La historia íntima de “Tedi”, el acusado de intentar matar a Cristina Kirchner.

Fernando Sabag Montiel frecuentó la escena del death metal. Quienes lo conocieron en su barrio, Villa del Parque, lo definen como errático, inconstante y camaleónico, proclive a decir “cosas insensatas”. La costumbre de esperar a músicos famosos en hoteles.

Video: Sabag Montiel en 2021 con Taylor Hawkins, baterista de Foo Fighters, días antes de la muerte del músico.

Quienes frecuentaron a Fernando André Sabag Montiel años atrás saltaron de sus sillas ayer jueves por la noche. No todos los días un viejo conocido intenta matar de un tiro en la cara a la vicepresidenta de la Nación. Lo conocían por su viejo apodo, “Tedi”, un chico de Villa del Parque que vivía con su padre, Fernando, en su casa de la calle Terrada. Y en medio del caos, rememoraron.

Diez años atrás, “Tedi” Sabag Montiel frecuentaba el circuito de bandas death metal, una variante extrema del heavy, más oscura, revulsiva, acelerada, con seguidores particularmente pacíficos y agradables, también seguía a grupos del sonido nü metal. No era músico, no tenía una banda, aunque acumulaba miles de dólares en guitarras y amplificadores en su habitación, con marcas como Ampeg, Marshall, Orange y Mesa Boogie. Seguía a ciertas bandas locales, también era devoto del grupo hungaro Ektomorf.

En ese circuito, también entre sus conocidos, “Tedi” se volvía una presencia incómoda. Les relataba sus supuestas experiencias paranormales con lágrimas en los ojos, les mostraba la piel de gallina al hablar. Insistía con viajar a Uruguay, decía que allí la pasarían genial, que tenía departamento y dólares.

Sus posteos con mensajes insensatos en redes sociales eran constantes, casi como sus cambios de imagen y estilo, entre camisas y anillos, o, más recientemente, con tatuajes con símbolos tomados de la estética del nazismo esotérico, algo que sorprendió a sus viejos conocidos, porque nadie lo tenía por nazi. “Era un freak, pero mal”, recuerda otro habitué.

Su salud mental era un punto en la conversación sobre él. Si tenía un diagnóstico psiquiátrico, nadie podía precisarlo. “Tedi” presentaba un solo frente, o diferentes variaciones de su frente, una historia contada a través de selfies, en un entorno que aumentaba su distancia cada vez más. Su madre fallecio en 2017,“Tedi” se presentó como su único heredero en el Juzgado Civil N°48. Iba por su patrimonio, un viejo Peugeot.

Tenía varias costumbres, dicen quienes lo conocieron. Solía proponer negocios que eran “un delirio”, o esperar a músicos famosos a la salida de hoteles. En marzo de este año, posteó un video donde intentaba una selfie con Taylor Hawkins, baterista de Foo Fighters, una semana antes de su muerte.  

A fines de agosto, “Tedi” tuvo sus cinco minutos de polémica en Crónica TV. Acompañaba a una joven que decía ser su novia, mientras vendía algodones de azúcar. La joven decía que ya no cobraba planes sociales, que no estaba a favor, porque era “fomentar la vagancia”. En Facebook, en su muro, relató sus enfrentamientos con “las mafias de coperos peruanos”, vendedores de algodón de azúcar sumamente territoriales. Habló de sus peleas a golpe de puño con ellos.

“La plata no se hace mágicamente, sino laburando”, dijo. “No avalamos la discriminación y justificamos a los extranjeros que trabajan se levantan temprano para atender una verdulería y por eso tiene 4x4 y camionetas porque trabajan y se lo merecen pero no estamos de acuerdo con gente que viene de afuera a ocupar una villa y vivir gratis y a vivir de planes sin trabajar y venden droga, habría que extraditarlos”, completó luego.

“Tedi” nunca tuvo un trabajo en blanco.hacía tramoyas, recuerda un  amigo del agresor. En los últimos tiempos, se había mudado a un monoambiente que alquilaba en San Martín, sobre la calle Uriburu. Tenía una excelente relación con el propietario, sin conflictos. Según vecinos, “Tedi” era dueño de tres taxis que trabajaban en la Ciudad.

Hubo un episodio en particular. El 17 de marzo de 2021, según confirmaron fuentes policiales, un policía porteño de la Comisaría 15A relató cómo interceptó un Chevrolet Prisma negro en su recorrido, sin patente trasera y con los vidrios delanteros bajos. Allí se presentó Sabag Montiel, que dijo ser empleado de una empresa telefónica. Explicó que la patente le faltaba debido a un choque ocurrido días antes. Decidió abrir el auto. Al abrir una de las puertas, se cayó del vehículo un cuchillo de 35 centímetros de largo.

Así, se le labró un acta contravencional con intervención de la Fiscalía N°8 del fuero y se le secuestró el arma, un hombre con un cuchillo largo en su auto.

La causa fue archivada poco después. La fiscalía afirmó que el caso “no revestía entidad”. 

Tras su detención, fue trasladado a una celda de la dependencia de la calle Cavia de la PFA. El arma que llevó a Juncal y Uruguay, con la que le gatilló a Cristina Fernández de Kirchner en la cara, una pistola Bersa calibre .380 con el número parcialmente limado, es otro punto en la historia.

Tenía balas reales, cinco en total, en un cargador con capacidad para 15 y otra en la recámara.Pero no salieron los tiros.

Una primera versión que proviene también de altas fuentes en organismos de seguridad afirma que la pistola era apta para el disparo.

La PFA también allanó el monoambiente de San Martín donde vivía actualmente. El dueño de la vivienda que alquilaba se presentó en dependencias policiales y lo delató al ver su cara en televisión. Le encontraron 100 balas repartidas en dos cajas, según fuentes del expediente.

 

 

 

 

 

 

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