El ranking de los fondos de inversión extranjeros que tienen más bonos argentinos.
Por Alfredo Zaiat
Los nombres de esos fondos de inversión son desconocidos para la mayoría. No son bancos comerciales ni de inversión. Son firmas financieras que administran capitales de instituciones, estados y grandes fortunas de personas. Varios de ellos tuvieron una relación promiscua de negocios con el gobierno de Macri.
Son los diez principales acreedores de la deuda argentina emitida en dólares con legislación extranjera. El ranking fue confeccionado con el monto de deuda declarado por cada uno de acuerdo a información pública. En total, ese
grupo poderoso de acreedores reúne 8380 millones de dólares, 13 por
ciento de la suma global a reestructurar, y tienen la capacidad de
presión para arrastrar a otros acreedores. En estos días pudieron aumentar o disminuir sus respectivas tenencias según la estrategia que tengan para el canje de deuda.
Tienen posiciones más o menos agresivas con el gobierno. Algunos
se muestran hostiles, como el mexicano Gerardo Rodríguez de BlackRock
que repartió amenazas a funcionarios diciendo "Vos no sabés con quién te
metes". Otros prefieren diálogos constructivos para alcanzar un acuerdo
conveniente para ambas partes.
Estos diez poderosos acreedores privados de Argentina son los fondos de inversión internacionales que comenzaron una intensa partida de póquer con el gobierno argentino por una deuda impagable en las actuales condiciones.
Son los que buscan influir a la luz del día a través de la mayoría de los medios de comunicación y, a la vez, presionan por vías inconfesables para obtener una mejora de la propuesta que presentó el ministro de Economía Martín Guzmán.
Con
información pública obtenida de Bloomberg, de la firma de gestión de
capitales, calificación y recomendación de inversiones Morningstar y de
fuentes del mercado involucradas en la operación de canje de la deuda en
default virtual que dejó el gobierno de Macri, quiénes son los acreedores
privados más poderosos y el monto de deuda en dólares de legislación
extranjera que tiene cada uno en sus carteras:
1. Allianz: 1670 millones de dólares.
2. Fidelity: 1650 millones de dólares.
3. BlackRock: 1500 millones de dólares.
4. Northern Trust: 800 millones de dólares
5. AllianceBernstein (AB): 700 millones de dólares.
6. HSBC: 470 millones de dólares.
7. Prudential Financial: 440 millones de dólares
8. Ivesco: 400 millones de dólares.
9. Ashmore: 400 millones de dólares.
10. Eaton Vance: 350 millones de dólares.
Acreedores
Los nombres de estos acreedores son desconocidos para la mayoría, con la excepción del banco HSBC. No
son firmas que tengan una larga historia financiera con la Argentina,
como sí la tuvieron Citibank y JP Morgan-Chase Manhattan Bank.
En la década del '80 se constituyeron comités de bancos acreedores
para negociar nuevas emisiones, refinanciaciones y moratorias
parciales. Los lideraban, según el país, el Citi, Chase o JP Morgan. Los
países latinoamericanos habían recibido en los años setenta líneas de
crédito directas de la banca internacional. A inicios de los ochenta
estalló la crisis de la deuda.
A partir de entonces el negocio de
emisión y especulación con deudas soberanas comenzó a dispersarse hacia
otros jugadores de las finanzas globales. Los planes Baker (1985) y
Brady (1989-1990) fueron dos programas de reordenamiento de deudas en
países latinoamericanos para evitar la quiebra de esos bancos
emblemáticos del poder de Estados Unidos. Sirvieron además para convalidar en democracia el endeudamiento contraído durante las dictaduras.
Al mismo tiempo, en esos años, avanzaba la expansión de las finanzas globales y la irrupción de los bancos de inversión en el negocio de la deuda. A esos grandes bancos comerciales internacionales se le sumaron en forma activa Merrill Lynch, Lehman Brothers, Baring, Bear Sterns, Morgan Stanley.
Otra crisis de deuda de mercados emergentes en la segunda mitad de la década del '90 y, en especial, la crisis financiera global de 2008
(estallido de créditos hipotecarios subprime y quiebra de Lehman)
volvieron a modificar el tablero de los grandes jugadores de las
finanzas globales. Quiebras, fusiones y mayores regulaciones
prudenciales dispuestas por las bancas centrales desplazaron a esos
bancos (comerciales y de inversión) de la médula del casino financiero
global.
Desde 2008 penetraron hasta dominar el mercado las firmas dedicadas al manejo de carteras de inversión de instituciones y de grandes fortunas individuales.
Lo hicieron favorecidas por la ausencia de restricciones normativas y
de regulaciones sistémicas para su operatoria como las que tienen la
banca.
Estos gigantes no regulados estaban en el negocio
financiero desde hace varias décadas. Pero las limitaciones a la banca
tradicional y a la de inversión derivadas de la crisis 2008 les abrieron
el camino para un crecimiento explosivo en los últimos diez años.
Se
presentan como gestores de capitales de terceros y, por lo tanto,
argumentan que no deben atarse a las regulaciones del sistema bancario.
No son intermediarios tradicionales de dinero (depósitos y créditos),
sino que se dedican a colocar los millonarios capitales que recogen de
sus clientes para comprar acciones, bonos corporativos o de deuda
soberana.
Son agentes financieros que pasan a sus clientes beneficios o pérdidas de sus inversiones. Son los grandes acreedores privados de la deuda argentina.
Poder
Esos
fondos de inversión con nombres extraños para la mayoría pasaron a ser
los jugadores principales de la actual fase del capitalismo dominado por
las finanzas globales, hoy en jaque por la crisis del coronavirus. Pero
igual mantienen, por ahora, un inmenso poder de presión sobre gobiernos y una fuerte influencia en los paquetes accionarios de grandes corporaciones.
El poder financiero pasó de los bancos comerciales y de inversión a esos fondos de administración de cartera de activos.
La impresionante expansión fue a partir de montarse en la inmensa burbuja especulativa de los últimos diez años alimentada con los milmillonarios rescates gubernamentales a bancos y corporaciones por la crisis 2008.
Se
armó entonces otra inmensa burbuja especulativa de deudas y así Wall
Street tuvo el ciclo alcista más prolongado de su historia. El
trayecto es impactante: desde el 9 de marzo de 2009, cuando el índice
S&P500 alcanzó el mínimo de 666 puntos, hasta marcar el pasado 20 de
febrero un máximo de 3380 (alza impresionante de 407,5 por ciento), con
cierre el último viernes en 2798 puntos.
Hasta la debacle del mes
pasado, por ese período de bonanza extraordinario en el mercado
bursátil, esos fondos entregaron a sus clientes rendimientos muy
elevados. Por caso, BlackRock contabilizó una ganancia promedio de poco más del 100 por ciento en ese ciclo hasta el reciente crac.
Esos
resultados significaron una ampliación de su participación en el casino
financiero global, el incremento consiguiente en la cantidad de
clientes individuales e institucionales y una creciente influencia en
gobiernos. BlackRock tiene vínculos estrechos con las administraciones de Francia, España y Estados Unidos (maneja el fondo de pensión del estado de California), y en Argentina los tuvo con el gobierno de Macri.
Hace
un par de semanas la Reserva Federal (banca central estadounidense) le
pidió a BlackRock que administrara para el gobierno la compra de miles
de millones de bonos corporativos con riesgo de insolvencia. Es evidente
el conflicto de intereses de esa decisión pero ese tipo de promiscuidad que mezcla negocios, finanzas y poder político es una de las principales características de este tipo de fondos.
Uno por uno
Esas
firmas financieras son los nuevos y poderosos acreedores de Argentina.
Resulta revelador saber quiénes son esos fondos, cuáles son sus
principales accionistas y cómo son sus perfiles de inversiones. El
siguiente es el detalle de los primeros cinco grandes fondos que tienen
bonos argentinos en dólares de legislación extranjera.
1. Allianz.
Es
una empresa multinacional europea de servicios financieros con sede en
Múnich, Alemania. Sus principales áreas de actividad son las de seguros y
la de administración de activos. A partir de 2014 se convirtió en la
compañía de seguros y en el grupo de servicios financieros más grande
del mundo. En este último rubro tiene firmas muy activas en el mercado
global: PIMCO, Allianz Global Investors y Allianz Real Estate. Los principales accionistas de este gigante de la economía mundial, que ocupa el puesto 23 en el ranking Forbes, son Cullen Capital Management, Schafer Cullen Capital Management y Victory Capital Management. Como se trata de la aseguradora líder mundial la estrategia de inversiones es conservadora.
2. Fidelity.
A fines del año pasado administraba una cartera de activos total de 460.400 millones de dólares,
con clientes de todos los continentes. Fidelity Internacional nació en
1969 y sus principales dueños son directivos y algunos miembros de la
familia fundadora original (Johnson). El lugar destacado que ocupa en
este negocio se refleja en que en 2009 comenzó a trabajar como gestora
de activos para el Fondo Nacional de la Seguridad Social China. Se
presenta a clientes como experto en administrar inversiones de largo
plazo para el momento de la jubilación.
En realidad, su estrategia de inversión es de alto riesgo
al orientar su cartera (60 por ciento) a deuda soberana de mercados
emergentes. Entre esos portafolios se destacan Fidelity New Markets
Income Fund y Fidelity Series Emerging Markets Debt Fund, en los cuales las posiciones de bonos argentinos representan el 3,77 y 3,15 por ciento, respectivamente,
según datos de Morningstar (firma muy conocida del mercado que define
calificaciones de empresas, dando recomendaciones de inversión y
gestionando carteras). En esos portafolios hay bonos de Ucrania, Costa
de Marfil y Camerún, países que han atravesado procesos de
reestructuración de deudas en los últimos 20 años.
En el caso de sus inversiones en Argentina eligió bonos de corto plazo, destacándose el AA21. Este papel fue emitido en 2017 por el entonces ministro de Finanzas Luis Caputo, con un cupón de interés de 6,875 por ciento anual, por un monto de 4500 millones de dólares. De acuerdo a lo declarado en Bloomberg, Fidelity posee el 10 por ciento de ese papel, unos 450 millones.
Fidelity fue el fondo que bloqueó la postergación del pago de un título de deuda de la Provincia de Buenos Aires,
que en enero pasado intentó hacer el gobernador Axel Kicillof. Es el
antecedente para inferir que tendrá una posición muy dura en el canje
propuesto por Guzmán.
3. BlackRock.
Fundado en Nueva York en 1988 es el administración de carteras de inversión más grande del mundo, con 7,4 billones (millón de millones) a fines de 2019. La periodista especializada en finanzas Keike Buchter escribió el libro "BlackRock: el poder secreto". El jefe del fondo es Larry Fink.
Posee acciones de grandes bancos estadounidenses, conglomerados de la
industria de armas y petroleras, además es accionistas de grandes
empresas alemanas. Posee acciones del 88 por ciento de las firmas listadas en el índice S&P500 de la Bolsa de Nueva York. Quienes han estudiado el desarrollo de BlackRock señalan que es una firma que ayuda a consolidar el capitalismo monopolista. Por
ejemplo tiene injerencia en las cinco grandes líneas aéreas de Estados
Unidos y acciones de entre 5 y 10 por ciento de los gigantes del mercado
de química: Bayer-Monsanto, BASF, Du Pont, Linde, Arkema y Air Liquide. O sea, empresas
que deberían competir tienen un socio relevante que puede, en función
de sus intereses, definir el funcionamiento del sector. Es decir, puede
desarrollar sin límites reglas del capitalismo monopolista.
Sus inversiones en mercados emergentes son de riesgo medio, de acuerdo a las calificaciones de Morningstar, concentradas en deuda soberana y en la vinculada con empresas petroleras. El portfolio de activos argentinos está compuesto en un 43 por ciento de iShare JP Morgan USD Emerging Markets Bond (índice compuesto por bonos de esos mercados), que está evaluado de riesgo elevado, y el saldo restante es de riesgo medio. Es un perfil de colocaciones que adelanta una posición agresiva en la negociación con tendencia a intentar bloquear el canje, como la dejaron expuesta con la amenaza de uno de sus ejecutivos a Guzmán.
4. Northern Trust Corporation.
Es
uno de los bancos más grandes y antiguos (fundado en 1889 por el
banquero Byron Laflin Smith) de Estados Unidos, con sede en Chicago.
Atiende a corporaciones, inversores institucionales y personas con
patrimonios muy elevados. En diciembre pasado tenía activos consolidados
por 136.800 millones de dólares. El crac bursátil global implicó que,
de acuerdo al reporte del primer trimestre de este año, la cartera de
activos administrados perdiera 9 por ciento. Es un quebranto muy fuerte
para este tipo de fondos de inversión. Ese resultado se debe a su estrategia
de inversión agresiva en mercados emergentes. Es lo que se observa al
analizar la posición de bonos de deuda argentina. Ha multiplicado
por aproximadamente ocho veces su tenencia de bonos cortos desde el
último trimestre de 2018, papeles que han registrado una fuerte caída en
sus paridades desde entonces.
5. AllianceBernstein.
AB
informa en su página de Internet que en febrero pasado gestionaba
activos por 623 mil millones de dólares, monto que disminuyó a 542 mil
millones al mes siguiente. El crac bursátil global significó una
pérdida de 81 mil millones de dólares en sólo un mes, el 13 por ciento
de la cartera global. Ese quebranto sirve como comparación para dar
cuenta que el saldo para sus cuentas del canje de deuda argentina es
insignificante. AB es una compañía que tiene como principal accionistas
(64 por ciento del capital) al conglomerado de seguros francés AXA.
Otros acreedores
Existen diferencias entre esos grandes acreedores de deuda argentina. Algunos compraron la mayoría de los bonos que tienen en sus carteras en el momento del lanzamiento. Fue el caso de BlackRock,
Pimco, Templeton y Gramercy que suscribieron bonos lanzados por el
ministro de Finanzas Luis Caputo en la administración Macri.
Esos
fondos que publicitan que son los mejores gestores de capitales del
mundo adquirieron papeles de deuda de un gobierno en naufragio. El caso más increíble fue el de Templeton
que incorporó a su cartera casi toda la emisión de un bono en pesos a
tasa fija (Botes) por el equivalente de 2250 millones de dólares.
Templeton administra activos por 770 mil millones de dólares y se
asoció en Argentina con la firma SBS, cuyo director y socio es Gustavo
Cañonero, vicepresidente del Banco Central durante la gestión Caputo y
la siguiente de Guido Sandleris.
Este vínculo es una muestra más de la promiscuidad de negocios con la deuda que hubo en el gobierno de Macri.
El director de inversiones de Templeton Global Macro era Michael
Hasenstab, quien elogiaba la política económica macrista y se entrevistó
en varias ocasiones con Macri, para pasar de inversor estrella del
mercado a estar estrellado con los quebrantos acumulados por su apuesta
insólita a los bonos de Caputo.
Ashmore y Greylock son
fondos muy activos con la deuda argentina comprando los bonos luego de
que bajaron mucho en 2018, estimando que concretaron esas operaciones a
paridades de 50 al 60 por ciento. Hoy acumulan pérdidas pero no tan
pronunciadas como los fondos que suscribieron los bonos cuando fueron
emitidos.
Póquer
Argentina tiene amplio respaldo externo para la oferta de canje de deuda en default virtual,
con expresiones de apoyo público realizadas por el FMI, la Cepal y la
Unctad-ONU. Pero, como se sabe, en la actual fase del capitalismo
globalizado hegemonizado por las finanzas globales, esos fondos de
inversión, que manejan capitales superiores a varios PIB de países
sumados, tienen mucho poder e impunidad.
No importa que sean
responsables de malas decisiones financieras al comprar bonos durante el
macrismo alimentando un ciclo de endeudamiento descabellado ni que
estén acumulando fuertes quebrantos por el crac bursátil global. Presionan al gobierno de Alberto Fernández para que mejore la oferta. En realidad, ante
un contexto de debacle financiera global, deberían estar agradecidos de
que el gobierno argentino les haya presentado la oportunidad para
ordenar el desquicio de emisión de deudas desenfrenada de Macri.
En el juego de póquer del canje, pese a las amenazas y las voces de alerta del establishment mediático local, pasar
del default virtual a un default abierto es más un problema para esos
fondos de inversión que para el actual estado de la economía argentina.
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