El mejor para Ucrania es también el más peligroso.
Cualquier analista de inteligencia experimentado se habría burlado si le hubieran dicho en marzo de 2022 que Ucrania seguiría siendo un Estado independiente ocho meses después; que el ejército ucraniano habría matado o herido a 80.000 rusos; que el buque insignia de la Flota rusa del Mar Negro estaría en el fondo de ese mar; y que la fuerza aérea ucraniana seguiría volando. Ucrania ha desafiado las expectativas. Está ganando la guerra. Pero se acerca el invierno y Rusia se está movilizando. Consideremos tres escenarios para el año que viene.
En el primero, Rusia arranca la victoria de las fauces de la derrota. El ejército ruso estabiliza las líneas del frente durante los meses de invierno, mientras construye nuevos batallones con reclutas recién movilizados. Mientras tanto, los republicanos estadounidenses bloquean los nuevos paquetes de armas para Ucrania, a medida que se agotan los suministros procedentes de Europa. La industria de defensa rusa carece de semiconductores y equipos especializados, pero produce suficientes blindados y artillería básicos para equipar a las nuevas fuerzas.
En primavera, las nuevas unidades rusas se lanzan al ataque y obligan a retroceder a unas fuerzas ucranianas cansadas tras meses de ofensiva. Los drones rusos siguen atacando las infraestructuras energéticas e hidráulicas de Ucrania. Con la llegada del verano, Ucrania se encuentra a la defensiva. Rusia captura Kryvyi Rih, una ciudad industrial clave al norte de Kherson, y Slovyansk y Kramatorsk en Donetsk. Los países occidentales instan a Ucrania a aceptar la oferta rusa de alto el fuego. Volodymyr Zelensky, presidente de Ucrania, no tiene más remedio que aceptar. En los meses, tal vez años, que siguen, Rusia se rearma asiduamente para otro atentado contra Kiev.
Mucho más probable es un segundo escenario: el estancamiento. Rusia moviliza a cientos de miles de jóvenes, pero no puede convertirlos en combatientes eficaces. Todos los mejores instructores están en el frente. Los oficiales experimentados están muertos o ya han sido desplegados. Los reclutas forman unidades básicas de infantería ligera, carentes de vehículos blindados y no aptas para la ofensiva, pero capaces de llenar trincheras y fortificaciones.
Rusia, que había anunciado su retirada de la ciudad de Kherson en noviembre, evacúa sin peligro a los cerca de 30.000 soldados que tenía en la orilla occidental del río Dniéper. Se retiran hacia el este, dejando atrás enormes cantidades de armamento. Es un triunfo para Ucrania, pero en última instancia coloca a Rusia en una posición militar más fuerte, con el río protegiendo su flanco izquierdo. El avance ucraniano se ralentiza; las tropas ucranianas sufren numerosas bajas por cada kilómetro de territorio ganado.
Incapaz de ganar la guerra en el campo de batalla, Putin intenta prolongarla lo suficiente como para minar la economía ucraniana, minar su moral con ataques a la infraestructura civil y agotar a sus socios. Europa tiene dificultades para llenar sus depósitos de gas en 2023, lo que provoca apagones al llegar el invierno. Putin pretende aguantar hasta finales de 2024, cuando espera que Donald Trump vuelva a ocupar la Casa Blanca y ponga fin a su apoyo a Ucrania. Pero es una apuesta arriesgada: la opinión pública rusa se vuelve en contra de la guerra, su economía se hunde y Putin parece cada vez más vulnerable.
El tercer escenario es el más alentador y quizá el más peligroso. Ucrania mantiene la iniciativa y el impulso, infligiendo graves daños a las fuerzas rusas a medida que abandonan Kherson y luego poniendo sus cohetes Himars de largo alcance al alcance de Crimea por primera vez. Las líneas rusas en Luhansk se desmoronan, y Ucrania recupera Severodonetsk y se aleja rápidamente hacia el este. A medida que aumentan las bajas rusas, los nuevos reclutas se niegan a luchar. Los países occidentales se apresuran a suministrar nuevos sistemas de defensa antiaérea a Ucrania, con el fin de contrarrestar el impacto de las tácticas terroristas rusas, basadas en su cada vez más escaso arsenal de misiles de precisión.
En primavera, Zelensky ordena a su ejército abrir un nuevo frente en Zaporizhia. Cinco brigadas atraviesan las líneas rusas, cortan el puente terrestre de Putin hacia Crimea y rodean Mariupol en verano. Ucrania desplaza sus lanzacohetes Himars hacia el sur, atacando puertos, bases y depósitos en la Crimea ocupada por Rusia. Ucrania amenaza con entrar en la península. Putin lanza un ultimátum: detenerse o enfrentarse al uso de armas nucleares. La victoria está a la vista. Pero también los riesgos que conlleva.
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