A 39 años del desembarco de las tropas argentinas para recuperar las Islas Malvinas, la Guerra de Malvinas sigue generando recuerdos de dolor en el pueblo argentino, pero cuando se menciona el papel de Chile en el conflicto, la palabra que más suelen decir los argentinos es "traidores", pero no muchos recuerdan la tensa relación entre las dictaduras de Jorge Rafael Videla y Augusto Pinochet que casi termina en guerra.

El apoyo de Chile a Gran Bretaña dejó una herida abierta en Argentina. Sin embargo, en 1982 la situación entre los países sudamericanos no era la mejor ya que apenas cuatro años antes estuvieron a punto de enfrentarse en una guerra por las islas del canal de Beagle, pero la intervención del Papa Juan Pablo II frenó el conflicto, pero Argentina tenía pensado en invadir las islas luego de la Guerra de Malvinas.

"Después de las Malvinas pensábamos atacar Chile", dijo en 2009, la última que dio a un medio local, el jefe de la Fuerza Aérea durante la guerra de 1982, Basilio Lami Dozo. El responsable de la recuperación de las islas el 2 de abril de 1982, recordó que Leopoldo Fortunato Galtieri había manifestado: “Que saquen el ejemplo de lo que estamos haciendo ahora porque después les toca a ellos”. 

¿Después iban a atacar a Chile?...Basilio Lami Dozo:  Exacto.

En esa línea, en diálogo con PERFIL, el ex secretario de Inteligencia del Estado, Juan Bautista "Tata" Yofre, quien escribió varios libros sobre la Guerra de Malvinas, contó: "Después de Malvinas venía Chile. Entonces Chile sacó la póliza de seguros y se unió a Gran Bretaña, que había mandado a Sidney Edwards para cerrar la alianza en la que Chile dejaba sobrevolar su territorio para controlar lo que pasaba en Argentina y a cambio le ofrecieron algún tipo de ayuda en armamento. Chile en la parte diplomática estaba con Estados Unidos. El 19 de abril Chile desplazó toda su flota".

"Yo si hubiera sido chileno hubiese hecho lo mismo que hizo Chile. Estaban defendiendo su soberanía", aseguró Yofre y agregó: "Argentina casi va a la guerra por el Canal de Beagle, que la termina parando el Papa. Pero Argentina se quedó con sangre en el ojo porque la dictadura ya tenía pensado un conflicto con Chile.

La casi-guerra con Chile por las islas del Canal de Beagle

La tensión entre las dictaduras de Argentina y Chile venía desde diciembre de 1978 cuando estuvieron cerca de protagonizar un enfrentamiento armado por las islas del Canal de Beagle.

En 1971 ambos países recurrieron a un tribunal internacional para determinar la soberanía de las islas. En 1977 el tribunal falló a favor de Chile. Esto no cayó bien en la dictadura argentina y, tras presionar por la vía diplomática, a fines de 1978 lanzaron la "Operación Soberanía" para invadir Chile. El Ejército argentino tenía planeado tomar las islas Picton, Nueva y Lennox, pero finalmente la intervención sobre la hora del Papa Juan Pablo II como mediador y mandó un enviado especial a Sudamérica, con lo que logró evitar una guerra.

Cómo fue el apoyo de Chile a Gran Bretaña

En 2014, Sidney Edwards, el oficial enviado por la primer ministro británica Margaret Thatcher, reveló cómo consiguió el apoyo secreto de Augusto Pinochet en su libro "My Secret Falklands War".

En diálogo con la revista chilena Qué Pasa, el ex oficial de la Real Fuerza Aérea británica aseguró: "Mi opinión personal – y creo que fue compartida por mis jefes en el Ministerio de Defensa y por Margaret Thatcher- es que la ayuda que recibimos de parte de Chile fue absolutamente crucial. Sin ella, hubiésemos perdido la guerra".

En su libro reveló que al llegar a Santiago de Chile lo recibió el comandante jefe de la Fuerza Aérea chilena, Fernando Mathei. "Si Chile no nos ayudaba en la guerra, después los argentinos caminarían derecho a tomar las islas del canal Beagle. Lo otro es que Matthei sabía que ésta era una oportunidad ideal para conseguir armamento, inteligencia y otras cosas que normalmente no habrían conseguido", señaló.

En cuanto a cuál fue la ayuda de Chile, Edwards explicó que podían utilizar un radar de largo alcance en Punta Arenas, lo que les permitía ver los movimientos aéreos en Ushuaia, Río Gallegos, Río Grande y Comodoro Rivadavia. De esta manera, logró coordinar la llegada a Santiago de Chile de un equipo del Servicio Aéreo Especial británico (SAS) con un sistema satelital de comunicaciones seguro.

En esa línea, Chile permitió a los aviones de Gran Bretaña que vuelen, aunque pintados con colores chilenos, cerca de la frontera con Argentina para obtener cualquier información. "Lo más importante fueron los avisos tempranos de ataques aéreos. Sin éstos, cuando tenés un fuerza de mar sólo con una pequeña defensa aérea, como teníamos, habríamos tenido que montar patrullas aéreas de combate carísimas y aviones volando constantemente, listos para interceptar intrusos", explicó Edwards.

 

 

 

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