una compulsa de precios o una licitación. O cómo se podrían 
conseguir sobreprecios, la manipulación de los adelantos, las facturas 
apócrifas, coimas y hasta lavado de dinero. Todo eso tengo anotado en mi
 block.
Iguales
La enumeración de items está exactamente igual redactada en las 
anotaciones de F.G. que en un texto enviado por la AFI y en un 
manuscrito que Fariña llevó a su declaración del 8 de abril de 2016. Lo 
que se necesitaba era que F.G. le diera argumentos para sostener aquello
 y, sobre todo, ampliarlo. Todo está con los mismos números y en el 
mismo orden. Las menciones al IDUV están idénticas en las anotaciones de
 F.G. y luego en la ampliación de indagatoria de Fariña. 
El caso del arrepentido exhibe la forma en la que se armaron 
declaraciones en distintas causas. Fariña repitió lo que le mandaron en 
los mails, lo transcribió en su declaración y hasta lo tuvo memorizado 
para decirle en algunos medios. 
En aquel momento, el expediente con el que se acusa a Cristina, Julio
 de Vido, Roberto Baratta, Báez y muchos otros estaba en crisis porque 
la auditoría mandada a hacer por Javier Iguacel, entonces titular de 
Vialidad Nacional y el más acérrimo funcionario anti-K, concluyó que 
sólo había un 0,1 por ciento de diferencia entre lo pagado y lo 
construido en las rutas de Santa Cruz. Buena parte de los atrasos en las
 obras eran por demoras en la expropiación de terrenos, ya que habían 
sido invadidos con viviendas o porque aparecieron caños de YPF o cables 
subterráneos de empresas públicas. 
En cualquier caso, los atrasos de 
Báez eran similares al del resto de las constructoras. Que Austral 
Construcciones haya ganado 51 licitaciones de las 81 que se hicieron en 
Santa Cruz tampoco marcaba un delito, por cuanto pocas empresas querían 
construir allí, por el frío, el viento y la complicación de transportar 
maquinaria y personal a 1.800 kilómetros de la Capital Federal. 
Ante 
esas dificultades en la acusación, la declaración de Fariña resultaba de
 máxima importancia: iba a involucrar a todos. Hoy en día, casi todo lo 
que se le atribuye a CFK –Hotesur, Los Sauces, fotocopias de los 
cuadernos– tiene anclaje en la obra pública, de manera que el aparato 
judicial-político-mediático no podía permitirse que naufragara ese 
expediente, que va a llegar a juicio el 21 de mayo. 
Así como la AFI jugó sus cartas para presionar al juez Luis Carzoglio
 para que metiera preso a Pablo Moyano, también intervino en el armado y
 entrenamiento de la declaración de Fariña. Para eso contrató una 
abogada especialista y le redactaron todo lo que tenía que decir. Ahora 
la trama quedó a la vista. Falta saber en qué otros expedientes hicieron
 la misma trampa. 

 

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