Cuando el odio destruye hasta la historia: Un "call center" en el Salón de las Mujeres. Un estropicio histórico, arquitectónico y patrimonial en la Casa Rosada

La sala, que homenajea a las grandes mujeres de la historia argentina, fue convertida en oficinas, con una isla central, rebosante de melanina y fórmica para que los soldaditos de Marcos Peña desinformaran a los ciudadanos.

Ergo, el presidente Alberto Fernández dio la orden de recuperar el Salón Mujeres del Bicentenario, de la Casa Rosada, que durante la gestión macrista fue destruido como tal y convertido en oficinas, con tabiques bajos, instalaciones eléctricas para computadoras y pantallas de televisión, además de una fotocopiadora y un gran escritorio central. Los cuadros con las imágenes de grandes mujeres de la historia argentina, emplazados en sus paredes durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, no fueron quitados pero nunca más se volvió a usar para actos presidenciales. 

Tal vez haya en esa transformación de un espacio que se pensó para homenajear a las mujeres, una simbología de las políticas de género durante el gobierno de Cambiemos: pura devastación. Mujeres importantes mirando desde las paredes, estáticas, sin participación en la cocina del poder real.

El Salón de las Mujeres, como se lo conoce, fue inaugurado por la ex presidenta el viernes 6 de marzo de 2009, en la conmemoración del Día Internacional de la Mujer. "La idea es crear, en el ámbito más emblemático del poder político de la Argentina, como lo es la Casa Rosada, un lugar permanente para las mujeres, un lugar que nos hemos ganado pero que todavía es muy resistido", dijo en aquel momento CFK.

A poco de asumir, Alberto Fernández le pidió a Julio Fernando Vitobello, secretario general de la Presidencia, que vuelva a ser un salón de anuncios. En enero comenzarán a desmontar los muebles de oficina, en los que todavía pueden encontrarse algunas publicaciones olvidadas --o para el olvido-- como “Memoria detallada del Estado de la Nación 2016” y “Evaluación de reglas fiscales. Cierre de ejercicio 2017” junto a un ejemplar de la revista Ahora Más, de agosto de 2019, con Reina Reech en la portada.

La idea es que pueda reinaugurarse el 8 de marzo próximo, reveló un colaborador muy cercano del presidente, mientras mostraba lo que dejó el macrismo en ese salón. El 8M es una fecha muy significativa para el movimiento feminista: en el 2020 se cumplirán tres años del primer Paro Internacional de Mujeres, que se llevó adelante en Buenos Aires con una histórica y masiva movilización a la Plaza de Mayo, y en articulación con más de 50 países. Fue el primer paro contra el gobierno de Macri y lo convocaron las mujeres y disidencias para denunciar las consecuencias del ajuste sobre sus cuerpos y sus vidas, entre otras demandas, mientras la CGT y los líderes sindicales preferían mirar para otro lado y esquivaban el llamado a una huelga general a pesar de que el plan económico de Cambiemos mostraba ya sus inconsistencias para bajar la inflación y los índices de pobreza.

Convertir en oficinas uno de los sectores más icónicos de Balcarce 50 fue una de las primeras decisiones del macrismo al llegar a la Casa de Gobierno. Tal como informaron varios medios en ese momento, a los pocos días del cambio de administración, en diciembre de 2015, el Salón de las Mujeres sufrió una notable transformación, aunque los hombres el presidente no se atrevieron a sacar los cuadros. Se desmontaron las réplicas gigantes del billete de 100 pesos en recuerdo a Eva Perón y la miniatura del edificio del Ministerio de Obras Públicas y se reemplazó el mobiliario con escritorios y computadoras. 

Pero las imágenes de Evita, Alfonsina Storni, Lola Mora, Tita Merello, Mercedes Sosa, Blackie, Cecilia Grierson, Victoria Ocampo, las Madres de Plaza de Mayo, y las Madres de los caídos en Malvinas, Mariquita Sánchez de Thompson, Juana Azurduy, Annie Painé, y Alicia Moreau de Justo quedaron como testigos involuntarias de las negociaciones que se hicieron en estos cuatro años en ese espacio, pegado al ala que ocupa el presidente de la Nación lejos del lugar de reconocimiento que buscó darles la ex presidenta.

El día que inauguró el salón, CFK recordó que antes “este espacio físico era un lugar que había sido capturado por la burocracia sedimentada, van haciendo sucuchitos, tabicados, esto era casi un laberinto de pequeños despachos que se habían adueñado de este espacio, que como su propia arquitectura lo indica, era un espacio original, único de la Casa de Gobierno que quise que volviera a ser ese salón, pero que además contemplara a las mujeres argentinas del Bicentenario”. Con Macri volvieron los “sucuchitos”.

Pero durante su gestión no solo se devastó el Salón Mujeres del Bicentenario: también se destruyó la sala de la planta baja donde estaba la biblioteca jurídica de la Casa Rosada, que reúne libros de Derecho Administrativo, Penal y Laboral, y publicaciones con fallos de la Corte Suprema, material de consulta de los equipos de la Secretaría de Legal y Técnica, a la hora de revisar proyectos de ley, decretos y resoluciones.

La biblioteca fue desmontada, tirada literalmente abajo, para construir baños. Entre sus libros, había reliquias del siglo pasado. Su directora, una bibliotecaria de años, estalló en lágrimas cuando ella y los empleados del sector no pudieron resistir más la orden de desalojar el lugar impartida por quienes se estaban ocupando de la remodelación de Balcarce 50 y ordenaron picar paredes, piso y techo de la bella sala. 

La decisión se tomó después de las PASO y antes de las elecciones del 27 de octubre. Los libros están todavía en cajas, y apilados en la sala que servía de ingreso al Salón de las Mujeres, en el primer piso. El jueves, empleados de la biblioteca lograron rescatar de entre los escombros la antigua escalera móvil, que estaba abandonada. En pocas semanas empezarán las tareas de recuperación del Salón de las Mujeres --ojalá que sea también símbolo del inicio de otras recuperaciones-- y se le buscará un nuevo lugar a la biblioteca.   



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