Maltrato a los vecinos y autoritarismo, pese a algunas obras realizadas.

El jefe de Gobierno estaba sorprendido por los 47 puntos por los que perdió, luego de gastar 6000 millones en la villa. Pero atrás hay una historia de altanería, humillaciones y mala gestión.

"La gente tiene miedo y está callada, pero el gobierno porteño siempre nos humilló y nos cansamos de llorar de la bronca. Ahora estamos organizados y les dimos en los votos, que es donde más les duele. Como siguen siendo sordos a nuestros reclamos, en octubre el castigo va a ser peor porque vamos a hacer más campaña". manifestó Maribel Pérez, quien vive en la Villa 31, en la manzana 33 de la zona conocida como Bajo autopista. E Intenta a explicar  por qué el jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta perdió por casi 47 puntos en el Barrio Padre Mugica --que el oficialismo insiste en denominar Barrio 31-- contra Matías Lammens, el candidato del Frente de Todos. En la PASO de 2015, la derrota sólo había sido por cuatro puntos. 

Los funcionarios porteños no se explican el resultado porque destinaron 6000 millones de pesos en diferentes proyectos para la Villa 31, ente ellos la relocalización a viviendas nuevas para 1200 familias. Pero los vecinos contaron que se sienten estafados, ignorados y violentados porque se los dejó afuera de la discusión de la ley de urbanización que hoy los obliga a mudarse a casas peores de las que tienen. 

Tampoco fueron empleados en la construcción del nuevo complejo habitacional y en las vacaciones de invierno les sacaron un micro escolar que llevaba a los chicos a la escuela Bandera Argentina. Si al combo se suma la crisis económica, la derrota histórica de Larreta está lejos de ser incomprensible.

Paula Canelo, doctora en Ciencias Sociales y autora del libro ¿Cambiamos? La batalla por el sentido común de los argentinos tiene una tesis que compartió con este diario: “la derecha no reconoce la dignidad del cliente, término que no uso peyorativamente, y demuestra una ajeneidad total respecto a las formas en que las clases populares quieren habitar el espacio”.

La entrada a la Villa 31 se ve muy linda. Un día de semana por la tarde, la tradicional Feria se parece a la de cualquier otro barrio de Buenos Aires y las fachadas de las casas que rodean la entrada están bien pintadas. Pero basta caminar dos cuadras para ver un panorama muy distinto. En las viviendas se ve una maraña de cables que presentan un peligro potencial para todos los habitantes del barrio Mugica y el agua estancada de la última lluvia –que nadie del gobierno porteño se digna desagotar desde hace días—dificulta la caminata hasta llegar al sector conocido como Bajo Autopista. 

Esas seis manzanas son importantes porque ahí viven los vecinos que el gobierno porteño pretende mudar a las 1200 casas nuevas. De momento, menos de cincuenta familias se trasladaron efectivamente a sus nuevos hogares y muchas se resisten. A pesar de que les habían prometido que esas casas iban a ser iguales o mejores que las que hoy habitan, son de chapa y durlock y no de material, como habían acordado. Además, los contratos de compraventa a treinta años tienen cláusulas extrañas, como la que establece que si se atrasan tres meses en el pago de servicios les pueden ejecutar la hipoteca.

El grupo de vecinos que resisten en Bajo autopista, votaron contra Larreta y no se quieren mudar. “Las casas son horribles. Dicen que son de material de última generación, pero nosotros queremos los viejos materiales. No somos tontos porque acá la gente trabaja en construcción. Queremos casas de material, igual que el ministerio de Educación porteño que están construyendo, y no de chapa, durlock y cemento en el piso porque sabemos que se van a deteriorar rápido”, dijo. Esa declaración condensa lo que Paula Canelo, doctora en Ciencias Sociales, investigadora del Conicet y autora del libro Cambiamos. La batalla por el sentido común de los argentinos tuiteó esta semana respecto del desconcierto de Larreta frente a la derrota histórica en la Villa 31.

Canelo escribió que para entender un poco más qué pasó, Larreta bien podría leer su texto. En las páginas finales explica por qué es un error político esperar que de los beneficios materiales se deriven automáticamente lealtades políticas. “Cualquier mejora ‘real´ de los beneficiarios debe ir de la mano con narrativas, promesas y relatos inclusivos que los reconozcan y los representen”, escribió. 

En efecto, los habitantes de la Villa 31 le dieron la espalda a Larreta porque creen que las promesas no se cumplieron y que nadie los escucha a la hora de decidir sobre sus vidas. “Cambiemos comparte con otras ortopedias de derecha la decisión de intentar determinar las reales posibilidades de la gente a la que gobiernan. Hay una enorme ajeneidad social con respecto a las condiciones de vida de los sectores populares y su forma de habitar el espacio. 

La persona que vive en la villa 31 quiere habitar el espacio de una determinada manera y a ellos no les interesa”, dijo la investigadora del Conicet. A diferencia del peronismo “que reconoce mucho más la dignidad dentro del vínculo político”, la derecha, para Canelo, está “más acostumbrada a relacionarse de manera patronal con el chofer, la mucama o la niñera que de hacer el intento de conocerlos realmente”.

De acuerdo con el último censo de 2016, la Villa 31 tiene 43.190 mil habitantes. Están distribuidos en diez barrios y se calcula que más del sesenta por ciento son extranjeros de países limítrofes. El proyecto original votado por la legislatura porteña en el año 2009 estaba consensuado con los vecinos. En el marco de la urbanización del barrio Carlos Mugica preveía la construcción de diez mil “soluciones habitacionales” para los habitantes de la villa, teniendo en cuenta que cada familia está compuesta en promedio por cuatro personas. Se iban a construir 2500 viviendas nuevas en los terrenos de YPF que quedan al lado del barrio y las 7500 restantes se iban a mejorar. Pero ese proyecto nunca vio la luz y el gobierno aprobó otra ley sin consultar al barrio. “El nuevo proyecto establece sólo la construcción de 954 casas en los terrenos de YPF para los vecinos de Bajo autopista y alrededor de 100 más en la zona denominada La Containera. 

De arranque están haciendo la mitad de las viviendas que habían prometido. Uno se pregunta si en realidad están pensando en un proceso de gentrificación para que a largo plazo la gente que no está contenida en una vivienda termine siendo desplazada por otra de mayor poder adquisitivo

Es cierto que Larreta invirtió mucho dinero en la Villa 31. Pidió 300 millones de dólares (200 al Banco Mundial y cien millones al BID) sólo para el proyecto de urbanización. Y en líneas generales, hizo la inversión más grande la historia del barrio. Pero con la urbanización nadie está conforme y las únicas mejoras en el barrio que los vecinos destacan son el mejoramiento de una cancha de fútbol de césped sintético y la construcción de la escuela Polo Educativo Mugica.

En estos días, muchos padres están enojados porque en las vacaciones de invierno el gobierno porteño sacó el servicio de micros que llevaba a los chicos desde su barrio a la escuela La Banda, a la que van muchos pibes y que queda afuera de la villa. 

Los vecinos se dan cuenta de que la reurbanización es un desalojo sin topadoras y que detrás hay un negocio inmobiliario”.

Como en todo barrio, las noticias corren rápido y el año pasado, Larreta envió a la legislatura porteña un proyecto para subastar la Villa 31 con los vecinos adentro. Dijo que fue un error y finalmente no se aprobó, pero la herida entre los vecinos sigue abierta. Y a los errores propios del jefe de Gobierno porteño hay que agregar la crisis económica nacional que impacta más entre los pobres, los vecinos ya no pueden comprar un litro de leche y viven a mate cocido.

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