Cuando la sociedad es la que tiene que decidir: así se vive por dentro un juicio por jurados.

Miedos, dudas y ansiedad son algunas de las sensaciones que experimentan quienes deben ejercer este derecho soberano. En la actualidad funciona solo en diez provincias y en la Ciudad de Buenos Aires, pero en el corto y mediano plazo pasará a desarrollarse en todo el país.

“¿Cómo se sienten? ¿Saben por qué están acá y que se juzga? ¿Creen que pueden llevar a cabo esta tarea? ¿Alguno prefiere irse a su casa?”, pregunta la jueza técnica ante una decena de candidatos que fueron preseleccionados y que deberán decidir cuál será el futuro de una persona que cometió un delito. El miedo se les nota en la cara y unos pocos se animan a responder. Todos ellos llevan un número colgado del cuello, pero también toda la responsabilidad sobre la espalda.

El sistema de Juicio por Jurados o “jurado popular” existe en nuestro país desde hace exactamente 170 años y está establecido en la Constitución Nacional. Sin embargo, en la práctica comenzó a popularizarse hace una década y solo se juzgan todos los delitos graves que puedan ser penados con más de 15 años de prisión, excepto casos de corrupción.

Ya son diez las provincias donde rige este proceso, sumada a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Córdoba fue la primera en el año 2004, seguida por Neuquén en el 2011, Buenos Aires y Chaco en el 2015, y por último se sumaron San Juan, Mendoza, Río Negro, Entre Ríos, Chubut y Catamarca. En el corto y mediano plazo pasará a desarrollarse en todo el territorio nacional.

En este sistema jurídico unos 12 ciudadanos deben emitir un veredicto de culpabilidad o no culpabilidad sobre presuntos criminales, abusadores y delincuentes, todo eso sin haber leído ni por casualidad el Código Penal.

De la notificación, al veredicto: lo que hay que tener en cuenta

Cuando llega la carta de citación, en las personas empiezan a surgir las dudas. ¿Será obligatorio? ¿Qué tengo que hacer? ¿Me pagan por ser jurado?

El proceso comienza con una selección de los ciudadanos que ejercerán el rol de jurados. Primero, se elabora un pequeño padrón en base a un sorteo, donde son citados más de 40 ciudadanos (mitad mujeres y mitad hombres) de entre 21 y 75 años.

Una vez realizado el sorteo, dos policías de la comisaría más cercana son los encargados de llevar el documento a la dirección de la persona preseleccionada para ser jurado. El acto soberano es obligatorio y uno no puede negarse a asistir. Incluso, la falta al trabajo está justificada y el empleador no podrá descontar el día.

En esa primera audiencia, se filtra a las personas que tengan impedimentos para ejercer de jurados. Entre otras cosas, no pueden tener vínculos con la víctima, con el imputado ni con el fiscal. No pueden ser abogados ni ejercer cargos públicos por elección popular. Tampoco pueden estar en servicio activo o retirados de las fuerzas de seguridad.

Además, las partes podrán recusar a algunos jurados y decidir si se quedarán durante el proceso o son descartados. Lo podrán hacer sin dar argumentos sobre por qué desisten de esa persona. También, el propio jurado puede manifestar su deseo de retirarse por distintos motivos: por problemas de salud, porque no tienen con quién dejar a sus hijos, o por otras causas factibles.

Una vez elegidos los 12 miembros, durante el lapso de una semana, el jurado deberá escuchar a las partes en su alegato de apertura y cierre, a testigos y peritos que describen con lujo de detalles lo que pasó en el hecho por el que fueron citados.

El debate lo dirige un juez técnico, quien lee las instrucciones y maneja los hilos durante todo el juicio. Este magistrado o magistrada no puede decidir sobre el acusado.

Bajo ninguna circunstancia los ciudadanos pueden salir de la sala de audiencia mientras los testigos están declarando. El juicio tampoco puede ser interrumpido (salvo excepciones de fuerza mayor), por eso, debe llevarse a cabo en el término establecido que suele ser de entre dos a cinco días.

Al jurado se le paga una suma determinada por día como parte de los viáticos. En total, deben percibir dos Jus (Unidad de Medida Arancelaria) que en la actualidad es de $8.529 cada jus. Si el titular del Tribunal que interviene en la causa lo solicita, los jurados podrían ser alojados en un hotel, pero no es tan usual.

El juicio termina con un veredicto. Los jurados deberán permanecer juntos en una pequeña sala donde decidirán si el acusado es culpable o inocente. Esta instancia debe tener una resolución inmediata, sin embargo, puede durar horas, y por eso a veces las sentencias a veces se dan de madrugada.

Miedo, ansiedad y dudas: cómo vive el debate un jurado

En el momento del arranque del juicio, cuando el resto de los ciudadanos ya fueron descartados y solo quedan los 12 que decidirán sobre el futuro del imputado, en el ambiente se siente ansiedad, miedo y dudas.

Una joven que fue jurado en un juicio por un femicidio habló y contó cómo fue su experiencia. Vale recordar que los jurados no pueden ser fotografiados durante el juicio y mucho menos ser identificados, por lo que se mantendrá el anonimato de la entrevistada.

-¿Qué fue lo primero que pensaste cuando te avisaron que tenías que ser jurado?

Pensé y sentí de todo, porque era una incertidumbre total al desconocer de temas judiciales. Tenía un poquito de miedo e intriga, pero a la vez me gustaba la idea y estaba ansiosa por vivir una nueva experiencia.

-¿Cómo te sentiste durante el proceso?

La verdad que al principio un poco observada y hasta indignada por todo lo que iba escuchando. Pero esperanzada al final por ese veredicto (cadena perpetua).

-¿Te resultó difícil?

Un poco... bastante te diría, por la indignación y la presión de no poder expresarme durante el juicio.

-¿Pudiste entender las instrucciones y procedimientos legales?

Sí, algunas cuestiones simples pude entender con respecto a lo que yo podía hacer y respetar. Pero después había vocabularios y expresiones específicas que no comprendía, porque no me son habituales escuchar.

-¿Te impresionó algo del juicio?

Me impresionaron varias cosas. Primero que nada, cómo el acusado nos observaba a cada uno de nosotros fijamente, sin pudor. Segundo, la gente y los familiares de la chica pidiendo justicia. También la presión de nosotros al escuchar los gritos de afuera y al sentir que teníamos que cumplir con lo que tanto se esperaba.

-¿Cómo describirías tu experiencia?

Como una experiencia única que volvería a repetir. Si bien no es nada fácil, porque tenés que separar los sentimientos en estos casos y ser justo. Pero siempre que puedo cuento la linda experiencia que viví. Además de haberme informado o entendido un poco más sobre los temas judiciales.

El rol de las partes: cómo ser claro con el jurado y la tarea de convencer

La tarea más difícil es convencer a un jurado que no fue capacitado para tal fin. Un juez ordinario tiene que estudiar leyes durante años y entender a la perfección cada artículo del Código Penal. Sin embargo, las partes (jueces, abogados y fiscales) juegan un rol fundamental: son quienes deben desplegar todas sus armas para que los 12 ciudadanos comprendan qué está en juego.

La fiscal Victoria Huergo, que la semana pasada fue protagonista de una extraordinaria simulación dentro de un juicio por jurados por un femicidio, habló con TN sobre los pro y las contras de ser la representante del Ministerio Público Fiscal en este proceso judicial.

“Tanto en el sistema tradicional de juicios o en el de jurados hay fortalezas y debilidades. Para los litigantes, es más fácil cuando hay jueces profesionales, ya que hay un idioma en común y conocimientos adquiridos. De esa forma, se nos facilita trasmitir la posición que cada parte tiene”, señaló.

De igual forma, reveló que tiene un punto débil: “Los jueces generalmente llegan con una idea de la causa, porque tuvieron contacto con el expediente y suelen llegan con una posición previa. Es difícil revertir esos preconceptos que ya fueron instalados”.

En cuanto a los juicios por jurados, la fiscal sostuvo que “al no tener ningún conocimiento de derecho, hay que hacer un esfuerzo enorme para explicar cuestiones que son médicas o psiquiátricas. Uno tiene que poder trasmitir en un lenguaje claro y convincente de sus posiciones, porque eso va a ser determinante para el resultado”.

Huergo, quien da clases en la Facultad de Abogacía de la Universidad Católica de La Plata y en la Universidad del Este, realizó su primer juicio por jurados en noviembre del 2016 y no resultó según lo esperado. “Nosotros acusamos al imputado por un homicidio intencional, pero el jurado entendió que no hubo intención y lo culparon por un homicidio culposo. Estas son cosas que pasan. Hay juicios donde esas decisiones están movidas, por ejemplo, por lástima. Por eso sabemos que la decisión del jurado no es un acto jurídico, sino soberano”.

La funcionaria explicó que para llevar adelante una acusación en este sistema jurídico, los fiscales deben aprender a diario. “Yo he hecho cursos de neurociencias para entender cómo piensan las personas. También de oratoria para poder expresarme claramente. Me ayuda que soy docente hace muchos años y en la docencia se practica mucho el lenguaje claro”, coentó.

“Es un ejercicio que se aprende a medida que vayamos adquiriendo la técnica, de esa forma nos va a resultar más fácil ser claros y exhaustivos en la explicación de todos los extremos que tenemos que probar”, aseguró.

Huergo aclaró que en los juicios por jurados “las partes tienen un rol trascendente que no puede ser suplido por ninguna otra actividad”.

Las dificultades a la hora de llevar adelante un juicio por jurados

La fiscal de La Plata advirtió que en la provincia de Buenos Aires “hay una sobrecarga en las agendas”. En ese sentido, opinó: “Eso hace que no contemos con los tiempos necesarios para poder preparar los casos como se prepara en otros países, como por ejemplo en Estados Unidos”.

“A eso hay que agregarle que en La Plata está dividido, por un lado, el fiscal que investiga la causa, y por el otro el que lleva adelante el juicio. Si fuese de otra forma, se podría prevenir medidas en etapa de instrucción que serían útiles”, explicó Huergo.

“Para nosotros, cuando se llega al debate, ya es tarde para suplir este déficit de pruebas y herramientas que se tornan necesarias en los juicios por jurados”, agregó.

Otro de los puntos débiles de este proceso es la impresión que puede causarle al jurado ver la imagen de un cadáver, escuchar el relato de un abuso o hasta presenciar una escenificación del crimen. Eso fue lo que sucedió durante un juicio en La Plata y donde justamente la fiscal Huergo fue protagonista.

“Tuve que representar la escena de un ahorcamiento, a raíz de que la defensa llevó una estructura para simular la viga donde se había encontrado el cuerpo de la víctima, junto a una la soga colgando de ella y una silla. Con esto se quiso incorporar una hipótesis de que la mujer se había ahorcado sentada y que no había sido un femicidio”, contó la funcionaria sobre el episodio que se hizo viral.

“En ese momento advertí que el licenciado en criminalística mostró un PowerPoint, pero minutos antes un autopsiante descartó que se hubiera ahorcado de esa forma. No me quedó otra alternativa que mostrarle al jurado utilizando con mi propio cuerpo como herramienta. Fue una decisión súbita y no podía arriesgar a nadie de mi equipo, por eso decidí tomar de forma personal el riesgo. Por suerte mi cálculo era acertado y quedó en evidencia”, argumentó.

 

 

 

 

 

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