La ONU advirtió que las personas consumen cada vez más calorías en todo el mundo.
El organismo internacional publicó los últimos datos sobre la situación nutricional a nivel global. Cuáles son las regiones más comprometidas y por qué se habla de una epidemia de sobrepeso.
Decir que una buena alimentación es fundamental para la salud humana puede sonar lógico y previsible. Sin embargo, los datos publicados recientemente por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) remarcaron la gravedad de la situación nutricional en el planeta.
De acuerdo a este organismo, la cantidad de calorías consumidas por persona en todo el mundo aumentó un 9% con respecto a las últimas mediciones, que fueron publicadas el año pasado.
“Este hallazgo está en línea con una tendencia que muestra que las personas, en todas las regiones del mundo, han estado comiendo más calorías (kcal) desde el año 2000, con el pico más alto en los países asiáticos en 2021″, dijeron en el informe, que fue elaborado por la FAO.
Según este trabajo, las regiones de Europa y de América del Norte son las que más calorías consumieron por día en este año: 3.540 calorías por persona. En el continente africano se consumieron cerca de 2.600; mientras que el conteo de Oceanía “fue el más cercano al de Estados Unidos y Europa, con alrededor de 3.150 kcal per cápita”. En América Latina y el Caribe, esta cifra llega a 3.035 calorías diarias; mientras que en Ásia el registro indicó 2.922 kcal.
Vale destacar que según la OMS, la cantidad recomendada para las mujeres es de 1.600 a 2.000 kilocalorías (kcal) diarias y para hombres de 2.000 a 2.500 kcal, obviamente son valores de referencia que deben ser ajustados según otros parámetros corporales y de estilo de vida: como la contextura, el porcentaje de masa muscular, la edad y la cantidad de actividad física realizada, entre otros.
Para la FAO, estos números están directamente ligados con serios problemas de salud. En otro informe publicado en 2022, precisaron: “Hay una situación que ha adquirido proporciones de epidemia: más de cuatro millones de personas mueren cada año por causas relacionadas con el sobrepeso o la obesidad. Además, las tasas de sobrepeso y obesidad en niños y adultos siguen aumentando”.
Y agregaron: “La obesidad es uno de los aspectos de la doble carga de morbilidad por malnutrición, ya que actualmente hay más personas obesas que personas con insuficiencia ponderal (bajo peso para la edad) en todas las regiones, excepto en el África subsahariana y en Asia”.
En segundo término, desde la FAO señalaron: “La obesidad y el sobrepeso, alguna vez considerados problemas de países de ingresos altos, están aumentando extraordinariamente en los países de ingresos bajos y medianos, especialmente en las zonas urbanas. Por otro lado, la inmensa mayoría de niños con sobrepeso u obesidad viven en países en desarrollo, en los que la tasa de aumento superó en más del 30% a la de los países en desarrollo”.
En relación a este panorama, el doctor Hans Kluge, uno de los directores de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Europa, sugirió: “Para cambiar estas tendencias, necesitaremos crear entornos más propicios, promover la inversión y la innovación en salud, y desarrollar sistemas de salud fuertes y resilientes”.
En ese sentido, desde la OMS indicaron que las causas de la obesidad “son mucho más complejas que la mera combinación de una dieta poco saludable y la inactividad física”. ¿Por qué? Pues, por ejemplo, “la vulnerabilidad a un peso corporal no saludable en los primeros años de vida puede afectar la tendencia de una persona a desarrollar obesidad”.
Obesidad y COVID-19
Casi como un paralelismo inevitable, la aparición del SARS-CoV-2 en el mundo vino de la mano con un cambio de costumbres alimenticias, según había precisado el doctor Gustavo Frechtel (MN 49085), jefe de la división Nutrición del Hospital de Clínicas de Buenos Aires.
“Se estima que 1 de cada 5 muertes a nivel global son atribuibles a una alimentación inadecuada”. ¿Los motivos? “Sin duda que el confinamiento y la cuarentena por la pandemia de COVID-19 constituyeron un factor importante en la alteración de hábitos alimentarios saludables. Por otro lado, se redujo la actividad física y también influyó la dificultad de accesibilidad al sistema de salud. Todas estas causas determinaron un aumento en la prevalencia del sobrepeso y la obesidad”, había advertido el especialista.
Por su parte, el cardiólogo Mario Boskis (MN 74002), miembro de la Sociedad Argentina de Cardiología y del Colegio Americano del Corazón, había considerado en diálogo con este medio que casi desde el inicio de esta pandemia “se empezó a observar a nivel global que el hecho de presentar obesidad o sobrepeso significativo estaba asociado con un peor pronóstico en caso de contraer COVID-19. Desde un punto de vista mecánico es fácil comprender que el aumento de grasa abdominal puede comprimir al diafragma, un musculo importante en el proceso de la respiración y restringir la oxigenación pulmonar”.
En segundo lugar, Boskis había detallado: “Si consideramos que la obesidad también es capaz de generar menor respuesta de anticuerpos ante una infección, debido a que se infiltran órganos que participan en la respuesta inmune con células adiposas, como ser la medula ósea o el bazo, y por otra parte que estas células producen un estado de inflamación crónica en el organismo por liberación de sustancias toxicas llamadas citoquinas, que debilitan tejidos y órganos, podemos entender el peor pronóstico cuando esa persona contrae COVID. Es que el virus, por sí mismo, es capaz de generar como respuesta en el organismo humano una mayor inflamación con el consecuente incremento del deterioro del cuadro clínico”.
Los hábitos saludables que pueden ayudar a prevenir cuadros de obesidad son:
-Realizar cuatro ingestas por día, incluyendo alimentos variados como frutas, vegetales, lácteos, huevos, cereales, carnes blancas y rojas, aceite de oliva, entre otros.
- Realizar caminatas diarias de 20/30 minutos en lugares abiertos y con fines recreativos.
- Adecuado descanso nocturno.
-Beber abundante cantidad de agua.
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